Artículo
de A. Padilla para Lvante-emv
En la Marina Alta, Don Quijote
hubiera visto gigantes a diestro y siniestro. Como los molinos del hidalgo de
la Mancha, los de esta comarca se han disfrazado de algo que no son. Se suelen
confundir con torreones en ruinas. Pero si se mira bien no hay ni rastro de
fiereza en esas estructuras de forma cilíndrica construidas con robustos muros
de piedra de entre un metro y metro y medio de grosor.
Los viejos molinos (todos ellos se
abandonaron a principios del XX) empiezan a coger aire. El Ayuntamiento de
Xàbia y la asociación Xàbia Viva, así como vecinos propietarios de alguna de
estas construcciones, han restaurado los molinos de la Plana del Montgó. Aquí
se conserva, con 11 de estas construcciones, el conjunto más importante de la
Comunitat Valenciana. También Pedreguer está ahora recuperando los dos molinos
que coronan su Tossal dels Molins. El proyecto lo ha redactado el arquitecto
experto en patrimonio Josep Ivars. Las obras, que forman parte del taller de
empleo Verd i Pedra, han permitido dar trabajo a 16 vecinos.
Los molinos empiezan así a escapar
de la ruina. Sus aspas dejaron de girar hace más de un siglo. El tiempo y el
expolio (incluso las pesadas muelas de piedra desaparecieron) fueron socavando
estas recias construcciones. Hace unos años, de los molinos solo quedaban sus
paredes. La cubierta y la bóveda de un cuarto de esfera del primer piso se
habían hundido.
La antiquísima tradición eólica de
la Marina Alta, el recuerdo de una actividad básica en la sociedad rural como
era la de aprovechar la fuerza del viento para moler cereales, estaban a punto
de desaparecer sin dejar rastro.
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Por suerte, el viento volvió a
soplar a favor de los molinos. En 1977, Seijó Alonso publicó el estudio pionero
Molinos de viento en tierras alicantinas. Describía los de la Marina Alta y el
Baix Segura. El testigo lo cogió años después Joaquim Bolufer, actual director
del Museo Soler Blasco de Xàbia. En 1990, gracias al apoyo económico del
servicio de etnología de la conselleria de Cultura, inventarió los molinos de
la Marina Alta. En 1993, catalogó todos los de la Comunitat. O lo que ya
quedaba de ellos.
Este investigador localizó las
ruinas de 46 molinos de los 88 que debieron puntear el paisaje valenciano a
mediados del XIX. La concentración más importante se daba en la Marina Alta,
donde se conservaban vestigios de 28 de estas construcciones de las 37 que
llegaron a funcionar en una comarca que vivía del aire.
En el extremo sur, en las comarcas
del Baix Segura, el Vinalopó y l´Alacantí, existió otro núcleo de molinería de
viento con 27 ingenios. Mientras, al norte de la Comunitat Valenciana, estas
construcciones se levantaban en las estribaciones de la Serra Calderona.
La evidencia del molino más antiguo,
destaca el director del museo de Xàbia, es quizá la ruina del Molí de la Font
del Llimener, en la Vall de Gallinera, al que se le adivina cierta traza
andalusí. Una de las construcciones de la Plana de Xàbia está datada en el XIV.
Los molinos, como antes los riuraus, surgen poco a poco del olvido. Son
gigantes del patrimonio rural.
Fuente
de la noticia http://www.levante-emv.com/
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