Artículo
de Dulce Xerach (vicepresidenta de los
Amigos de El Tanque y profesora de Destinos de Turismo Cultural de
la Universidad Europea de Canarias.
La propuesta es crear, en torno a El Tanque, una
plaza-jardín de plataneras, como reflejo del paisaje agrícola histórico que
existió en estos terrenos previamente.
En Tenerife, antes de
El Tanque, no habíamos oído hablar de arquitectura industrial, ni de patrimonio
industrial, lo confundíamos con cierto patrimonio etnográfico, pero desde 1997
estamos en el mapa mundial de lo que es entender, sufrir y defender este tipo
de patrimonio cultural.
Al final, y a pesar de todas las dificultades que tuvimos desde que
abrió por primera vez sus puertas como espacio de cultura, el 11 de julio de
1997 hasta hoy lo hemos convertido -casi milagrosamente- en un centro cultural
que es a la vez un museo y un centro de creación, en el que las artes plásticas
se codean con la música, el cine, la literatura y la filosofía.
Visto desde la
distancia creo que lo saqué adelante porque era tan joven y tan inocente que
hice justo lo que sentía, sin ninguna concesión. Todo el proceso fue un ejercicio puro de libertad,
guiado por el único deseo de apostar por la cultura. Lo excepcional fue que un
político poderoso como era Adán Martín en aquel momento hiciera caso a su
consejera de cultura y a un grupo de artistas hippies, atrevidos y muy
creativos y lucháramos todos juntos, desde el Cabildo de aquel entonces y desde
la sociedad civil, para que no se demoliera. Fue una idea realmente muy
valiente. La cuestión era hacer que a la gente le gustara que nosotros
hiciéramos algo así. Y al final lo conseguimos.
Fue una batalla
colectiva y en esta ocasión tan especial le he preguntado a alguno de los
protagonistas, a los que lo defendieron codo con codo conmigo, qué siente 20
años después, Carlos Díaz-Bertrana me contestó que "La primera vez que
entré en El Tanque ante su solemne oscuridad me dije ¡Ños, parece una catedral
industrial! Estos 20
años han servido para confirmar las grandes posibilidades que tiene para hacer
actividades culturales y para alimentar una frustración. No hemos conseguido
sacarle ni el 10% de su potencialidad. Podría ser el gran espacio de la
cultura viva de Canarias. No lo es aún, se mantienen gracias a Keroxen, a los
Amigos de El Tanque y a la complicidad de una minoría entusiasta... Pero como
decía mi amigo Pedro González: esto no hay quien lo pare. Y Miriam
Durango, me contó que su reflexión 20 años después es que "es todo un
emblema de recuperación del patrimonio industrial como memoria histórica. Su
conversión en infraestructura multicultural posibilitó la acogida, debido a sus
especiales características, de lo más destacado del panorama internacional,
especialmente de las vanguardias tecnológicas -con las que ella tuvo mucho que
ver-. Arte/Ciencia/Tecnología han encontrado en este espacio un
interlocutor imprescindible, para poder comprender desde nuestra lejanía la
necesidad de experimentación de vanguardia."
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Muchas otras personas
fueron muy importantes en esta batalla que libramos a veces en voz alta y a
veces en silencio, Víctor Pablo Pérez, Carmelo y Martín Rivero, Paco Pomares,
Dodes Camalich y tantos otros, como todo el imprescindible y esencial equipo
del Festival Keroxen.
Sirva de ejemplo sobre
las dificultades por las que pasábamos un pequeño texto que ha escrito Carlos
Belda: "Un día, cuando estábamos entregando toda nuestra energía en
defender la pervivencia de El Tanque como espacio cultural para la ciudad de
Santa Cruz, un amigo arquitecto me llamó por teléfono y me preguntó ¿por qué
coño quieres mantener ese adefesio en pié? mi amigo, que creo formaba parte de
alguno de los comités de decisión de la ciudad, tuvo la sensibilidad de
contrastar su opinión conmigo que estaba claramente involucrado en la defensa
de ese espacio. Me
cogió corriendo entre robarle el agua de obra a Cepsa y la luz al Ayuntamiento.
Ese era el nivel de funcionamiento. Mi respuesta, después de frotarme las manos
en las perneras fue la siguiente: Coño Pepe, después de que esta ciudad haya
dejado pasar la exposición surrealista del 35 sin pena ni gloria, semejantes
estúpidos, podrían tener hoy en día obras de los artistas más cotizados en el
mundo si hubiesen sido inteligentes. Creo que es hora de tener un espacio
dedicado a la creación vanguardista, al menos como desagravio al error social
cometido en el 35. Creo que convencí a mi amigo, y que el entusiasmo de los que
lo defendimos, aportó algo a la imagen exterior de Santa Cruz de
Tenerife."
Desde el punto de
vista de la Arquitectura, el proyecto del Espacio Cultural "El
Tanque" diseñado por Fernando Menis -no cabe hoy quitarle méritos a él
porque fue él y no otro quien lo descubrió y lo transformó, por el que no cobró
para ayudar a hacer el proyecto posible- se basó en conservar el aspecto
esencial y original del depósito de crudo, resolviendo de una forma elemental
la necesidad de acceso, buscando una calidad constructiva propia de una obra de
carácter atemporal. Para
ello empleó materiales reciclados de la propia refinería que estaba
desmantelándose a su alrededor, creando, entre los dos muros originales
existentes, el espacio de acogida con un pequeño vestíbulo, zona de información
y aseos. Una puerta pivotante de acero (reciclada del tanque de al lado) de
cinco metros de anchura facilita el acceso a un pequeño edificio. La suave
rampa del pavimento, junto con el techo y paredes laterales, configuran un
espacio de acusada perspectiva, que proporciona una gran profundidad visual que
provoca un efecto de presión sobre el visitante. La definitiva entrada al
interior del tanque se realiza a través de una segunda rampa de acero (también
reciclada de otros tanques), que actúa como recorrido iniciático de preparación
para el acceso al sorprendente y monumental espacio industrial interior.
Conforme continuaba la
obra y avanzaba a la vez el desmantelamiento de la refinería se iban
aprovechando otros materiales: grandes chapones que dieron lugar a la puerta
pivotante de El Tanque, torres de luz que iluminan el espacio exterior,
antiguos bidones de CEPSA convertidos en improvisados lucernarios, y un sin fin
de pequeños elementos que encontraron un nuevo uso antes de ir al desguace. Todo en El Tanque es reciclado, y en eso también fue
avanzado para su época. Como complemento la actuación añade otro objeto extraño
rescatado del olvido de los muelles, un antiguo finger de pasajeros
del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, descontextualizado, que sirve ahora de
pasarela para acceso a El Tanque desde la calle.
Sus posibilidades
físicas y funcionales hicieron posible su incorporación a la ciudad como un
espacio cultural excepcional, un imponente cilindro que puede ser ocupado de
forma libre por instalaciones artísticas de diferente naturaleza, ofreciendo un
insólito lugar de actividades culturales alternativas.
Coincidiendo, en este
2017, con el 20 aniversario de este extraño espacio cultural, actualmente
declarado patrimonio industrial (Bien de Interés Cultural de carácter
industrial), desde 2014, y tras largos años de lucha por este expediente,
Fernando Menis recibió hace unos meses el encargo de dar el siguiente paso,
relativo al proyecto para la rehabilitación del entorno del Espacio Cultural
"El Tanque".
Este proyecto del entorno propone la urbanización de todo el perímetro
de El Tanque mediante la creación de una plaza-jardín de plataneras en toda la
explanada de entrada, como reflejo del paisaje agrícola histórico que existió
en estos terrenos previamente a la instalación de la refinería de Cepsa en esta
zona en la década de 1930 intentando algo que va más allá de la mera
conservación y reutilización, operando desde una filosofía que permita al
visitante leer un orden anterior, las huellas de la historia. Se trata de un
proyecto paisajístico con alto contenido botánico que busca un acercamiento
mágico, como si la naturaleza invadiera las ruinas industriales, la presencia recia
e impetuosa de este antiguo y gigantesco tanque de petróleo.
La planta protagonista
es la Musa Paradisiaca de las que se quieren plantar en torno a 700
unidades. En el
interior del perímetro del muro original del tanque se plantan cipreses, que
igual que la gran mayoría de las coníferas, son de hoja perenne, pudiendo
alcanzar los 20 m de altura con un diámetro aproximado de unos 60 cm, tratando
de generar en el espectador una suerte de culto romántico hacia estas ruinas
industriales hoy reutilizadas para el arte.
Ahora solo hace falta que además del Gobierno de Canarias, que ya se ha
sumado a esta iniciativa costeando el anteproyecto, se sumen también el Cabildo
de Tenerife y el Ayuntamiento de Santa Cruz: ¿Por qué no?
Fuente
de la noticia http://eldia.es
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