"… y la llamada
Fuente del Río, que nace al pie de las sierras de Cabra a un cuarto de legua de
la población; presenta este sitio uno de los paisajes más bellos, teniendo de
frente una alta sierra de piedra con multitud de agujeros, por donde salen otros
tantos caños de agua que cae despeñándose, formando una balsa de espuma y, a
los lados, cuatro acequias de construcción árabe que llevan el agua a distintos
pagos de huertas de que está rodeado aquel sitio y, a la derecha, se percibe el
ruido del Martinete que la curiosidad lleva a ver (…) un buen martinete para
batir cobre, bien dirigido y movido por agua."
YODOB ASIUL. 1875
En 1969 se inauguraban
las instalaciones del hoy conocido como Parque Deportivo Sindical. Dotar a los
pueblos y ciudades de un lugar de asueto, era una de las viejas aspiraciones de
la dictadura franquista. A preguntas de un avispado periodista, José Solís Ruiz
reconoció no sin ironía que la ubicación había sido “por casualidad” y más
“porque este paraje es espléndido y nosotros queremos ponerlo a disposición de
todos los trabajadores de la provincia para que puedan venir a pasar los fines
de semana e incluso, más adelante, sus vacaciones”.
El Martinete, imagen del artículo |
Mucho antes de que
este paraje cambiara su denominación por la actual existía otro, el Martinete,
donde en la antigüedad hubo una fábrica de batir cobre cercana a un nacimiento
de agua conocido por Fuente del Río. Cuando aquella industria desapareció,
Miguel de Vargas construyó una fábrica de harinas. La molturación de cereales,
de cara a la fabricación de harina con la que hacer pan, se realizaba entonces
con molinos de viento pero básicamente con molinos de agua que aprovechaban la
fuerza de su corriente para poder mover las piedras moledoras. Pasado el tiempo
su nieto, Antonio Jesús de Vargas Chacón, levantó la fábrica conocida por todos
(al menos en fotografías) proyectando además una quinta de recreo o chalet para
uso particular. Era 1913. Había nacido la fábrica de harinas San Miguel.
Con una producción diaria de 8.000 kilos y movida ahora por electricidad, en su
elaboración se habían empleado los procedimientos más modernos. Constaba de un
amplio edificio (con una fachada de ladrillo prensado cuyas esquinas se
hallaban reforzadas con piedras de sillería) convenientemente distribuido en
diferentes dependencias y oficinas. Estaba llamada al florecimiento que habría
de redundar en beneficio de todos y así fue hasta que la guerra civil paralizó
su actividad al límite de tener que reanudarla en 1948 pero, ya, con nuevos
propietarios. José Bailón Verdejo y Francisco Sánchez Polaina sin olvidar a
Francisco González y Antonio Prieto, reformaron la fábrica así como los
edificios destinados a oficinas instalando al efecto cinco molinos Buhler y
cuatro Daverio para poder molturar diariamente 30.000 kilos. Ese mismo año, la
Fuente del Río era iluminada con electricidad por vez primera gracias a esta
fábrica.
Exterior fábrica harinera San Miguel, imagen del artículo |
Pero la actividad fue efímera. En 1961, la Fuente del Río (“de belleza difícil de superar”) era declarada paraje pintoresco junto con el antiguo castillo de los Duque de Sessa y las murallas de Cabra. Comenzaban las negociaciones y, en 1964, la finca el Martinete y sus manantiales eran adquiridos por la Organización Sindical para la creación de un parque deportivo y una residencia para productores. Con un presupuesto millonario (más de veinte millones de pesetas de la época) sólo pudo albergar una de las aspiraciones. Manuel López Peña, el alcalde que económicamente más exprimió al régimen para formalizar toda una reforma urbanística, se planteó incluso la recuperación de una parte del viejo edificio fabril pero quién o quiénes se opusieron es ya otra historia.
Vista actual, imagen del artículo |
Artículo e imágenes de La Opinión de Cabra
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