Hoy os pongo un extenso y
documentado artículo sobre la batalla que se está viviendo para proteger del
derribo a la fundición Averly de Zaragoza.
Autora:
Elena Cabrera en El Confidencial
No
hace tanto tiempo que, bajo las naves de Averly, el infernal caldo de hierro fundido seguía recorriendo los
bebederos e inundando los moldes. En el taller de desbarbado, donde se pulían
las rebabas de las piezas, quedó la última hoja del calendario de 2010 pinchada
en la pared.
A
partir de ahí, y durante varios años, el tiempo se detuvo en el interior de
este complejo de edificios industriales en el centro de Zaragoza. Todo quedó tal cual, como si
a la mañana siguiente los obreros fueran a regresar a colar ese líquido
abrasador, a desmoldar, a eliminar las mazarotas y, en algún descanso, a colgar
un nuevo calendario al que seguir arrancándole meses.
Las
naves abandonadas quedaron sucias y en silencio. En cambio, las estanterías
atestadas, los disciplinados archivos y las maquinarias aún útiles permanecían
vivas, formando parte de la historia de la revolución industrial. Y así,
testigos de la memoria, desde que la familia Hauke, acosada por las deudas y las amenazas de embargo,
decidió vender los 9.000 metros cuadrados del jugoso suelo sobre el que se
levantaba su empresa a la constructora
aragonesa Brial. El contrato se firmó en los primeros meses de 2013.
Imagen del artículo |
Brial pretende derruir la mayor parte, la que no está protegida por un Plan
Especial, de este único ejemplo de villa-factoría perfectamente bien
conservado, que fue construida por Antonio Averly en 1880. Este
complejo de naves y vivienda es “la catedral de la industria”, según el
arquitecto Manuel Humanes Bustamante, que fuera coordinador del Plan
Nacional de Patrimonio Industrial 2001-2011. “Un monumento, una joya, un
joyero”, escribe Humanes en su informe técnico en defensa de Averly. La
propuesta de Brial es tirar con todo lo que no queda afectado por la orden de protección
—la vivienda y la nave de ajustes— y levantar 200 apartamentos en una
torre que alcanzaría las 19 plantas de altura.
Una
joya única
Más
pisos en “una ciudad con todas las obras paralizadas y con miles de viviendas
vacías”, según explica Carlos Bitrián, presidente de la asociación Apudepa
(Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés). Y, para ello,
destruyendo antes “la joya por excelencia del sector metalúrgico-mecánico del
patrimonio español decimonónico”, según define a Averly el miembro de la Real
Academia de Ingeniería de España, Manuel Silva Suárez.
Humanes
dice que Averly es “un maravilloso museo vivo” del que puede
extraerse, gracias a la meticulosidad de las generaciones de propietarios, todo
lo que hay que saber sobre el arte y la historia de la doblegación del hierro.
Allí estaban los talleres de maquinaria, de fundición, de carpintería con todas
sus máquinas y herramientas. Y en la nave de modelos, unos 10.000 hechos de
madera para fundir piezas de maquinaria, 25 modelos en yeso y madera para arte
industrial y esculturas artísticas, un fondo de 30 series documentales que
abarcan correspondencia desde 1863, inventarios desde 1910, 30.000 planos de
proyectos desde 1853, balances, registros, fotografías, nóminas… todo, absolutamente
todo estaba dentro de Averly. Pero ya no.
Ante
la presión de la nueva propietaria, que desea demoler lo antes posible, la
familia ha vaciado precipitadamente el contenido, extrayendo de su lugar las
piezas y guardándolas en unos almacenes en su mayor parte, destinando lo que no
a chatarra. No obstante, ahora mismo, el derribo, que estaba previsto para enero de 2014, está paralizado a la espera de que el Tribunal
Superior de Justicia de Aragón se pronuncie sobre el recurso
interpuesto por Apudepa contra la Orden de la Diputación General de Aragón que
protege solamente una parte de Averly. Y la protege, además, con una categoría
secundaria: Bien Catalogado en
lugar de Bien de Interés Cultural (BIC).
No solo los informes de ocho expertos avalan que la
factoría Averly es BIC,
sino también lo hace indirectamente el Consejo de Patrimonio, que incluyó en 2011 la Fundación Averly
entre los cien bienes a proteger en el Plan Nacional de Patrimonio Industrial (2011)
del Ministerio de Cultura.
Una relación que la equipara con las minas de Río Tinto en Huelva o la Fábrica de Armas de Toledo, entre
muchos otros. Es más, la Comisión de Seguimiento del Plan Nacional solicitó a
principios de 2014 que Averly fuera catalogado, en su integridad, como Bien de
Interés Cultural.
Una villa-factoria
excepcional
Porque el gran valor de Averly no es la vivienda, la
nave de ajustes, los miles de modelos o sus chimeneas, sino el conjunto. La
excepcionalidad de ser una villa-factoría donde la vivienda de los dueños está
integrada en el mismo complejo productivo, algo inusual en España pero que
tiene su origen en las costumbres industriales del centro de Europa y que Antonio Averly trajo de Francia. Para
el presidente de Apudepa, es la combinación de “patrimonio mueble más
patrimonio inmueble más fondo documental” lo que hace a Averly único en España.
“Se pueden extraer —explica con entusiasmo— caudales de información sobre el
proceso de industrialización porque Averly es como un gran yacimiento arqueológico para la era industrial”.
Vaciarlo sin la supervisión de historiadores e ingenieros, se equipara, según
Bitrián, a retirar los bienes de ese yacimiento sin extraer la información que
les aporta su contexto.
En
el muro que guarda la villa-factoría, ajardinados los caminos de su interior y
jalonados con estatuas, hay dos puertas cerradas. Sobre la más pequeña, se
advierte una placa de relieve de hierro fundido. En ella, se representa una
alegoría de la industria mediante una mujer vestida con indumentaria clásica y
grácilmente recostada sobre herramientas del trabajo industrial. Durante
décadas, bajo ella pasaban patronos y obreros cada día a tiznarse de carbón,
acarrear cargas y respirar los gases inflamados del metal. Hoy, la única
persona que pasa bajo esa placa es Carmen Hauke.
Carmen
vive dentro de Averly, sola y confinada en el piso de abajo del edificio vivienda
del complejo. Por contrato, posee el usufructo de la casa hasta que se produzca
el derribo. Como le pasaba a su hermano, no le gusta la idea de hacer de Averly
“un museo” pues le suena “a muerto”. Para ella, Averly tendría que ser “un
museo pero viviente”, es decir, que las vagonetas siguieran cargando el horno
de hierro y carbón, que los encargos fluyeran, que los trabajadores regresaran
y Averly fuera un sitio de formación de un oficio “que ya no se sabe hacer en
un mundo en el que todo se trae de China”. “Lo que se necesita en España, que
se haga en España”, reclama Hauke.
Ella
y los dos hijos herederos de su hermano no recibirán los 5,5 millones de euros
que les restan por cobrar de la venta a Brial hasta que no se construyan y se
vendan los pisos. Con los 2,5 millones que ya han recibido, han saldado las
deudas con el Ayuntamiento (9.800
euros de IBI), los bancos, los proveedores y las indemnizaciones de sus
trabajadores. La paradoja es que una de las órdenes de embargo que pendía sobre
Averly la había iniciado el Ayuntamiento de Zaragoza por una cantidad
considerablemente inferior a los 350.000 euros que el propio consistorio
adeudaba a la empresa por la expropiación de unos terrenos años antes. La ley
impide abonar el dinero de una expropiación a una empresa que tiene cargas. “Si
el Ayuntamiento hubiera pagado cuando estaba asignado que lo hiciera, no
estaríamos así”, se lamenta Carmen.
Ese “así” es complicado. La Comisión de Urbanismo de Zaragoza aprobó, con los votos a favor del PSOE y el PP, el impulso del plan especial de Averly el 18 de septiembre. Pero, como señala Apudepa, este plan choca frontalmente con el Plan General de Ordenación Urbana de Zaragoza, al que está supeditado y que en cambio no permite elevar más de ocho plantas, frente a las 19 que se autorizan. Por otro lado, al inmiscuirse Apudepa en la defensa de Averly consiguió una medida cautelar que paralizaba el derribo pero también la petición por parte de la fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Aragón de un aval de un millón de euros, por las posibles pérdidas que Brial pudiera tener debido al retraso de la demolición (lucro cesante). Apudepa no pagó esa cantidad, que calificó de “desorbitada” y elevó su queja al Tribunal Supremo, que aconsejó no hacer nada hasta que el Superior de Aragón no se pronuncie
En semejante enredo judicial están entretenidos los protagonistas de esta historia que podría resolverse, en el sentido que sea, siempre con un alto coste: la pérdida de patrimonio si el Ayuntamiento y la justicia no hace nada por evitarlo o bien la pérdida de una importante cantidad de dinero —al menos los 2,5 millones de euros que ya han invertido— con la que las arcas públicas deberían compensar a Brial por la intocable catalogación de BIC para Averly.
Imagen del artículo |
Refundación de Averly
Apudepa, que forma parte de la plataforma ciudadana
Salvemos Averly, tiene una propuesta. Está trabajando en un proyecto abierto de
refundación de la fundición, en el caso de que la protección salga adelante,
con semejanzas a otras reconversiones industriales-culturales como Tabacalera yMatadero en Madrid o la Cuenca del Ruhr en Alemania. Los
planes incluirían un taller de aprendizaje sobre la fundición y trabajo con la
maquinaria existente, tanto para la creación de nuevas piezas como la
restitución de aquellas que se hicieron en Averly para maquinaria en
funcionamiento en Zaragoza. Un
centro de Información del Patrimonio Industrial. Un espacio que dotara
de equipamientos a colectivos autogestionados y comunitarios. Y, finalmente,
espacios verdes y abiertos para todos, en los jardines.
Apudepa plantea cinco fases y un coste total de 9,8
millones de euros. “Que es dinero”, admite Carlos Bitrián, “pero nada comparado
con lo que supondría en patrimonio para Aragón”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario