Artículo de Natalia Bravo.
Habrá que esperar hasta el 5 de
enero para dar la bienvenida a Sus Majestades los Reyes de Oriente, cuando
desembarcarán en el Puerto de Barcelona. Mientras, los más pequeños pueden
pasar desde hoy por la antigua fábrica de hilaturas Fabra i Coats, donde podrán
disfrutar por adelantado a la mejor noche del año. Allí podrán entregarle la
carta al paje que los Reyes han dejado como representante de la Casa Real. Él
mismo, con otro ayudante, enseñará desde fuera cómo están recibiendo los
regalos y el trabajo que realizan para que todo salga a la perfección en la
mágica noche.
El techo de la fábrica queda al
descubierto para que alfombras hechizadas descarguen los juguetes en el
interior. Dentro, cada paje se encargará de una función distinta: unos deberán
clasificarlos según el destino, si deben viajar hasta África, al Sur de Asia o
al barrio de les Corts; otros tendrán que envolver los paquetes; y a algunos
les toca la tarea de reservar un espacio para esos niños que no se han portado
bien, para el denostado carbón, que se identifica por ser cajas de cartón sin
papel.
Todo está envuelto de un halo de
misterio. Para poder apreciar a trasluz el ajetreo que hay dentro del almacén,
los niños deberán gritar bien fuerte salim. Es cuando se enciende una
explosión de colores acompañado por música. Se intuyen siluetas de escaleras
por donde suben y bajan los pajes, con cajas, juguetes, y percibiendo desde el
exterior la diversión de organizar y embalar los juguetes.
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Algunos niños, acompañados de sus
padres, abuelos o tíos, ya pasaron ayer por el almacén de regalos. Algunos,
atónitos al ser testigos de la fábrica que guarda en paquetes la ilusión de
miles de niños, no fueron capaces de hablar con el representante de los Reyes.
Otros, pese al asombro que supone conocer a un paje de Los Reyes Magos,
aprovecharon la grata ocasión, como Xavi, de cinco años. Pudo decirle
personalmente al ayudante sus deseos: “Quiero un tractor”, espetó con plena
seguridad. “Un regalo fácil”, respondió el paje. Su madre, Olga López,
madrileña afincada en Barcelona, explicó que en su casa la tradición siempre ha
ido con los Reyes Magos, “aunque el Tió pasó este año por casa y les dejó algún
detalle a los niños”, comentó.
Otro pequeño, Adrià, llevado por el
bombardeo de los anuncios televisión, pidió un Spiderman para así jugar con uno
de sus héroes favoritos. A los pajes les queda ahora poder cumplir con el
anhelo de todos los pequeños. Ellos, los niños, aguardarán ansiosos la
expectante noche mientras sueñan con los ojos abiertos frente al alumbrado
almacén de juguetes.
La iluminación de la fachada es una
propuesta artística obra del arquitecto Xevi Bayona, proyecto impulsado por el
Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB). La antigua fábrica se convirtió en un
gran centro cultural desde 2009. El ayuntamiento de Barcelona compró el recinto
en 2005 después de que llevara años en desuso. Actualmente se considera un
laboratorio cultural donde se da cobijo a distintos proyectos de
experimentación y difusión de las artes. Y desde octubre también es el nuevo
Centro de Arte Contemporáneo de Barcelona.
Fabra
i Coats acoge el almacén de los Reyes Magos.
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