Hoy quiero dedicar la imagen del día a esta noticia sobre el molinero Benjamín Riestra Amieva, uno de los pocos que siguen realizando este ya casi extinto trabajo, toda una tradición, pues los molinos de la zona van desapareciendo poco a poco.
Benjamin Riestra Amieva frente al molino, imagen de la noticia |
Os transcribo el texto de la noticia
Hace algún tiempo los molinos se esparcían por toda la geografía del concejo y los molineros representaban la máxima expresión de un país en el que la agricultura era una importante pata sobre la que se sustentaba la economía. Hoy en día el descenso de la actividad ganadera y agrícola, junto a los avances técnicos, se han llevado por delante a los molineros y han convertido a los molinos en un vago recuerdo de tiempos pasados. Sin embargo, en la Huera de Meré, el entrañable Benjamín Riestra Amieva, de 86 años, se niega a abandonar una tradición familiar iniciada por su padre y en la que lleva trabajando desde los 15 años. En la actualidad no tiene competencia, pues los molinos que quedaban en la zona han ido desapareciendo.
«Mis padres eran de Meré. Tras casarse vinieron aquí al molino a vivir y a trabajar», recuerda. Benjamín pasa los días junto al molino, sin dejarlo ni un momento: «Aquí en la Huera paso el día desde por la mañana a la noche. A dormir voy a casa de mi hijo en Posada, pues hace tiempo me dio una angina de pecho y no me dejan dormir aquí solo», confiesa. Riestra dedica el día a moler maíz. «Esto no es una gran industria, pero aquí viene gente a moler de todo el concejo de Llanes, de Ribadesella y de Cabrales. Este es el único molino que queda en la zona y mis hijos me ayudan cuando pueden», sostiene. ¿El secreto de una buena molienda? «Las piedras del molino no pueden coger ni un papel de fumar», asevera.
La situación del molino es complicada desde que la riada de junio de 2010 se llevó por delante el puente de acceso al mismo, construido por el propio Benjamín hace 20 años. Tras el percance, entre sus hijos y algún conocido repusieron la estructura de forma precaria con madera de un chopo y dos raíles sobre los que colocaron unas puertas. La precariedad de la infraestructura provocó que hace un mes cayese al río la totalidad de una molienda. A pesar de la aparente peligrosidad de la estructura y de sus problemas en las rodillas, Benjamín cruza sin miedo el puente, apoyado en una vara, pero sus hijos han solicitado ayuda al Ayuntamiento para construir un nuevo puente. «Les dijeron que no había perras y que lo arreglarían a la vez que hiciesen las obras de la escollera de Rales», dice, y remata: «sólo pido que hagan como cuando la última riada que derribó el puente hace 20 años. De aquella el Ayuntamiento nos dio el material y nosotros pusimos la mano de obra».
De momento, la Alcaldesa de Llanes, Dolores Álvarez Campillo, ha declarado que esta actuación es competencia de la Confederación Hidrográfica, que ha planteado restituir el puente en una actuación conjunta que llevarán a cabo junto a las obras de refuerzo de la escollera de Rales, de momento paralizadas por la negativa de algunos vecinos a ceder terreno para la actuación.
Benjamín entre tanto, rememora los momentos de gloria de una profesión antaño de capital importancia. Mientras, entre saco y saco de maíz mata el tiempo trabajando en uno de sus pasatiempos favoritos, la carpintería, haciendo soportes para las guadañas y rastrillos para atropar el verde. Benjamín, el último guardián de una tradición ancestral que tiene las horas contadas.
Lne
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