Artículo
de Luis Miranda para ABC Sevilla
Hace ahora quince años, el 11 de
julio de 2017, los ciudadanos podían visitar por primera vez uno de los molinos
del Guadalquivir, que habían sido capitales en Córdoba durante siglos y que
tras la modernización habían ido quedando sin uso. Era el molino de la Alegría,
desde entonces Museo Paleobotánico. Se invirtieron en él más de 833.000
euros, y era el primero de los que tenían que venir después.
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Ahora, tres lustros más tarde,
Córdoba ha invertido más de tres millones de euros en recuperar tres
molinos, pero sólo el primero, que forma parte del Jardín Botánico, se
puede visitar de forma regular. Así, en 2006 vio la luz el Molino de
Martos, con un ambicioso proyecto en que se convirtió en un museo sobre el río.
La inversión fue de 1,8 millones de euros, con proyecto del arquitecto Juan
Navarro Baldeweg.
Ahora el Ayuntamiento, como confirmó
la concejala de Infraestructuras, Amparo Pernichi, sólo lo abre en primavera
y otoño, los picos del turismo. En este año, entre el 19 de abril y el 10 de
junio. El resto del año no se pueden concertar visitas. El Molino de San
Antonio es el tercero, con un presupuesto de 494.000 euros y vio la luz en
2008, entre el Puente Romano y la Calahorra. Debía ser un centro «cultural
y de ocio», pero apenas ha acogido algunas exposiciones.
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Mientras, casi una decena de molinos
más siguen a la espera de una intervención. Entre ellos, el más emblemático de
todos, el de la Albolafia, cuya noria figura en uno de los dos escudos
de Córdoba, y que vuelve a estar semioculto por la amplia vegetación de la
zona, pese a la limpieza de 2013.
Fuente
de la noticia http://sevilla.abc.es
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