Patrimonio Industrial nacional e internacional

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miércoles, 26 de julio de 2017

El Tanque, 20 años de arquitectura industrial y un reto de futuro. Tenerife

Artículo de Dulce Xerach (vicepresidenta de los Amigos de  El Tanque y profesora de Destinos de Turismo Cultural  de la Universidad Europea de Canarias.

La propuesta es crear, en torno a El Tanque, una plaza-jardín de plataneras, como reflejo del paisaje agrícola histórico que existió en estos terrenos previamente.

En Tenerife, antes de El Tanque, no habíamos oído hablar de arquitectura industrial, ni de patrimonio industrial, lo confundíamos con cierto patrimonio etnográfico, pero desde 1997 estamos en el mapa mundial de lo que es entender, sufrir y defender este tipo de patrimonio cultural.

Al final, y a pesar de todas las dificultades que tuvimos desde que abrió por primera vez sus puertas como espacio de cultura, el 11 de julio de 1997 hasta hoy lo hemos convertido -casi milagrosamente- en un centro cultural que es a la vez un museo y un centro de creación, en el que las artes plásticas se codean con la música, el cine, la literatura y la filosofía.

Visto desde la distancia creo que lo saqué adelante porque era tan joven y tan inocente que hice justo lo que sentía, sin ninguna concesión. Todo el proceso fue un ejercicio puro de libertad, guiado por el único deseo de apostar por la cultura. Lo excepcional fue que un político poderoso como era Adán Martín en aquel momento hiciera caso a su consejera de cultura y a un grupo de artistas hippies, atrevidos y muy creativos y lucháramos todos juntos, desde el Cabildo de aquel entonces y desde la sociedad civil, para que no se demoliera. Fue una idea realmente muy valiente. La cuestión era hacer que a la gente le gustara que nosotros hiciéramos algo así. Y al final lo conseguimos.

Fue una batalla colectiva y en esta ocasión tan especial le he preguntado a alguno de los protagonistas, a los que lo defendieron codo con codo conmigo, qué siente 20 años después, Carlos Díaz-Bertrana me contestó que "La primera vez que entré en El Tanque ante su solemne oscuridad me dije ¡Ños, parece una catedral industrial! Estos 20 años han servido para confirmar las grandes posibilidades que tiene para hacer actividades culturales y para alimentar una frustración. No hemos conseguido sacarle ni el 10% de su potencialidad. Podría ser el gran espacio de la cultura viva de Canarias. No lo es aún, se mantienen gracias a Keroxen, a los Amigos de El Tanque y a la complicidad de una minoría entusiasta... Pero como decía mi amigo Pedro González: esto no hay quien lo pare. Y Miriam Durango, me contó que su reflexión 20 años después es que "es todo un emblema de recuperación del patrimonio industrial como memoria histórica. Su conversión en infraestructura multicultural posibilitó la acogida, debido a sus especiales características, de lo más destacado del panorama internacional, especialmente de las vanguardias tecnológicas -con las que ella tuvo mucho que ver-. Arte/Ciencia/Tecnología han encontrado en este espacio un interlocutor imprescindible, para poder comprender desde nuestra lejanía la necesidad de experimentación de vanguardia."

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Muchas otras personas fueron muy importantes en esta batalla que libramos a veces en voz alta y a veces en silencio, Víctor Pablo Pérez, Carmelo y Martín Rivero, Paco Pomares, Dodes Camalich y tantos otros, como todo el imprescindible y esencial equipo del Festival Keroxen.

Sirva de ejemplo sobre las dificultades por las que pasábamos un pequeño texto que ha escrito Carlos Belda: "Un día, cuando estábamos entregando toda nuestra energía en defender la pervivencia de El Tanque como espacio cultural para la ciudad de Santa Cruz, un amigo arquitecto me llamó por teléfono y me preguntó ¿por qué coño quieres mantener ese adefesio en pié? mi amigo, que creo formaba parte de alguno de los comités de decisión de la ciudad, tuvo la sensibilidad de contrastar su opinión conmigo que estaba claramente involucrado en la defensa de ese espacio. Me cogió corriendo entre robarle el agua de obra a Cepsa y la luz al Ayuntamiento. Ese era el nivel de funcionamiento. Mi respuesta, después de frotarme las manos en las perneras fue la siguiente: Coño Pepe, después de que esta ciudad haya dejado pasar la exposición surrealista del 35 sin pena ni gloria, semejantes estúpidos, podrían tener hoy en día obras de los artistas más cotizados en el mundo si hubiesen sido inteligentes. Creo que es hora de tener un espacio dedicado a la creación vanguardista, al menos como desagravio al error social cometido en el 35. Creo que convencí a mi amigo, y que el entusiasmo de los que lo defendimos, aportó algo a la imagen exterior de Santa Cruz de Tenerife."

Desde el punto de vista de la Arquitectura, el proyecto del Espacio Cultural "El Tanque" diseñado por Fernando Menis -no cabe hoy quitarle méritos a él porque fue él y no otro quien lo descubrió y lo transformó, por el que no cobró para ayudar a hacer el proyecto posible- se basó en conservar el aspecto esencial y original del depósito de crudo, resolviendo de una forma elemental la necesidad de acceso, buscando una calidad constructiva propia de una obra de carácter atemporal. Para ello empleó materiales reciclados de la propia refinería que estaba desmantelándose a su alrededor, creando, entre los dos muros originales existentes, el espacio de acogida con un pequeño vestíbulo, zona de información y aseos. Una puerta pivotante de acero (reciclada del tanque de al lado) de cinco metros de anchura facilita el acceso a un pequeño edificio. La suave rampa del pavimento, junto con el techo y paredes laterales, configuran un espacio de acusada perspectiva, que proporciona una gran profundidad visual que provoca un efecto de presión sobre el visitante. La definitiva entrada al interior del tanque se realiza a través de una segunda rampa de acero (también reciclada de otros tanques), que actúa como recorrido iniciático de preparación para el acceso al sorprendente y monumental espacio industrial interior.

Conforme continuaba la obra y avanzaba a la vez el desmantelamiento de la refinería se iban aprovechando otros materiales: grandes chapones que dieron lugar a la puerta pivotante de El Tanque, torres de luz que iluminan el espacio exterior, antiguos bidones de CEPSA convertidos en improvisados lucernarios, y un sin fin de pequeños elementos que encontraron un nuevo uso antes de ir al desguace. Todo en El Tanque es reciclado, y en eso también fue avanzado para su época. Como complemento la actuación añade otro objeto extraño rescatado del olvido de los muelles, un antiguo finger de pasajeros del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, descontextualizado, que sirve ahora de pasarela para acceso a El Tanque desde la calle.

Sus posibilidades físicas y funcionales hicieron posible su incorporación a la ciudad como un espacio cultural excepcional, un imponente cilindro que puede ser ocupado de forma libre por instalaciones artísticas de diferente naturaleza, ofreciendo un insólito lugar de actividades culturales alternativas.

Coincidiendo, en este 2017, con el 20 aniversario de este extraño espacio cultural, actualmente declarado patrimonio industrial (Bien de Interés Cultural de carácter industrial), desde 2014, y tras largos años de lucha por este expediente, Fernando Menis recibió hace unos meses el encargo de dar el siguiente paso, relativo al proyecto para la rehabilitación del entorno del Espacio Cultural "El Tanque".

Este proyecto del entorno propone la urbanización de todo el perímetro de El Tanque mediante la creación de una plaza-jardín de plataneras en toda la explanada de entrada, como reflejo del paisaje agrícola histórico que existió en estos terrenos previamente a la instalación de la refinería de Cepsa en esta zona en la década de 1930 intentando algo que va más allá de la mera conservación y reutilización, operando desde una filosofía que permita al visitante leer un orden anterior, las huellas de la historia. Se trata de un proyecto paisajístico con alto contenido botánico que busca un acercamiento mágico, como si la naturaleza invadiera las ruinas industriales, la presencia recia e impetuosa de este antiguo y gigantesco tanque de petróleo.

La planta protagonista es la Musa Paradisiaca de las que se quieren plantar en torno a 700 unidades. En el interior del perímetro del muro original del tanque se plantan cipreses, que igual que la gran mayoría de las coníferas, son de hoja perenne, pudiendo alcanzar los 20 m de altura con un diámetro aproximado de unos 60 cm, tratando de generar en el espectador una suerte de culto romántico hacia estas ruinas industriales hoy reutilizadas para el arte.

Ahora solo hace falta que además del Gobierno de Canarias, que ya se ha sumado a esta iniciativa costeando el anteproyecto, se sumen también el Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de Santa Cruz: ¿Por qué no?
Fuente de la noticia http://eldia.es

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