Artículo
de Antonio Lorenzo (cronista oficial de Arrecife)
19/09/2011
Los monumento no
tienen necesariamente que salir de las gubias y mazos de un artista, sino que
pueden serlo de los de un artesano, mecánico, algunos artistas lo parecen, y
sobre todo de la sabia, machacona y paciente Naturaleza, que pule, horada o
rompe, para formar las más grandiosas obras de arte.
Hace bastantes años,
cuando se cambió el sistema de iluminación, publicamos solicitando que, por
quien correspondiera, se conservara como monumento, la farola que con su
intermitente luz verde, sirvió durante casi un siglo, para orientar a nuestros
marineros al entrar en el ‘Muelle Grande', como lo hicieran con sus luces rojas
los faroles que, desde mucho tiempo atrás, señalaban la entrada de la ‘Boca de
puerto Naos'. No hicieron caso. Después de tantos años, supongo irrecuperable.
Santa Cruz de Tenerife
si guardó y convirtió en monumento su ‘Farola del mar', que nuestro folclore
nos recuerda constantemente que “ya no alumbra porque no tiene gas”.
Creo que el pasado
año, nos referimos a los molinos que ahora ‘ya sólo adornaban', las que fueron
salinas de La Bufona, de los cuales uno, ya ‘desmochado', parecía un gigante
decapitado. El sábado cuando paseábamos por nuestra Avenida, con el tiempo
propicio, llegaba a nuestros oídos el chirrido musical de las aspas del
superviviente girando y girando.
Hoy lunes, dos días
después, nuestra gran sorpresa. El molino superviviente también había perdido
su cabeza y ya no volveremos a oír más ese sonido de ser casi vivo.
También comentaba en
aquella ocasión, que creía en las dificultades que nuestros responsables
políticos tendrían en conservar esos verdaderos monumentos al trabajo de los
salineros, ya que se encuentran en lo que supongo propiedad privada. Pero, lo
que pudiera ser un interés general de conservación de lo nuestro, que hoy tanto
se pregona, pudiera ser el aliciente que hiciera que esas dificultades se
superaran.
Por su abandono,
parece que los propietarios no tienen ningún interés en su conservación. Quizá
la solución, por ese desinterés, fuera que nuestras autoridades lograran su
entrega y colocación, aunque sea de uno de ellos, en el lugar más oportuno de
nuestra ciudad.
¿Pasará como con
nuestra ‘Farola del mar'?
Imagen de los molinos |
Molinos de La Bufona
Artículo
de Antonio Lorenzo del 02/06/2011
La originalidad no
está en su silueta, ya que también la vemos en antiguas fotografías de los
sedientos desiertos del oeste norteamericano o australianos. La originalidad
está en que los molinos de aquellas lejanas tierras extraen del suelo aguas
'dulces', si se pueden llamar así, mientras que los de nuestras salinas sacaban
agua salada, y cuanto más salada mejor, de los pozos submarinos, para llenar cocederos
y tajos.
Es una decepción que,
saliendo del magnifico entorno de nuestro Castillo de San José, nos encontremos
unas abandonadas salinas que, debidamente recuperadas, serian unos de los
paisajes más atrayentes de nuestra ciudad.
Pero lo que hoy me
trae a este comentario es que, en mi diario paseo por la gran avenida del
litoral arrecifeño, dos molinos, como hermanos gemelos, subsisten en las ya
inexistentes salinas de La Bufona. Uno sin sus aspas, que deben encontrarse en
el suelo, como un gigante recién decapitado, a punto de derrumbarse; y el otro
que se resiste a morir, sobre su, no trípode ya que lo sostienen cuatro rudas
vigas de gruesa madera, un ‘cuatrípode', si se puede admitir el término,
chirriando entre herrumbres y moho, cuando el tiempo favorable lo permite, ya
que su veleta, falta de engrase, no sabe ya orientarlo adecuadamente.
Ya sé de muchas
dificultades, no sólo económicas, sino posiblemente legales, pues se encuentran
en propiedad privada, lo harán muy difícil, pero sería boncito volver a verlos
girar continuamente, como ya, a iniciativa de alguien a quien quiero
agradecerlo, los recuperó y puso en marcha, hace bastantes años.
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