Autora artículo: Cecilia López en La
Vanguardia
La terminal ferroviaria de mercancías de Adif en Lleida, el Pla de Vilanoveta, está presidida por un antiguo edificio en
ruinas que aparece fantasmagóricamente justo al entrar en la capital del Segrià
por la carretera de circunvalación LL-11. Una imponente construcción de
principios de los años 20 del siglo pasado que, como si de una maldición se
tratara, nunca consiguió tener el uso para el que sería proyectada y que, cien
años más tarde, permanece abandonada,
sin ningún proyecto de reconversión o derribo.
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A pesar de la creencia generalizada de que este edificio había sido una antigua
estación de pasajeros, la historia desvela un pasado y una realidad bien
distinta. La estación del Pla de Vilanoveta, ubicada cerca del cementerio y del
Polígono Industrial el Segre, forma parte de una de las 120 estaciones de una
gran línea internacional que tenía que unir, a lo largo de 850 km, Baeza (Jaen)
con la localidad francesa de Saint-Girons (Ariège), pasando por Albacete,
Utiel, Teruel, Lleida y el Pirineo hasta Francia. Proyectada en 1926 y prevista
en el Plan de Ferrocarriles de Urgente Construcción o Plan Guadalhorce, la gran
obra internacional quedaría inacabada en los años sesenta dejando decenas de
apeaderos, vías y túneles abandonados, entre ellos, esta estación de Lleida.
Antoni Nebot, uno de los principales estudiosos del tren de vapor y de las líneas de la Pobla, Manresa y Tarragona, quién además conserva en su archivo personal más de 20.000 fotografías sobre la historia del ferrocarril, explica que “a pesar de haberse construido para ello, la estación de Vilanoveta nunca llegó a acoger ningún tren de pasajeros”. Lleida contaba con una estación propiedad de la compañía del Estado, ubicada justo enfrente de la que hoy es la estación del AVE Lleida-Pirineus, que daba servicio a los trenes que llegaban desde Barcelona y Zaragoza. La planificación, por parte de la compañía del Norte, de una nueva línea transpirenaica que pudiera enlazar con Francia hizo que esta empresa construyera entre los años 1923 y 1924 la estación de Vilanoveta con el objetivo de recoger a los pasajeros que viajaran hasta Saint-Girons.
Ante la incomodidad del trasbordo entre una estación y otra, los usuarios tenían que desplazarse hasta las afueras de la ciudad, la compañía del transpirenaico y la del Estado tuvieron que llegar a un acuerdo para unificar los servicios en la estación de Lleida. De esta forma, en 1924, cuando entró en servicio el primer tramo de la línea transpirenaica entre Lleida y Balaguer, los viajeros ya usaron la estación de la ciudad y no la de Vilanoveta. Nebot explica que entonces “el edificio se destinó a las oficinas de la compañía y más tarde se convirtió en las viviendas de los ferroviarios de los Ferrocarriles del Estado, que incluso después, pasada la Guerra Civil y en manos de la Renfe, se siguió usando como residencia ferroviaria hasta los años 60”. El Pla de Vilanoveta, más allá de la estación, se convirtió en la estación de mercancías de la ciudad de Lleida.
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Adif asegura a LaVanguardia.com: “Se conocen muy pocos datos de la historia de
este edificio más allá de que se destinara a oficinas y viviendas de
ferroviarios y que nunca llegó a funcionar como estación de pasajeros”. Según
Adif, “en estos momentos no existe ningún proyecto de reconversión ni está
previsto el derribo del mismo, aunque la estación se encuentra apta para el
tránsito de mercancías y está en funcionamiento en una concesión de auto
prestación por parte de Adif”.
Antoni Nebot asegura que el edificio
que hoy se conserva en el Pla de Vilanoveta fue un proyecto fallido igual que
lo fue toda la línea transpirenaica que tenía que atravesar España desde
Andalucía y llegar a Francia. De todo el proyecto sólo consiguió salir adelante
un 10% y de las estaciones entre Lleida y Balaguer, excepto Vallfogona, se
derribaron todas”. “Podemos estar contentos de conservar la línea de Lleida
hasta la Pobla de Segur”, añade Nebot.
La fallida línea transpirenaica
El plan internacional de unir
Andalucía con Francia era un proyecto de gran envergadura iniciado en 1926. La
longitud del proyecto, con 121 estaciones a lo largo de 850 km desde
Linares-Baeza hasta la francesa localidad de Saint-Girons, se subdividió
administrativamente en 6 ferrocarriles distintos. El primer tramo enlazaba
Baeza con Utiel, el segundo de Utiel a Teruel, el tercero de Teruel a Alcañiz,
después de Alcañiz a Lleida, de Lleida a la Pobla de Segur y finalmente de la
Pobla de Segur a Saint Girons pasando por Gerri de la Sal, Sort, Rialp,
Llavorsí, Esterri d’Àneu, Escalarre, Isavarre, Àreu, Salau, Couflens, Seix,
Oust, Kercabanac y Lacourt.
De este modo, la línea entre Lleida y La Pobla de Segur era solamente una de las seis secciones que dividía una gran línea internacional de 850 km que pretendía competir con las vías existentes que unían la península con Francia, como la línea del tren de Puigcerdà. El tramo entre Lleida y Balaguer, inaugurado en 1924, se aprovecharía para esta gran obra ferroviaria, que se prolongaría hacia la frontera atravesando los Pirineos por el puerto de Salau.
Fue proyectada durante el régimen de
Primo de Rivera bajo el Plan de Ferrocarriles de Urgente Construcción que
preveía miles de kilómetros de vías férreas y la interconexión con Francia. A
pesar de que el plan fue suspendido durante la segunda república, las obras se
retomaron durante la dictadura franquista. La línea de Lleida llegó en 1950 a
Tremp y un año más tarde a La Pobla de Segur. En 1962 el Estado paralizó las
obras de las líneas inacabadas y previsiblemente poco rentables con el objetivo
de dedicar mayores esfuerzos a las conexiones que ya estaban en funcionamiento.
La paralización del proyecto dejó inconexos e inacabados la mayoría de los
tramos de la vía férrea, a sólo dos años de su finalización.
La actividad y el futuro del Pla de Vilanoveta
Actualmente el Pla de Vilanoveta
sirve de estación de mercancías y alberga, además, los talleres de reparación
de material ferroviario histórico de la Associació per a la Reconstrucció i
Posta en Servei de Material Ferroviari Històric (ARMF). La entidad, que abre
sus puertas al público durante la Feria del Ferrocarril de Lleida, se dedica
desde 1996 a la restauración de trenes históricos y a la revisión periódica del
Tren dels Llacs.
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Nebot explica que más de una vez se ha puesto encima de la mesa la posibilidad
de proyectar un Museo de Ferrocarril en Lleida. En su opinión, en caso de
hacerse realidad, éste no debería ubicarse en la antigua estación de
Vilanoveta, “no sólo por el estado ruinoso en el que se encuentra el edificio,
que supondría una gran inversión si no por la poca idoneidad de su ubicación en
las afueras de la ciudad”, tal como pasó cuando el edificio se proyectó en
1923.
La que tendría que haber sido una magnífica estación de pasajeros no sólo no llegó a serlo, si no que ha visto pasar de largo varias décadas de abandono y vandalismo. Hoy, incluso a plena luz del día, es lo más parecido a un fotograma de una película de terror.
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