En la web de Ecohabitar he encontrado este interesante artículo donde explican cómo se ha rehabilitado un viejo molino en ruina para transformarlo en vivienda y lugar de trabajo. Aquí os transcribo el artículo.
Artículo de Miguel Martín Álvarez.
En la comarca oscense de Sobrarbe, a las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, se encuentra la pequeña población de Guaso, a escasos kilómetros al oeste de Aínsa. En este magnífico marco pirenaico, Juan y Emilia han decidido reconstruir y rehabitar un antiguo molino en ruinas que llevaba abandonado casi 40 años. Tanto era así, que los propios vecinos del lugar lo miraban ya desde hacía tiempo como un montón de piedras sin posibilidad alguna de reconstrucción. Pero, como sucede en otros órdenes de la vida, lo que para algunos no tiene ningún valor, para otros se convierte en la oportunidad única esperada desde hace tiempo. El molino se compró en 1994 y se pusieron manos a la obra en noviembre de 1997. Al principio no tenían una idea muy elaborada de lo que querían hacer, además era prácticamente como comenzar de cero debido al estado del edificio. Sin embargo, día a día fueron surgiendo las ideas y las distintas posibilidades de encarar una obra de envergadura. Enseguida se dieron cuenta de que lo que deseaban tenía muchos puntos en común con la bioconstrucción.
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Vivienda y Taller de carpintería
Una de las ideas principales del proyecto ha sido englobar en un mismo edificio la vivienda familiar y el lugar de trabajo. Para ello, a las dos plantas originales, se ha añadido una tercera. Esto ha ofrecido dos ventajas: por un lado, toda la planta inferior se utiliza como taller de carpintería. Por otro, la tercera planta, que es la vivienda de la familia, logra recoger los rayos del Sol que no llegan a las dos plantas inferiores, puesto que éstas tienen la cara sur oculta por la roca debido a la inclinación del terreno. De esta forma, la planta de la vivienda aprovecha la radiación infrarroja solar en un lugar frío y relativamente húmedo. Cada una de las plantas tiene una superficie de 150 m2. En la tercera, se distribuye la superficie entre el habitáculo para vivienda y un invernadero de 30 m2 orientado al sur y al este. Se ha realizado así debido a una decisión estética y práctica en la distribución. Las caras norte y oeste están aisladas con planchas de corcho natural junto a los bloques de termoarcilla (de 24+20).
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El invernadero adosado a la vivienda logra recoger suficiente radiación térmica de manera que se mantiene una temperatura cálida y agradable en el espacio de la vivienda y evita un gasto económico y energético adicional para calentar. Esto se consigue con un tejado de cristal laminado de 8 mm. y con un cerramiento vertical acristalado de 4 mm. de espesor. Además del invernadero, los sistemas de calefacción de la casa son: para la planta-taller una estufa de leña que se alimentará con los residuos (serrín, virutas) del trabajo de carpintería. Para las otras dos plantas, una cocina económica de leña y un hogar central. Suponiendo que el gasto energético necesario para calentar las 3 plantas, incluyendo el agua caliente, fuera en energía eléctrica, el ahorro energético estimado debido al aprovechamiento solar es de unos 1.202 euros anuales.
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Uso de la madera
Como corresponde a un dueño que es carpintero, se le da una importancia preferente a la estructura de madera que viste la casa. Tampoco es un uso excesivo puesto que se han querido emplear varios materiales naturales y jugar con la posibilidad de las combinaciones. Eso sí, el tratamiento dado a la madera es realmente cuidadoso. Para proteger la madera se ha aplicado aceite de linaza puro caliente (sin dejarlo hervir, pues pierde propiedades) mezclado con bórax, dándole dos manos en viguería y tres manos en ventanas y puertas. Esto es lo que se ha hecho en esta vivienda, aunque no es recomendable en un caso general: una protección contra parásitos solamente está garantizada diluyendo la sal de bórax en agua. Por otra parte, para eliminar el resto de aceite que la madera ya no absorbe por saturación debido a la resina natural que posee, se eliminaron los restos con un simple trapo. El abeto se encuentra en los pisos y el tejado; el pino en el invernadero y puertas interiores; el roble en la escalera exterior, cabeceros de ventanas y puertas exteriores. En la cubierta, además de estar hecha con rollizos de abeto, se ha empleado rastrel (listón) de pino, rasillas, tela respirante Tyvek de 2 cm. (tipo Goretex) y corchigón (mezcla de corcho granulado, arena, cal y cemento blanco); todo ello rematado con la reutilización de la teja árabe original de la ruina.
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Minicentral hidroeléctrica
Se ha limpiado la abandonada acequia, que antiguamente servía al molino y que proviene del cercano Río Ara, para utilizar la fuerza del agua como recurso para crear electricidad a través de una turbina. Ya que figura como molino, la casa tiene derecho de utilización de aguas de la acequia. De esta forma, se va a poder obtener hasta una potencia de 95 Kw. Gracias a que existen leyes que regulan la posible venta de la energía obtenida por métodos alternativos (energías hidráulica, eólica, solar) Juan y Emilia van a aprovechar el sobrante energético para vendérselo a las eléctricas, pese a todos los impedimentos que ponen éstas. O, dicho de otro modo, según los dueños: “no porque seamos ricos en electricidad vamos a derrochar ésta, sino que la utilizaremos para venderla y, además, así contribuiremos a la utilización de energías renovables por parte de nuestros vecinos”.
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La casa como filosofía de vida
Para los dueños, el plantearse una casa utilizando los métodos de la bioconstrucción es parte de una forma de vivir acorde con el medio ambiente. Para ello sólo hay que tener abiertos los sentidos, aprender de un buen montón de experiencias de nuestros antepasados, adaptarlas a las necesidades actuales y ponerlas a funcionar. Por ejemplo, esa es la razón por la que han instalado un inodoro seco (para residuos humanos y vegetales), en la que el residuo orgánico vuelve a entrar en el ciclo al emplearse en el huerto. O, por ejemplo, la utilización de las aguas residuales para el riego sin tener que recurrir al vertido, aunque ésta fuera una opción más fácil y asequible. Por otro lado, hacer que la casa respire -como una tercera piel, las otras dos serían la propia y la ropa- y que no sea una jaula energética, utilizando materiales que transpiren (como las maderas o la tela respirante del techo tipo Goretex). También el no tratar las virutas y serrines de la carpintería como un desperdicio sino como materia prima para dar calor a través de la calefacción. Y, por supuesto, aprovechar algo de lo que la naturaleza regala: utilizar mínimamente la amplia radiación electromagnética que nos envía el Sol para el colector solar de 2 m2 que calienta perfectamente el agua. Un conjunto de iniciativas que hacen de esta casa un lugar realmente acogedor y sano para vivir.
Fuente texto e imágenes http://www.ecohabitar.org/
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