Parece
un gran diente que come y arranca
la chapa como si fuera una piel de plátano. Envuelta en ruido y polvo, la
máquina muerde uno de los dos silos de la harinera de Villamayor. Y lo hace
rápido, tanto, que mañana puede que la construcción haya desaparecido de la faz
de Huesca. El depósito, con 45 metros de altura y 600 toneladas de peso, será
el primero en sucumbir a una demolición que empezó hace apenas dos semanas y
que dejará limpio el suelo donde hace 60 años se ubicaron las dos fábricas de
harina, Porta y Villamayor.
Pasará
aún mucho tiempo antes de que otras torres sustituyan a las que hasta ahora han
definido la silueta de Huesca cuando se llega a la ciudad por la carretera de Zaragoza. Serán las de
las 1.300 viviendas planeadas para este polígono, en el centro de la capital
oscense. Algunos de los nuevos edificios, con 15 plantas, serán tan altos como
los silos que ahora caen.
De
momento, el compromiso de los propietarios de las 8 hectáreas situadas entre la
avenida de Martínez de Velasco y la ronda de la Estación es derribar ahora las dos harineras y dentro de tres
años, el resto de naves y construcciones levantadas en la zona. Algunas de
ellas están ocupadas por pequeñas y medianas empresas que se hallan a pleno
rendimiento. De momento, el derribo no incide en el desarrollo de su actividad
salvo por los problemas de polvo y por el corte de electricidad que hace una
semana dejó sin luz a la vecindad por unas horas.
Más
rápido de lo previsto
Por
lo demás, la demolición transcurre según lo previsto, incluso más rápido de lo
esperado. El jefe de obra, Juan
González, comentaba ayer que pensaban que el silo iba a estar lleno de
maquinaria hasta arriba. «Pero solo había máquinas hasta una altura de 6 u 8
metros y después, solo estaban las paredes de chapa», explicó. Al comprobar que
estaba prácticamente vacío, que no tenía peso añadido, se acometió su derribo.
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Iba
a llevarse a cabo de otra forma, pero lo que se está haciendo es «ir comiendo por
los lados para configurar una T y cuando tenga esa forma, se pondrá a la
máquina el brazo largo para llegar a los alerones», explicó el encargado de
Usabiaga, empresa que realiza la demolición. Cuando la máquina alcance la parte
superior, cortará, como si fuera una gran tijera, los alerones de chapa de
acero y tirará de ellos hacia abajo. Allí, otra pieza los volverá a cortar para
cargarlos en los camiones de López Soriano, grupo que ha comprado los metales
de desecho para reciclarlos.
Tras
derribar este, se empezarán a limpiar los alrededores del silo de hormigón, que
está coronado por una cubierta roja. Mide entre 55 y 60 metros y para derribarlo será preciso amontonar a
sus pies los escombros suficientes para crear una plataforma desde la cual las
máquinas tendrán más fácil llegar arriba, donde comenzará la demolición.
En
Harinas Porta la actividad se retoma mañana. Será cuando lleguen los
especialistas en el desmontaje de uralitas. Según indicó González, en la
fachada de Porta hay chapas de
fibrocemento que hay que retirar antes de iniciar el derribo. «Hace falta un
equipo especializado para quitarles el amianto, sacarlas y llevarlas al gestor
autorizado», señaló el jefe de obra. En Villamayor
también hay un pequeño porche de uralita. Todo esto se hará entre mañana
y pasado mañana porque el lunes se empezará a derribar la fachada de la fábrica
de Porta.
Heraldo
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