Artículo
de María Jesús Fuentes para la Voz de Vigo
Desde que en el 2002 se empezó a
debatir la conveniencia de conservarla total o parcialmente, lo único que ha
avanzado en la Panificadora es el deterioro. En el Concello no se ha movido ni
una sola ficha para avanzar en la reconstrucción y los colectivos ciudadanos
vuelven a la carga temerosos de que este símbolo de la arquitectura industrial
de Vigo siga el mismo camino que la mayoría de los edificios de estas
características
Hace cuatro años, en plena campaña
electoral, el alcalde vigués sacó pecho y anunció que no solo salvaría los
silos de la piqueta, como estaba previsto, sino todo el edificio a través de
una modificación del plan especial del Casco Vello. Las palabras entonces
fueron: «El conjunto deberá conservarse por ser patrimonio histórico». No
confirmó cuál sería su uso ni si habría algún tipo de compensación para los
propietarios, quienes con el gobierno local anterior habían suscrito un
convenio que les garantizaba una importante edificabilidad. La adquisición de
la parcela supondría para el Concello un desembolso, con el que al parecer no
ha existido acuerdo.
En los últimos cuatro años, el
Concello ha guardado un mutismo total y, como mucho, al ser preguntado alguna
vez por el tema, Caballero ha respondido algo similar a: sigue su curso.
Mientras, las campañas y los
concursos de ideas tratan de revivir el tema y en el último año se han vuelto a
retomar, como en otro momento lo hizo Outro Vigo é Posible. La iniciativa más
reciente partió de las agrupaciones Entremos na Panificadora y Tankollectiv.
Una de las actividades consistió en la colocación de un panel informativo en
las inmediaciones de la fábrica. El cartel reflejaba la estructura del edificio
con las zonas más destacadas y los usos que tenían cuando la panificadora
estaba a pleno rendimiento.
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Al original proyecto anterior se
sumó un paseo guiado alrededor del edificio ilustrado por el especialista en
arquitectura industrial y miembro del colectivo Entremos na Panificadora, Uxío
Reinoso.
Los dos colectivos también llevaron
a cabo a principios de año una campaña de recogida de firmas para que el
Concello de Vigo retome los trámites urbanísticos. En un informe entregado a la
corporación viguesa recordaban que «la indolencia de las administraciones
públicas, los fuertes intereses económicos de los propietarios y la falta de
sensibilidad (en lo tocante al patrimonio industrial de amplios sectores de la
ciudadanía) hicieron que la Panificadora estuviese desde 1980 bajo la sombra de
la especulación urbanística, abandonada a su suerte y amenazada de derribo
hasta hace bien poco». Lo cierto es que se salvó de la piqueta, pero no de la
degradación, como está sucediendo. En caso de que llegase al fin a salvarse,
supondría más inversión pública y, por tanto, de todos los vigueses, al
tratarse ya de una ruina.
La convocatoria de un concurso
internacional de ideas, puesto en marcha por la revista de arquitectura Future,
con la colaboración de varias entidades, entre ellas el Concello vigués, se ha
sumado a las iniciativas teóricas para la Panificadora.
El objetivo del concurso no era otro
que brindar oportunidades a los estudiantes de arquitectura y jóvenes
profesionales, aunque sus propuestas no lleguen a hacerse realidad como ha
sucedido en numerosas ocasiones. Uno de los usos que el propio alcalde de Vigo
sugirió para la Panificadora era como sede de la biblioteca estatal que el
Ministerio de Cultura con César Antonio Molina al frente comprometió para la
ciudad. Finalmente, ni este inmueble acogió la citada biblioteca, ni tampoco
ningún otro, pese a los muchos barajados por el gobierno municipal, al no
ofrecer formalmente el Concello de Vigo las dependencias municipales al
Gobierno central, entonces de Zapatero.
"Es
una pena que Vigo no tenga un museo de la industria"
Artículo de Jaime Garrido para la
Voz de Galicia
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