El 24 de abril el diario Levante EMV publicaba la noticia de que Ayuntamiento de Manises se propone «proteger el último horno de tipología moruna que queda en pie» en lo que fue el Barri d´Obradors. En ella leemos una cita textual del alcalde Francisco Izquierdo: «Vamos a proteger este horno y a incluirlo en el catálogo de Bienes de Relevancia Local con el objeto que se conserve y rehabilite, dado que forma parte de nuestra tradición ceramista». Esta iniciativa parece que se adopta a propuesta del Museo Municipal de Ceràmica, añadiéndose que, y subrayo la frase por su rotundidad: «el consistorio está en proceso de proteger los inmuebles más importantes».
Pero, ¿a qué inmuebles se estarán refiriendo? Vista desde fuera, la noticia transmite a apariencia de que en Manises las autoridades están sensibilizadas con el legado histórico, material e inmaterial, de una ciudad con más de siete siglos de historia dedicada a la cerámica y que, como administración responsable, vela por su salvaguardia. Por desgracia, nada más alejado de la realidad. La verdad pura y dura es que Manises sufrió en unos meses, entre 2009 y 2010, uno de los episodios más descarnados y brutales de destrucción de patrimonio industrial, en el contexto de la burbuja inmobiliaria de la C. Valenciana y su estrepitoso pinchazo final. El PP de Manises ha tenido el infortunio o la irresponsabilidad de protagonizar una historia con dos rostros: el de las buenas palabras y compromiso de conservar y rehabilitar el Barri d´Obradors y, simultáneamente, el de la entrega a los intereses inmobiliarios y la aquiescencia cómplice con unas iniciativas que han conducido al abandono y demolición de esta pieza fundamental de patrimonio industrial. La irreversible realidad de este segundo y terrible rostro ha dejado al primero en su lugar: en el limbo de la inoperancia, en la ciénaga del doble discurso y la doble moral.
Ahora, cuando ya se daba todo por perdido, ha aparecido entre una pequeña ruina marginal del arrasado barrio, un horno moruno casi en perfecto estado (hace tres años había dieciséis). ¿Es posible que el PP intente ahora y hasta consiga para este vestigio, lo que tan infructuosamente se le pidió durante años para todo el barrio? Esta limitada y tardía declaración de BRL parece buscar la difícil redención de estos políticos y su cacareada voluntad frustrada de conservar algo de Obradors aunque, dados los antecedentes, sería una gran conquista de la cultura en esta ciudad que tanto ha dejado perder de su legado histórico. Aunque exiguo en comparación con lo que había, celebraríamos con gozo la conservación de este horno, y que esta vez las buenas palabras no volvieran a convertirse en humo.
Levante-emv
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