Como sabemos, la
procedencia del arroz es del lejano Oriente sin que importe concretar si se
trata de la China, India o de otro país. Respecto a España parece ser que el
cultivo de esta planta gramínea la introdujeron los conquistadores árabes.
En tiempos de la
Reconquista funcionaban en Sueca dos molinos de arroceros. El rey Pedro I el
Grande dio autorización en 1282 a los labradores valencianos para que trillaran
y molieran arroz donde quisieran.
Aquí, en Alzira, los
de mi generación conocimos dos importantes molinos de arroz: el de Brígida
Gimeno Castillo, en el Camí Nou de Gandía -hoy convertido en gasolinera- y del
que nos vamos a ocupar hoy, el de Francisco Montagud Copoví, en el “Camí de
Xàtiva”.
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Francisco Montagud
Copoví, un longevo fallecido a la respetable edad de 93 años, era un industrial
molinero oriundo de l’Enova, quien a principios de mil novecientos trabajaba en
su molino que tenía en Senyera. Mediado el primer cuarto de este siglo tuvo el
proyecto de trasladarse con su familia -esposa y cinco hijos- al delta del
Ebro, en Tortosa, Amposta o San Carlos de la Rápita donde las extensiones de
plantaciones de arroz son inmensas; pero Asunción, su esposa, le convenció para
establecerse en lugar más cercano. El señor Montagud hizo gestiones con el
propietario de un molino de Alzira donde trabajaría más de medio siglo adquiriéndolo
y trasladándose con su familia hasta Alzira donde nació su último hijo, Luis,
con el que contabilizó cinco varones y una hembra.
El molino de Montagud
fue en su época el segundo de la provincia de Valencia en capacidad de
producción, ya que despachaba en sus muelas entre 25.000 y 30.000 kilos de
arroz cada día. La maquinaria se situaba en la parte baja de la casa que vemos
en la fotografía de los años 20 hoy tapiada su entrada, nivel por donde
discurría el agua, fuerza hidráulica que hacia mover las piedras de moler
procedente este elemento del barranco de la Casella y otra del de Cogullada;
maquinaria que aún se conserva, fuera de uso, me contaba Francisco Montagud
Ricart, primogénito de la familia. Su padre, viendo el peligro que corrían las instalaciones
por las inundaciones del Júcar, adquirió una máquina de vapor de una de las
fabricas de papel de fumar de Alcoy para mover el nuevo molino que instaló en
la primera planta alimentándose para el funcionamiento del pallús -cáscara de
arroz- de la que también se aprovisionaban los horneros y fabricantes de hielo;
unos para combustible y los otros para la conservación. Para la instalación de
la nueva maquinaria adquirió los terrenos colindantes llegando el edificio
hasta la carretera y primitivo puente sobre el “barranquet”.
El florecimiento y
auge de Arrocerías Montagud arranca quizás en 1914 cuando comenzaba la I Guerra
Mundial habiendo por ello una gran demanda desde el centro de Europa.
El arroz fue el único
cereal que contaba con tradición exportadora en España alcanzando la cifra de
50.000 toneladas anuales. En 1933 se hundió definitivamente la exportación al
perderse el mercado británico, cuando se concedió en la Conferencia de Ottawa
grandes ventajas arancelarias a Birmania. Fue cuando Francisco Montagud, junto
con otros industriales de la comarca, instalaron un molino en Londres, a
orillas del Támesis, puesto que el arroz en cáscara que ellos enviaban a la
Gran Bretaña no pagaba aranceles y de allí era más fácil, una vez elaborado,
exportarlo. Mientras tanto, aquí en la Ribera, el arroz, en la época de la
Guerra Civil y después en los años 40, sirvió de gran ayuda para paliar el
hambre de los habitantes de estas tierras.
En plena II Guerra
Mundial recordamos unos enormes camiones alemanes que movidos por gasógeno y
conducidos por un solitario chofer al que acompañaba un perro lobo venían hasta
Alzira para aprovisionarse de arroz para alimentar a las fuerzas del Eje.
Arrocerias Montagud, a
través de la Federación Sindical de Agricultores Arroceros, se encargaban de
realizar envíos a través del ferrocarril, unas siete toneladas de arroz cada
día, que era distribuido en toda la geografía nacional y fuera de nuestro país;
pues la Federación afrontó el problema de colocar los excedentes de producción.
Como dato curioso, el arroz valenciano viajó hasta países diversos, incluidos
Japón, Indochina y Filipinas que pertenecen al lejano Oriente, de donde se
supone que vino el arroz.
En 1973, debido a la
transformación citrícola, al envejecimiento de la maquinaria y a no tener
relevo familiar, los hermanos Francisco, José, Manuel -único fallecido- Rafael,
Asunción y Luis, que toda su vida habían dedicado a la industria que creó su
padre, junto con otros problemas relacionados con la misma, decidieron cerrar el
molino del “Pont de Xàtiva”, que tras casi 60 años se había dedicado a elaborar
un producto del que todos los valencianos estamos orgullosos y consumimos con
mucho agrado todos los días.
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