EL pasado martes se
cumplieron 75 años desde que el 13 de diciembre de 1936 se inaugurara el Puente
de Deustu, en Bilbao. Con dicho motivo parece interesante recordar esta
singular tipología de estructuras urbanas. El Proyecto de Ensanche de la Villa,
de 1876, preveía su expansión por las anteiglesias vecinas, Abando, Begoña y
Deustu, que adquirieron una población notable. Las dos primeras se anexionaron
parcialmente en 1870 y Abando totalmente en 1890. El resto de Begoña y Deustu
fueron incorporados definitivamente en 1925.
El alcalde de Bilbao,
Federico Moyúa, se comprometió a la construcción de dos puentes sobre la ría
que facilitasen la comunicación con estos nuevos y poblados barrios. Ordenó al
arquitecto municipal Ricardo Bastida que a la vez de acudir al Congreso
Eucarístico de Chicago de 1926, conociera los puentes móviles, tipo cantilever
de brazos basculantes, de esta ciudad (actualmente tiene 37) y de Detroit.
Finalmente, sería el puente levadizo de la avenida Michigan de Chicago, obra de
los ingenieros Bennett, Pihlfeldt y Young y realizado en 1920, el elegido como
modelo. Posteriormente se encargará el proyecto a dicho arquitecto y a los ingenieros
José Ortiz de Artiñano, industrial, e Ignacio de Rotaeche, de caminos, canales
y puertos.
Los puentes se
concibieron con dos hojas móviles levadizas como era en 1845 el tramo central
del puente de Isabel II, en El Arenal, para no interrumpir el tránsito fluvial,
siempre preferente, que todavía necesitaba llegar a los muelles aguas arriba.
En realidad son puentes dobles y triples, respectivamente, ya que además de
permitir la prioridad del paso de los barcos, debían salvar en ambos casos el
trazado del ferrocarril de Santurtzi en la orilla izquierda, y el de Deustu la
continuidad de los muelles en la Campa de los Ingleses en dicha margen y la
carretera de Areeta en la derecha. Ambos están condicionados en su
emplazamiento por la trama urbana ya existente.
El Puente del
Ayuntamiento, inicialmente llamado de Begoña, fue trazado como enlace con la
plaza Circular o de la Estación a través de la entonces calle de la Sierra
(actual Buenos Aires), con una posición singular respecto a la ría en el
encuentro de un tramo curvo con uno recto. Construido por Euskalduna y Babcock
& Wilcox, se inició en octubre de 1933 y se terminó el 7 de diciembre de
1936; pero duró poco. Como todos los puentes de Bilbao fue dinamitado,
descalzado de sus apoyos, por orden del Comité de Defensa del Gobierno de
Euskadi ante el asalto a la villa de los facciosos franquistas, el 17 de junio
de 1937. Reconstruido, se reinauguró en 1941. Tiene una luz de 49,60 metros
para el paso fluvial, donde el gálibo o altura en su centro es de 7 metros
sobre la pleamar. De 105 metros de longitud y con una anchura de 20 metros. Al
desplazarse la actividad portuaria desde El Arenal aguas abajo fue sellado en
1969 y todavía al atravesarlo se nota el palpitar de sus hojas cuando circula
un vehículo pesado.
El Puente de Deustu se
proyectó entre un extremo del Ensanche, el Parque y la Universidad en el otro,
cuya primera piedra colocó el alcalde Ernesto Ercoreca en 1932 en conmemoración
del primer año de la República. Con una luz de 48 metros para la navegación y
un gálibo de 7,96 en el centro sobre pleamar a pesar de que la amplitud del
cauce en este punto es de 71 m. De 500 metros de longitud total en un elegante
trazado con su final levemente curvilíneo junto al parque, su anchura es de 20
metros. Construido por La Naval y La Basconia e inaugurado discretamente en
tiempo de la sublevación, el 13 de diciembre de 1936, por el mismo alcalde.
Asimismo, dinamitado con precisión para inutilizarlo el 18 de junio, se
reconstruyó fielmente por los fascistas, sin la participación de Rotaeche y
puesto en servicio el 25 de octubre de 1939 por el alcalde José Mª Oriol.
El progresivo traslado
de la actividad portuaria en los muelles de Uribitarte y Abandoibarra hacia El
Abra, hizo que su apertura fuese muy esporádica. Con el último barco salido de
Abandoibarra por necesidad comercial, el Hoockres, 1995, se inició un período
de incertidumbre sobre la posibilidad de perpetuar, eventualmente, la
impresionante y majestuosa maniobra del alzado de sus hojas, hasta un ángulo de
70º, en un minuto. El portero del puente respondía a los tres toques
reglamentarios de sirena, un patrimonio sonoro, irrepetible, accionando los
mecanismos para el paso majestuoso del buque mientras las hojas del puente
abrazan el cielo.
Solo algunos acontecimientos
festivos multitudinarios han gozado de tan tecnicista espectáculo: la gabarra
Athletic, la puesta en escena del barco Sondica para rodar la película
Arruinados, en 1993, el recibimiento al velero Euskadi-Europa-93 del navegante
José Luis Ugarte, 1993, y al paso en Aste Nagusia de Mari Jaia, 1995.
Últimamente, con motivo de unas Jornadas Europeas de Patrimonio, en 2001, y
anualmente por la popular regata estudiantil Ingenieros-Deusto. Ha sido
escenario de varias películas: Adiós Pequeña, Rapsodia de sangre, Todo por la
pasta y La vida nueva de Pedrito de Andía.
Hace unos años se
anunció el sellado del mismo, pero las reivindicaciones del escasísimo número
de personas que nos interesamos por el patrimonio cultural de Euskal Herria
hicieron recapacitar a las administraciones y se aseguró la posibilidad de su
apertura. Está catalogado en el máximo grado: de Protección Especial, nivel A.
Sus recintos de engranajes y contrapesos de la culata del tablero, visibles
bajo el mismo, en las edificaciones de ambos lados muestran los mecanismos para
la maniobra y quizá deberían ser entendidos como una sala expositiva, no solo
como un cuarto residual de máquinas. Su magnífica presencia en la ría es
realzada por la noche gracias a una acertada iluminación.
Este puente, en su
tramo sobre las orillas, está apoyado sobre una bellísima estructura de
hormigón armado que ha quedado de manifiesto al crear el paseo de ribera de
Abandoibarra, pero el siguiente trecho, el curvilíneo que finaliza junto al
plaza del Museo, soportado por pilares de hierro de notable estética, ha sido
absurdamente cegado por rellenos de tierras en la nueva urbanización de su
entorno.
Del principal
proyectista del puente, Ignacio de Rotaeche (1888-1951), es preciso destacar su
figura bastante desconocida como ingeniero de caminos canales y puertos.
Titulado en Madrid, se formó en Estados Unidos, trabajó en ferrocarriles de
Marruecos, fue ingeniero de las obras del Puerto de Bilbao. Personalidad que a
su sólida formación técnica unió un profundo interés por Euskal Herria siendo
diputado a Cortes por el PNV en 1918.
Tras haber
reivindicado durante años la necesidad de perpetuar su recuerdo y mostrar a las
generaciones sucesivas la capacidad de estos técnicos vascos, por fin se colocó
en 2002 una dedicatoria en el de Deustu. Asimismo, se debería institucionalizar
su apertura al menos un día al año, el domingo más próximo al día de su
inauguración que ahora reivindicamos, como excepcional patrimonio urbano y
homenaje a sus autores.
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