Interesante artículo de Lucia Alcolea que trata sobre el Molino de Carrejo sito en Cabezón de la Sal (Cantabria)
Si se observa el Molino de Carrejo, en Cabezón de la Sal, desde el cielo, como en un plano picado, su forma recuerda al cuerpo de una serpiente, gruesa al principio -donde está el edificio del molino en sí- y más estrecha al final -donde está el canal que conduce el agua hasta la presa-. Parece especial y lo es porque se trata del primer molino de río de Cantabria y a partir del próximo mes de febrero, según explicó el concejal de Turismo, Gustavo González Monterrubio, se ofrecerán visitas guiadas gratuitas que permitirán contemplar el funcionamiento y la razón de su existencia.
«La explotación de este Molino como museo responde a un convenio al que llegó el Ayuntamiento con los propietarios hace ya unos cuantos años», indicó Monterrubio, añadiendo que «ellos mantienen este legado y el Ayuntamiento lo utiliza y lo explota como punto de interés turístico». De forma que así la historia se mantiene en el presente y se da a conocer a vecinos y visitantes. Entre sus explicaciones, el concejal recuerdó que muchos de los molinos de Cantabria han desaparecido y otros tantos parecen condenados a ello «si no se adoptan las políticas de conservación adecuadas».
Imagen de la noticia |
Pero eso no ha sucedido con el Molino de Carrejo, que lleva desde el siglo XVIII en funcionamiento -se desconoce la fecha exacta de su construcción, pero la primera referencia al mismo data de 1752- y que se construyó para la molienda de maíz, entre otros cereales. Un molino de río que desde su construcción ha sufrido muy pocas modificaciones, a parte de las propias labores de mantenimiento, explicaron desde la Oficina de Turismo de Cabezón de la Sal. La inmensa mayoría de su mobiliario es original, coetáneo al siglo dieciochesco en que se construyó.
«El Molino de Carrejo es testimonio de la denominada 'Revolución del Maíz'», según los documentos aportados por la Oficina de Turismo de la localidad, «porque este cereal americano permitió cubrir el gran déficit de producción de cereales en el norte de España». En este húmedo clima, al que los tradicionales cereales mediterráneos se adaptaban mal y producían rendimientos muy bajos, la introducción del maíz supuso un claro de sol que mejoró la alimentación de los cántabros.
El edificio en cuestión se compone de dos pisos independientes que recuerdan a una vieja casa de piedra. Sin embargo, una vez dentro, todo cambia. En la planta baja, llamada infierno o cárcava, se encuentra la rueda hidráulica y en la planta alta o principal hay varias dependencias. En una de ellas hay dos juegos de ruedas con su tolva y su cajón para recoger la harina. En las otras dos estancias vivía el molinero (cocina y dormitorio). El conjunto recuerda a una casa de muñecas del siglo XVIII a tamaño real.
El Molino está construido sobre un cauce poco profundo alejado del río Saja para evitar las inundaciones. Aprovechando lugares con cierto desnivel, el agua se capta río arriba construyendo una pequeña presa y se desvia después hacia el canal.
Modelo histórico
El resultado es todo un ejemplo del buen uso de las energías renovables y una aportación histórica para el que se acerque a visitarlo. Entusiasmado, Monterrubio no duda del éxito de este museo y de este tipo de iniciativas. «No descarto llegar a nuevos acuerdos con los distintos propietarios del gran número de lugares de interés cultural y de gran riqueza patrimonial para el municipio», concluyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario