Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

viernes, 25 de enero de 2013

Molino y los varios destinos propuestos. Carta al director, Argentina


El que fuera molino harinero de Santa Rosa logró demorar, pero terminó sucumbiendo a los efectos de un fenómeno que quizás no ha sido pensado suficientemente, sobre todo por quienes han comenzado a escribir una historia de La Pampa.

De mi infancia santarroseña recuerdo al molino y su sirena, pero también está en mi memoria el conocimiento de la razón de ser de esa presencia, pues tengo muy clara la impresión que me produjo entrar en el corazón de esa fábrica (producía harinas y fideos y abastecía a la ciudad y una amplia región). Todavía hoy, cuando he visto todo tipo de factorías, se me hace difícil resistir la tentación de ingresar a un molino en funcionamiento, porque sigue siendo impresionante todo el aparato que debe disponerse para transformar el trigo en la inmensa variedad de productos que se derivan de ese grano tan ligado a la historia del hombre. En aquellos años (territorianos) mi infancia iba de maravilla en maravilla, porque también me atraían los lugares donde se trabajaba el hierro. Iba con frecuencia al de los Baudaux, cuando todavía no había leído nada de mitología griega, de modo que más tarde asocié la imagen de aquellos hombres del fuego y el hierro con el mito de Hefesto, el dios del fuego y de la forja, ese ser musculoso y poderoso que terminaría dejando que su secreto llegara a los hombres a través de Prometeo, para iniciar su largo proceso de liberación. Más tarde, al vivir en General Pico me atrajeron las escenas del final (pálido final) de la fábrica de carruajes y hasta de maquinarias más complejas. Aquí, en Santa Rosa y, luego, en otras poblaciones, había asistido con el mismo interés a las fábricas de jabón y lavandinas y a los muchos oficios del hombres que comenzaron a desaparecer rápidamente porque los centros mayores (sobre todo, Buenos Aires), encontraron en el ferrocarril, los caminos, el desarrollo del transporte y de la publicidad, la manera de arruinar rápidamente a los emprendimientos del interior. Esto sucedía hasta mediados del pasado siglo. De alguna manera repetía el fenómeno nacional de los tiempos de la colonia y la independencia, cuando el contrabando rioplatense arruinó a la industria de toda la Argentina vieja, y se dio el caso (que impactó en literatura) de que hasta las prendas del caballo, a partir del cuero, fueron reemplazadas con manufacturas inglesas, sustituyendo una dependencia (la hispana) por otra sujeción a un poder más sutil y más duradero.

Por eso, el molino no es solamente la nostalgia de la sirena, sino la tenaz representación de un tiempo diferente, que no cabe decir si mejor o peor, pero que fue eliminado sin apelación ni alternativas satisfactorias. Al persistir hasta hoy sus poderosos muros, son un testimonio local equivalente (salvando diferencias de cantidad más que de calidad) a las pirámides egipcias, el Coliseo romano y las pocas ruinas de culturas que, a veces, emergen en las arenas del desierto para recordar su papel en la aventura del hombre. Paredes no tan antiguas ni roídas por el tiempo como las de San Ignacio y las misiones que propusieron una alternativa diferente para el aborigen.

Tengo dudas acerca de lo que se debería conservar. A veces y en casos determinados entiendo como un despropósito la voluntad de conservar presencias físicas de un tiempo que no retornará dentro de lo que es posible creer. Entiendo la voluntad de rescatar el pasado y reconstruir el relato de la aventura humana en los lugares donde la vida ha podido proseguir y ahora está sometida a la experiencia del consumismo y lo descartable. La historia aparece como un esfuerzo titánico que no quiere parar al tiempo sino rescatar la memoria para ayudarnos a entender lo trascendente, lo que puede dar un sentido profundo de la identidad. No son las ruinas, sino la memoria rescatada y meditada, lo que, sin sacarnos del movimiento y el cambio, nos propone un protagonismo. 
Atentamente: JOTAVE

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