Lugar: Casa de las Ciencias de Logroño. Vestíbulo y Salas 1 y 2.
Fechas: Hasta el 28 de agosto de 2011
Entrada gratuita.
La influencia que las instalaciones de alumbrado público ejercen sobre una ciudad o un pueblo es, sin lugar a dudas, de enorme interés. Permiten la vida cotidiana, las actividades laborales, comerciales y de servicios más allá de la puesta del sol e incrementan la seguridad de los ciudadanos. Desde su implantación, el alumbrado público se ha considerado como uno de los indicadores de la evolución de un núcleo de población y de su grado de desarrollo.
Pero, alumbrado público no ha habido siempre. En Logroño, las primeras referencias arrancan en 1745, y posteriormente dan cuenta de la historia y evolución de este servicio, que hoy consideramos imprescindible.
Más información http://www.logro-o.org/casadelasciencias
Noticia sobre la exposición
Farolas: del aceite a las lámparas led
Sí. Haro tuvo alumbrado eléctrico antes que Logroño. Lo estrenó en 1900 y Logroño tuvo que esperar a 1912. ¿Por qué? Por la concesión de gas que tenía en vigor y que retrasó la implantación de los faroles eléctricos. Como lo lee. No hemos inventado nada. Tampoco las crisis energéticas. El comisario de la exposición sobre alumbrado público en Logroño que puede verse en la Casa de las Ciencias de la capital hasta finales de agosto, Eduardo Negueruela, estima que fue una de estas crisis la que propició la llegada del alumbrado a base de petróleo en 1863. Y todo por el precio desmesurado que alcanzó el aceite.
Logroño empezó a tener luz en sus calles mucho antes, en 1745, a cuenta de que don Jesús Pueyo Chacón, entonces alcalde preeminente, entendió que hacían falta 40 faroles para poder seguir comerciando por la noche. «En aquel momento empezaban casi todas las ciudades de España. Fue a partir de un decreto de Carlos III sobre el alumbrado de Madrid. Los faroles de aceite duraron hasta 1863, fecha en la que llegó el petróleo empujado por los precios desmesurados del aceite», explica Negueruela, a su vez responsable técnico de la materia en el Ayuntamiento de Logroño.
Y, a la vez que se concedía el abastecimiento de petróleo a dos ciudadanos de Logroño, Salustiano y Dionisio Marrodán, se empezó a pensar en el gas. En 1877 se materializó, por 35 años, la concesión a la Fábrica de Gas, que estuvo en la calle San Francisco hasta 1955, donde se encuentra ahora el colegio que lleva este nombre. Las del gas para alumbrado son de las primeras (antes quizá algún servicio de saneamiento) conducciones subterráneas de la ciudad.
«El gas y la electricidad se superponen», conviven durante algunos años en las calles de Logroño, indica Eduardo Negueruela. Y los molinos harineros son los enclaves en torno a los cuales nacieron las centrales hidroeléctricas logroñesas.
Las centrales logroñesas
La primera central comenzó a funcionar en 1901. Se trata de la Sociedad Logroñesa de Alumbrado, en el Ebro Chiquito, un ramal artificial del Ebro que desviaban para que el agua no pegara tanto al puente de Piedra. Después surgió Electra Recajo y su primera instalación estuvo en la presa de Viana, en el término de Recajo. Desde allí suministraba líneas a 3.000 voltios hasta Logroño, pero los transportes solían tener problemas y se optó por instalar una central térmica en el parque de San Antonio.
La siguiente fue Las Norias. Doña Guillerma Ubis compró en 1904 la presa de Las Norias y dejó La Isla de molino harinero y en el otro molino harinero hizo la central eléctrica.
La de El Cortijo, de 1911, fue una obra de ingeniería de lo más interesante para su época, opina el comisario de la exposición. Sobre todo por el túnel que conecta la presa con la central por debajo del núcleo urbano del barrio. Todo, con los medios de aquellos años, claro.
Y, a partir de este variado panorama, se fueron dando las fusiones. El Cortijo compró Las Norias. Luego, Recajo compró El Cortijo y se convirtió por fin en Electra Logroño, después en Iberduero y terminó en Iberdrola, ilustra Negueruela.
La exposición, abierta hasta finales de agosto, reúne, además de estos datos, diferentes elementos utilizados en el alumbrado público de la ciudad. Está, por ejemplo, el primer ingenio que se usó para lograr luz eléctrica en Haro (fue en la bodega López de Haro y se alimentaba con cepas) y que se trajo a Logroño para unas fiestas de San Mateo, años antes de que se implantara esta energía en la capital. Y hay también relojes astronómicos que se utilizaban, en su momento, para corregir a diario la hora de encendido y apagado.
Se ha instalado, además, una muestra de farolas de las que se han usado y se utilizan en la ciudad y no faltan las imágenes de las farolas de hormigón, aquellas que se utilizaron en tiempos de posguerra, cuando no había metales con que fabricarlas. El futuro puede que pase por las lámparas led, pero aún tienen que mejorar mucho, opina el comisario de la muestra.
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