Patrimonio Industrial nacional e internacional

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miércoles, 4 de julio de 2012

Ruta en bicicleta. El río de hierro

Hoy os presento una nueva ruta de bicicleta para este verano, un bello recorrido por las ferrerías más desconocidas de Vizcaya. Os transcribo la noticia.

Datos de la ruta
Kilómetros: 40 kilómetro sdesde Sestao.
Desnivel: 715 metros positivos.
Dificultad física: baja.
Dificultad técnica: Media.
Velocidad máxima: 45 kilómetros hora.
Calorías consumidas: 1.101
Duración: Entre 4 y 7 horas.

Lugares de interés: Ferrería de El Pobal (se puede visitar). Complejo industrial de La Olla. Molino de Valdivian. Área de descanso de La Aceña.

Donde comer: Mendiondo. Especialidades de caza. 45 €. Barrio Revilla 1 (Sopuerta). T 946504452 El Puente. Asados en horno de leña. Barrio La Aceña, 7. T 946104662.

Autor del artículo Josu García
«Galdames está lleno de curiosidades históricas, arqueológicas y naturales dignas de un verdadero libro». La frase pertenece al escritor Antonio Trueba. El hombre de letras sabía bien de lo que hablaba. Conocía la zona como la palma de su mano. No en vano, nació en el barrio de Montellano de la localidad, un día de Nochebuena de 1819. La ruta que os proponemos hoy atraviesa alguno de esos enigmáticos rincones que vienen citados en los libros del literato encartado. Se trata de un recorrido suave en su mayor parte, con algún tramo técnico y que nos llevará a descubrir tres ferrerías históricas, una de ellas restaurada y abierta al público (El Pobal).

Imagen de la noticia
Hay dos opciones para comenzar la excursión. En ambos casos utilizaremos el transporte público para arribar a la salida. La variante más larga parte de la estación de metro de Urbinaga (40 kilómetros) y la más corta (26), del apeadero de Renfe en Gallarta. En el primero de los casos transitaremos por el bidegorri que enlaza Sestao con Abanto, a lo largo de siete kilómetros.

Al llegar precisamente a Gallarta giraremos a la izquierda para coger el ramal que nos lleva hacia la vía verde de Atxuriaga. Hay que tener precaución porque la zona se encuentra en obras y nos veremos obligados a compartir acera con los peatones a lo largo de unos 200 metros. La vía verde concentra todo el sabor minero de la zona.

Recorre el trazado del viejo ferrocarril que transportaba el hierro desde los pozos de Galdames hasta los altos hornos de Sestao. La línea férrea se inauguró en 1876. Hoy es un camino para bicicletas y paseantes, con el permiso de algunos coches que aparecen de vez en cuando por la primera parte del recorrido.

La senda es muy utilizada por los aficionados al ciclismo de montaña. Al igual que también es muy frecuentada por los amantes del pedal la carretera que une Sopuerta con Muskiz y que pasa a escasa distancia, al fondo en el valle. Lo que muy pocos conocen es la franja de terreno que queda entre ambas vías, el rincón secreto de Antonio Trueba. Una lengua verde que esconde tres antiguas ferrerías, un bosque impenetrable y un río en constante ebullición: el Barbadun.

La entrada a este paraíso solitario se encuentra a unos dos kilómetros de distancia del núcleo de Borja. A poca distancia de donde queda prohibido circular en coche por la vía verde, se abre a mano derecha una pista que baja hacia el cauce rápidamente. Un mojón de madera y pintura de un color que oscila entre el naranja y el morado, nos servirá de referencia. La senda desciende de manera vertiginosa, a lo largo de 950 metros.

Ferrería El Pobal
El entorno está rodeado de pinares, al principio, y de arbolado autóctono, después. En el momento en que realizamos la ruta nos topamos con una hembra de corzo que pastaba en una de las curvas del camino. Al final del descenso nos damos de bruces con un pequeño puente de piedra que salva el río Barbadun y nos conduce a la ferrería de El Pobal. Este equipamiento cultural, que tardó una década en ser restaurado, es parada obligatoria.

Aquí aprenderemos cómo se trabajaba el hierro. Desde el siglo XVII, los hombres de la zona ya conocían las propiedades del mineral y aprovechaban la fuerza del Barbadun, que fluye libre y sin contaminar en su curso alto, para modelar armas y herramientas. Conviene informarse para asistir a tiempo a las visitas guiadas y demostraciones.

Imagen de la noticia

Dejando atrás El Pobal retrocederemos sobre nuestros pasos, cuesta arriba, apenas 100 metros, para localizar una señal con forma de flecha, de color verde, que nos marca la dirección, hacia la derecha. A algo menos de dos kilómetros está el complejo de La Olla. Son sólo 2.000 metros pero el lugar es tremendamente solitario. Ascendemos primero por un sendero estrecho y técnico que, en dos ocasiones, atraviesa arroyos que caen a plomo desde la ladera, que siempre se situará a nuestra izquierda.

En algunos momentos tendremos que bajarnos de la bicicleta por la dificultad física y técnica, pero sólo serán unos metros. La subida acaba en un claro del bosque, donde hay un banco, a la sombre de un buen árbol. Allí sentados podremos recuperar fuerzas si es menester. La vegetación está dominada ahora por avellanos, robles y saucos. Ya sólo queda un rápido y complicado descenso hasta La Olla. Lo primero que veremos será los restos de un precioso puente. El lugar es tan misterioso como atractivo.

El agua fluye con fuerza, ya que cae a través de una vieja presa. Nada se escucha salvo el empuje de su torrente. La ferrería de La Olla, de principios del siglo XVIII, es en realidad un conjunto industrial bastante grande. Está en ruinas, aunque se pueden observar los restos de la antepara, diversas compuertas y la estola de dos ojos de medio punto. También se adivina la estructura que sirvió para alojar a los obreros.

A partir de aquí, el camino sigue el curso del Barbadun. Primero por un sendero muy estrecho y después, tras retirar una barrera de alambre de espino, a través de una pista más ancha y confortable. Finalmente salimos a una carretera vecinal que nos lleva al molino-ferrería de Valdivian. La estructura para moler el grano, de piedra y perteneciente a un particular, todavía está en funcionamiento y se conserva muy bien. Se sigue machacando borona. Tras franquear un nuevo vallado llegamos al final de la ruta. El regreso lo podemos hacer volviendo sobre nuestros pasos o ascendiendo, a lo largo de un kilómetro, hacia la vía verde.

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