Entrada a la fábrica, Diana Sánchez 2011 |
Año construcción: 1858-1961
Situación: Entre calle del Paraiso y Calle del Postigo Bajo, Oviedo.
Ocupa una gran parcela (según parece de unos 12.000 m2), en la que resalta majestuoso el esqueleto del gasómetro.
Propietario actual: Hidroeléctrica del Cantábrico.
Historia de la fábrica
Esta gran fábrica se construyó en diferentes fases en un periodo de tiempo largo, entre 1858 y 1961. Su construcción se inició con seis hornos de seis retortas, un condensador de agua, cuatro depuradoras y un lavabo.
Esta fábrica fue el único proveedor de alumbrado público en toda Oviedo durante casi 45 años.
Fuente información http://www.vivirasturias.com
En 1999 la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Oviedo transformaba la fábrica en una urbanización, vecinos y asociaciones protestaron por ello.
En el año 2001 el Principado empezó a tramitar la declaración de la instalación industrial como Bien de Interés Cultural. El requerimiento parece ser que ha caducado.
En diciembre de 2010 Patrimonio dio el visto bueno al plan propuesto por Hidroeléctrica del Cantábrico, según el proyecto del arquitecto César Portela (descrito a continuación).
Entrada a la fábrica, de ahí no pudimos pasar. Diana Sánchez 2011 |
Noticias sobre la fábrica y su futuro incierto
Lleva ya bastante tiempo que se especula sobre el futuro de esta antigua fábrica, si se va a mantener parte o no, estudiando qué es lo que se debería mantener, reutilizando parte del solar para una zona ajardinada y el resto para edificar viviendas. También se ha especulado mucho sobre los usos culturales o sociales que se le puede dar a las instalaciones que queden en pie. En el link que os pongo a continuación podéis leer diferentes noticias y reivindicaciones para su protección.
El autor del proyecto de rehabilitación que aun no se ha hecho efectivo es el arquitecto gallego César Portela, encargado por Hidroléctrica del Cantábrico.
Noticias sobre el proyecto de rehabilitación
Vista del proyecto propuesto, La Voz de Asturias |
Noticia de enero de 2012
El Plan no otorga ningún uso al gasómetro, que se mantiene como elemento singular. Lne
Cuando fui a visitarla en junio del año pasado, al intentar entrar (desde calle del Paraíso) desde la calle me dijeron que se trataba de una fábrica aun en activo y que no podían permitir la entrada, por lo que las fotos que pude hacer son desde fuera. Sentí mucho no poder hacer fotos al detalle, pero bueno algo es algo.
Vista de la fachada de la entrada, Diana Sánchez 2011 |
El gasómetro se puede ver a distancia desde las dos calles que rodean la parcela.
Vistas del gasómetro desde las dos calles, Diana Sanchez 2011 |
Fachada de la calle del Postigo Bajo, se encuentra bastante descuidada esta fachada, se nota que no se realiza ningún mantenimiento sobre la misma, como se puede comprobar en las imágenes tiene bastante suciedad (manchas ennegrecidas, tipo costras) e incluso han crecido organismos en las cubiertas.
Vista general de la fachada trasera, Diana Sánchez 2011 |
En esta imagen se aprecia la falta de mantenimiento, Diana Sánchez 2011 |
En estas dos entradas os hablé brevemente de esta fábrica y su gasómetro, con alguna noticia aparecida sobre ella.
Noticia aparecida el 05/02/2012
“La Fábrica de Gas es un icono de la ciudad”
Una antigua fábrica de cerveza recuperada en pleno Berlín como centro de actividades culturales le dejó hace ya un par de años con la sensación de que solo hay que querer para poder hacer bien las cosas. Abrir los ojos y transportar aquella realidad a la Fábrica de Gas de Oviedo es uno de los deseos de José Ramón Fernández Molina. Un lugar soñado e imaginado, con el que poner en valor un «icono importante de la historia de nuestra ciudad», explica el arquitecto.
Fernández Molina pertenece a una generación de profesionales, la de los años 70, influenciada en gran medida por la escuela italiana y por la sensibilidad hacia el patrimonio histórico. Un interés por regenerar y renovar la ciudad, y por dotar de importancia a la historia ya desaparecida. En el año 1899, aquí en Oviedo, entre las calles del Paraíso y del Postigo Bajo, tras un cuerpo de oficinas y almacenes, se levantó un gran gasómetro. También una sala de hornos, y talleres de fabricación de yeso y de destilación, además de varias chimeneas que completaban este paisaje industrial. «La primera aproximación de Oviedo a la industrialización, que dotó de energía a toda la ciudad». La fachada de la sala de máquinas y calderas, de un estilo ecléctico que oscila entre el clasicismo y el modernismo, se caracterizaba, y aún lo sigue haciendo, por un portal de entrada flanqueado por dos alas de ventanales semicirculares entre elegantes pilastras jónicas. Y quizás sea este, precisamente, el rincón favorito del arquitecto, convencido plenamente de que debe preservarse este conjunto «como ya se hizo con la plaza de la Catedral».
Imagen de la noticia |
Fernández Molina participó hace años en el equipo de Gas Ciudad y luchó, junto con otros compañeros y amigos, en convertir este lugar en Bien de Interés Cultural, algo que nunca llegó a producirse. Quizá porque «no se ha tenido ni el interés ni la sensibilidad suficientes para tratar el tema». Lo cierto es que «Oviedo es 'Oviedín', y a pesar de la impresionante Temporada de Ópera o de la actividad cultural existente, hay ciertos aspectos que no se sienten como propios». ¿La solución? Un mayor «dinamismo social», alejado un poco de esta sociedad «acomodada y burguesa».
En 2007, César Portela redactó un proyecto para reaprovechar el conjunto industrial, propiedad de la empresa Hidroeléctrica del Cantábrico, que se encontraba ya por entonces fuera de mantenimiento. Una apuesta por conservar y reutilizar sus principales vestigios industriales, en la que José Ramón coincide. Eso sí, con algunos matices. «No se trata de venderse a buenas prácticas, ni de tratar de encajar el máximo de viviendas posibles, hay que buscar objetivos patrimoniales, no mercantiles», explica.
Un teatro, restaurantes en concordancia con la iconografía del lugar, espacios para las artes plásticas o para un buen concierto, museos de arte contemporánea, hoteles de empresas, o incluso cervecerías, al estilo de aquella antigua fábrica de Berlín es la propuesta de Fernández Molina. «Una actitud soñada, un reflejo sobre un lugar concreto, que la clase política no ha sido capaz de transformar», pero en el que todavía se puede creer.
El Comercio
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