La
subasta de la antigua fábrica de loza de San Claudio queda desierta
La subasta de la antigua fábrica de
loza de San Claudio quedó ayer desierta. No hubo ni una sola oferta en la
primera puja, con un mínimo de 1,33 millones de euros. Ni tampoco para la
segunda, cuando se ofreció con un descuento del 25%, según informaron fuentes
de la Agencia Tributaria.
Se abre ahora un proceso de
adjudicación directa de la centenaria factoría. Los interesados pueden
presentar propuestas de compra sin un precio mínimo hasta el 30 de octubre. Si
no hay interesados, o Hacienda considera que el precio está excesivamente por
debajo de su valor, se abrirá un nuevo plazo parcial. Así hasta que pasen seis
meses.
La Agencia Tributaria anunció a
principios de verano la venta del recinto fabril de 23.870 metros cuadrados que
cerró sus puertas en abril de 2009 tras una intensa lucha obrera y política
para evitarlo. La planta asturiana, una de las últimas fábricas que quedaba en
Oviedo, se vio afectada por una quiebra agravada por su último propietario,
según determinó en juez, y cayó en liquidación.
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El espacio fue declarado Bien de
Interés Cultural con la categoría de conjunto histórico por el Gobierno
regional, a petición de la plantilla, pero una sentencia del Tribunal Superior
de Justicia de Asturias (TSJA) lo tumbó. Consideró que tal protección
perjudicaría de cara a una posible enajenación del patrimonio, cuyos ingresos
servirían para pagar a los proveedores.
El último capítulo de la decadente
historia de la fábrica de loza, -que vivió etapas de verdadero esplendor,
fabricando vajillas a toda España y el exterior-, se produjo este verano. Un
incendio el pasado 10 de agosto arrasó un antiguo edificio de oficinas. El
techo quedó derruido en un 80% y se cercó el perímetro por riesgo de caída.
Los Bomberos concluyeron que había
sido provocado por una ocupación indebida ya que no hay ni electricidad ni
combustible en las antiguas instalaciones. Los agentes necesitaron más de dos
días para extinguir las llamas totalmente. En ocasiones anteriores, la locería
también había sufrido saqueos.
Hacienda
no registra ni una sola oferta en la subasta de la fábrica de loza de San
Claudio.
La
ruina de la fábrica de loza.
Artículo de Susana Neira en El
Comercio.
En medio del debate por el futuro de
la fábrica de armas de La Vega y de los centros sanitarios de El Cristo, hay
otra centenaria factoría, en San Claudio, que literalmente se cae. La locería,
un lustro después de su combatido cierre, permanece en el más absoluto
abandono. Solo los saqueadores, los grafiteros y los okupas transitan a sus
anchas por el malogrado recinto y el interior de las naves, con el peligro de
la ruina, pero invitados por un enorme boquete que anima al paso y sin ninguna
prohibición ni cierre más allá de un cartel a la entrada.
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Así se encuentra la antigua factoría.
Aquella planta fundada por Senén Ceñal que hoy cumpliría 113 años y que en
tiempos dorados fabricó vajillas y objetos para las mejores mesas de España y
el extranjero. Ha quedado en el más absoluto olvido a la espera de encontrar un
comprador.
La Agencia Tributaria la subasta. Lo
intentó por 1,33 millones de euros y ante la ausencia de interesados rebaja su
precio un 25%. Mientras tanto, la antigua fábrica se esconde cada vez más entre
la maleza, con centenares de moldes apilados, cristales rotos y basura.
Una simple visita refleja el estado
desolador de las emblemáticas instalaciones de San Claudio, que el Gobierno
regional declaró, a petición de la última plantilla, Bien de Interés Cultural
(BIC) en la categoría de Conjunto Histórico y fue anulado posteriormente por el
Tribunal Superior de Justicia (TSJA). Atendió la solicitud de los
administradores concursales, por las dificultades con las que se toparía para
una venta futura.
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El paso del tiempo ha corrido en
contra de la conservación, con la maleza coronando todos los rincones. Las
hierbas crecen a sus anchas por el recinto, incluso un árbol brota del antiguo
horno. Ya dentro, las naves donde llegaron a trabajar 600 obreros han perdido
cualquier resto de sus tiempos de intensa producción, hasta el punto de
convertirse en un lugar desolador.
En los últimos cinco años, la
locería ha despertado gran interés entre los saqueadores. Los ladrones han
desvalijado por completo las instalaciones, entrando bien en busca de vajillas
o de cobre. Muchos se han marchado cargados sin más vigilancia que la de un
caballo que durante años campó a sus anchas en las zonas verdes.
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En otras ocasiones, la intervención
de la Guardia Civil ha frustrado sus planes. En 2010 arrestó a una docena de
hombres con cinco furgones repletos de numeroso material, un botín valorado por
aquel entonces en 36.000 euros. Solo ese año detuvo a 21 personas por delitos
contra la fábrica.
El último suceso reciente lo
protagonizaron unos okupas. La tarde del sábado 9 de agosto una llamada alertó
a Bomberos de Oviedo de las llamaradas que salían de un edificio ocupado en su
día por la gerencia. Tardaron varios días en sofocarlo. Los agentes, después de
trabajar día y noche para evitar que los rescoldos se reavivaran, concluyeron
que, sin electricidad ni combustible, solo la presencia humana podría haber
provocado un fuego que desplomó el 80% del techo y, ante el peligro por el mal
estado en que quedó, obligó a acordar su perímetro. En San Claudio a nadie le
extrañó lo sucedido. Los vecinos parecen acostumbrados a ver entrar y salir
gente de la locería.
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Con la madera y el hormigón por el
suelo, y con las estructuras muy dañadas, la fábrica tiene riesgo de nuevos
derrumbes. Algo que no ha desanimado a aquellos que han querido plasmar su obra
gráfica en las paredes. Hay de todo, desde un 'estás muerto' en las naves donde
se apilan los antiguos moldes, a una declaración de amor, 'Josefina quiere a
Manuel', o una constatación que refleja las continuas visitas de extraños con
un 'en esta fábrica me lo paso muy bien'.
En la tienda, donde se celebró una
liquidación para vender los últimos productos en abril de 2009, solo queda
intacto el cartel, colgado del techo, para indicar la salida. Poco ya del
antiguo despacho sindical, en cuyo suelo hay aún restos de la lucha social de
los últimos tiempos.
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Luces y sombras
La historia de la conocida locería
es tan popular como remota. Hay que viajar hasta 1901 para encontrar sus
primeros orígenes, cuando el empresario Senén Ceñal, arropado por comerciantes y
banqueros, arrancó su construcción en la denominada Huerta de Abajo. Con el
sello en azul cobalto en todas sus vajillas, juegos de café o piezas
decorativas, llegó hasta las casas de toda España y cruzó a Buenos Aires, La
Habana o México por los encargos de la colonia de emigrantes.
Eran otros tiempos. No todos buenos.
A lo largo de su historia sobrevivió a varias crisis. Llegó a contar en nómina
con una amplia plantilla y competir con la famosa Cartuja de Sevilla. Tres
décadas después comenzaron sus problemas serios. En 2007 escribió su capítulo
final, con Álvaro Ruiz de Alda como propietario. Tras varios Expedientes de
Regulación de Empleo, el último despidió a 44 trabajadores solo dos años
después. Una mala noticia que derivó en cualquier esperanza de reapertura. El
concurso de acreedores terminó en liquidación.
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La Agencia Tributaria intenta ahora
venderla para recuperar algunas deudas. El próximo 30 de octubre finalizará el
segundo plazo para recibir ofertas y que un nuevo propietario asuma los 23.870
metros cuadrados en estado de ruina.
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Los últimos años
2009. Cerró sus puertas, tras una
intensa lucha sindical y política, la fábrica de loza de San Claudio, creada en
1901 por Senén García. El concurso de acreedores terminó en la liquidación.
2011. El Tribuna Superior de
Justicia de Asturias (TSJA) anula la declaración de Bien de Interés Cultural
(BIC) para la fábrica, que incluía vajillas, moldes y hornos.
2014. La Agencia Tributaria saca a
subasta el recinto fabril, sin ningón tipo de protección, por 1,33 millones de
euros. Tras un primer concurso que quedó desierto, y uno posterior con una
rebaja del 25%, ahora aguarda por ofertas de los posibles interesados.
Un
incendio intencionado arrasa un taller de la Fábrica de Loza de San Claudio
"Esta fábrica es muy divertida,
me lo paso muy bien". Así reza una de las pintadas que pueblan las paredes
de algunas de las naves que aún siguen en pie en la abandonada Fábrica de Loza
de San Claudio. El grafiti sonaba ayer a broma macabra después de que un
espectacular incendio arrasara uno de los talleres de la factoría, y que los
Bomberos creen que fue intencionado.
El fuego comenzó al filo de la
medianoche de ayer y no pudo ser controlado hasta las cuatro de la mañana. En
la nave todavía se guardaban bidones con materiales inflamables que se
utilizaban para la construcción de la loza. Además, el estado de ruina de la
fábrica complicó el trabajo de los Bomberos, que optaron por derribar la
techumbre del edificio -toda ella de madera- que aún no se había venido abajo.
Sobre las 7.30 horas de la mañana
los Bomberos regresaron al lugar para apagar los últimos rescoldos de un suceso
que ha vuelto a indignar a los vecinos de San Claudio, que el pasado mes de
agosto ya vieron cómo el edificio de las oficinas desaparecía pasto de las
llamas -el fuego también fue intencionado- y que tardó varios días en apagarse.
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"Lo que está ocurriendo es
vergonzoso", aseveraba ayer Santiago Menéndez, alcalde de barrio. Menéndez
denunció que la situación de la fábrica "no parece interesarle a
nadie" y que "está perjudicando mucho" a los vecinos, que
sienten como propias unas instalaciones que durante más de un siglo fueron el
motor económico de San Claudio. Los residentes llevan tiempo denunciando que la
fábrica es un punto de reunión de pandillas de jóvenes que rompen cristales,
tiran objetos de loza que aún hay en la fábrica a las cercanas vías del tren,
hacen botellones e incluso, en alguna ocasión, han protagonizado peleas. La
fábrica, que cerró sus puertas en abril de 2009, fue asaltada por grupos
organizados dedicados a la venta de chatarra en más de una ocasión. En la
actualidad el solar, que cuenta con una extensión de 23.870 metros cuadrados,
está tratando de ser vendido por la Agencia Tributaria sin suerte.
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