Jorge Suárez es arquitecto y
director del Departamento de Ingeniería de Impulso Industrial Alternativo, una
firma de referencia en el desarrollo de las cuencas mineras desde la iniciativa
privada. En esta entrevista repasa lo que ha sido para él y su compañero Toni
Vilanova lograr el Europa Nostra por la emblemática transformación de la vieja
térmica de la MSP en Museo Nacional de la Energía.
— ¿Qué les atrajo más para presentarse
al concurso?
—Creo que la reutilización de
edificios es probablemente la mejor expresión real de arquitectura
‘sostenible’. Destruir para luego volver a construir no tiene mucho sentido
para una actividad que, por sí sola, consume más del 30% del total de los
recursos disponibles. Por otro lado, ha de valorarse que el hecho de que se
preserven elementos de nuestra historia contribuye a la diversidad de los
territorios y los lugares, evitando esa uniformidad globalizadora que nos ha
invadido en muchos ámbitos, desde la forma de vestir hasta la alimentación,
pasando por los hábitos de consumo. Es esa singularidad de la historia de cada
lugar, que se manifiesta físicamente en el paisaje construido, la que enriquece
nuestras vidas.
— ¿Cómo surgió la idea de la
rehabilitación respetando en buena medida la ruina?
—Se trataba de poner en valor la
central trayendo al futuro una realidad de otro tiempo pasado. El principal
activo de la intervención lo constituían las ruinas en sí mismas y el equipo
del proyecto comprendió que el protagonista de la intervención debía ser el
propio edificio, sus máquinas y no sus autores. Muchas veces los arquitectos
deben evitar su ‘huella’ en favor de una intervención anónima que se potencie
precisamente por el valor intrínseco del edificio… Era necesario que fuese el
edificio quien hablase y que los arquitectos fuesen mudos…
— ¿Qué fue lo que más complejo resultó
de la obra desde el punto de vista estético?
—Es muy difícil hallar un punto
intermedio en los niveles de acabado. Un punto en el que no se pueda distinguir
si algo es nuevo o es viejo. Es precisamente ese ambiente gastado, esa pátina
la que resulta complicada de conseguir... Es muy fácil conservar y
relativamente sencillo restaurar para dejar un objeto como nuevo. Pero no es
tan fácil tocar algo para restaurarlo a medias, por así decirlo.
— ¿El resultado se corresponde con lo
que diseñaron o incluso superó sus expectativas?
—El resultado de la construcción se
ajusta en su totalidad a los diseños previstos. El proyecto, desarrollado por
un equipo de más de 25 profesionales experimentados en Impulso, alcanzó un buen
nivel de definición y detalle que permitió, con posterioridad, desarrollar las
obras de acuerdo con las intenciones de sus autores, aunque con la complejidad
habitual para cualquier rehabilitación.
— ¿De qué aspecto se sienten más
orgullosos?
—Al final, la vieja central es capaz
de hablar de su pasado. Era nuestra principal preocupación. Los visitantes,
durante la visita, se convierten durante un rato en carbón, haciendo el mismo
recorrido que el mineral hacía para transformarse primero en vapor de agua y
finalmente en energía. Quizás la pieza con más mérito sea la del Muelle de
Carbones. Su estado original era totalmente ruinoso y sólo a partir de la
profunda investigación realizada por el equipo de proyecto fue posible
comprender el funcionamiento original de aquella máquina-edificio.
— ¿Le sorprendió que el proyecto
consiguiese el premio Europa Nostra, considerado el Nóbel de la restauración?
—Un galardón tan prestigioso siempre
sorprende. Nuestro esfuerzo y dedicación a este proyecto ha sido tremendo,
aunque no menor que a muchos otros. El esfuerzo, orientado hacia la excelencia,
forma parte de nuestra cultura de empresa. Sólo haciendo las cosas de la mejor
forma posible se queda uno tranquilo consigo mismo.
— ¿Por qué razón esencial cree que se
ha hecho acreedor el Museo a este galardón?
—Se trata de un elemento ciertamente
importante en la historia de nuestro país e incluso en la de Europa. Los
servicios prestados por esta pequeña gran joya a nuestra sociedad han sido
puestos en valor por la intervención realizada, que ha respetado rigurosamente
la esencia de esta instalación. La vieja central quemaba carbón para producir
energía, la nueva sigue produciendo energía aunque sin quemar nada. La
intervención contribuirá a la recuperación de la memoria histórica de la
comarca y también a la ordenación urbana de una zona un tanto desconexa de la
trama urbana.
— ¿Qué evolución espera o le gustaría
que tuviera su obra desde un prisma mucho más socioeconómico y cultural?
—Las intervenciones de carácter
cultural debieran ser conscientes de las limitaciones económicas que nos
restringen en momentos como el actual. Sólo así se evitarían los recortes en
cultura, que son los primeros en llegar por la facilidad que tienen los poderes
para justificar su falta de rentabilidad económica inmediata. Creo que la
cultura es esencialmente rentable o muy rentable, aunque desgraciadamente esa
rentabilidad no se ve en el corto plazo. Sin embargo es posible, y en ello
estamos trabajando, en la creación de industrias culturales rentables en el
corto plazo.
— ¿Con la crisis y los recortes cree
que es posible seguir adelante con los proyectos que están pendientes en el
Museo de la Energía y que requieren grandes inversiones?
—Creo que la adaptación a los nuevos
tiempos pasa por que determinados tipos de intervenciones, como las culturales,
evolucionen hacia modelos que además de generar cultura y conocimiento, tengan
una capacidad clara de generar rentabilidad económica a corto. Convertir los
equipamientos culturales en industrias de la cultura, evolucionándolos de
‘lastres’ para la Administración a motores económicos. Es posible aunque
requiere de una cierta flexibilidad en una normativa que encorseta en exceso a
la arquitectura.
— ¿En qué proyectos trabaja ahora y
que le gustaría hacer tras este premio?
—Estamos inmersos en varios
proyectos en África. El reto pasa por encontrar nuevos mercados o desarrollar
nuevos productos. Los arquitectos debieran ser conscientes de que tienen
capacidades profesionales mucho más allá del tradicional proyecto de
edificación o urbanismo. Además hemos sido preseleccionados en un concurso
internacional para rehabilitar la sede de Naciones Unidas en Ginebra, una
intervención de gran escala y valor simbólico que nos encantaría desarrollar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario