Entrevista hecha por Luís
Sánchez-Moliní. Diario de Sevilla
-Usted ha sido uno de los pioneros en el
estudio del patrimonio industrial, una disciplina que aún hoy es una gran
desconocida.
-Como tantas cosas en la vida, mi dedicación a
la arqueología industrial empezó por casualidad, en 1984, cuando el Ministerio
de Educación y el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, que entonces dirigía
José María Losada -uno de los grandes personajes relacionados con el patrimonio
científico de España-, lanzaron a la calle la Campaña Nacional de Arqueología
Científica e Industrial. Yo nunca había oído hablar en esos términos y, como
San Pablo, me caí del caballo y empecé a formarme en historia de la ciencia y
de la técnica.
-En esos momentos iniciales de su carrera, muchas de las fábricas y edificios que usted estudia ahora estarían todavía en uso.
-En 1985, el Gobierno socialista de Felipe
González estaba poniendo en marcha la gran reconversión de la industria
española. En ese momento, en el país todavía estaban casi intactos los espacios
industriales de la segunda revolución industrial y quedaban numerosos ejemplos
de la primera.
-El lugar común afirma que España y Andalucía fracasaron históricamente en su industrialización. Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla, como demuestran tanto la nueva historiografía como los vestigios inmobiliarios que aún quedan en las ciudades.
-En 1975, Jordi Nadall escribió el famoso
libro El fracaso de la revolución industrial en España. El mismo autor, cuando estuvo de profesor en la Universidad
de Málaga, publicó en la Enciclopedia de Andalucía un texto titulado Los
dos abortos de la revolución industrial en Andalucía. Por
tanto, la percepción del proceso industrializador por parte del ciudadano, de
las instituciones e incluso de los especialistas ha sido durante mucho tiempo
absolutamente traumática... Pero lo fascinante es que el mismo Nadall, en 1992,
publicó un nuevo libro que llevaba por título La cara oculta de la
industrialización española en el que rectificó su primera visión
pesimista. En un ejercicio de humildad y honestidad impresionante, pedía perdón
por su equivocación y por haber confundido a los demás.
-¿Cómo justifica Nadall su equivocación?
-Nadall confiesa que buscó en España los
sectores líderes de la revolución industrial (acero, textil, ferrocarril...) y
como no los encontró en la cantidad deseable habló del famoso fracaso
industrial. Sin embargo, cuando gracias a la aparición de nuevas universidades
y de las historias regionales empezaron a aflorar nuevos datos, Nadall
descubrió una nueva situación, la famosa cara oculta de la industrialización.
Lo mejor es que comienza el libro poniendo un ejemplo de Utrera, una ciudad que
nadie situaría en el mapa de la industrialización. En concreto habla de la
fábrica de aceites de Enrique de la Cuadra y Gibaxa, La Utrerana, que tenía
teléfono -una tecnología que había inventado Graham Bell hacía sólo cuatro
años-, conexión directa con el ferrocarril y un sistema de gestión prefordista.
La fábrica daba dinero y con sus beneficios se construyó el teatro que,
actualmente, lleva el nombre Enrique de la Cuadra, que se inauguró en 1887 con
una ópera.
-Es evidente que los españoles en general y los sevillanos en particular desconocen su historia más allá de las gestas y las decadencias.
-Sí, la industrialización es un mundo por
descubrir y que todavía está pendiente de ser transferido a los ciudadanos, a
las instituciones y a los libros de texto que forman a nuestros escolares.
-¿Qué empresas son las que prosperan en la primera industrialización sevillana?
-Muchas. En los sectores clásicos de la
industrialización encontramos ejemplos como la fundición de Narciso Bonaplata o
la fábrica de tejidos de Rasilla... Pero, fundamentalmente, Sevilla será un
centro transformador de lo que González Dorado llamó la Región Sevilla, y que
viene más o menos a coincidir con el antiguo Reino de Sevilla, un hinterland que va hasta Badajoz, Huelva, Córdoba, Cádiz... Lugares
que proveían a la capital de productos que luego serían transformados: mineral,
vid, olivo, cereal, etcétera. Sevilla se convirtió en un centro de industria
agroalimentaria muy importante, con exportaciones considerables. Pero también
tenemos hechos significativos en la protoindustrialización, como la Fábrica de
Curtidos de Nathan Wetherell en el desaparecido Convento de San Diego, con la
primera máquina de vapor que llega a Sevilla y la segunda de Andalucía después
de la del Arsenal de la Carraca.
-Wetherell, un inglés...
-Sí, hace unos días vino a Sevilla su
biznieta. Quería visitar la tumba de su bisabuelo y fue al cementerio inglés de
San Jerónimo. La impresión que se llevó debido al abandono del lugar fue
terrible, estuvo a punto de llorar, no comprendía cómo no teníamos respeto a
nuestro pasado. Somos una ciudad que sólo vive para lo efímero y que, cuando
habla de memoria, habla de una memoria mistificada, falsificada, superficial.
Sevilla tiene un potencial extraordinario, pero todavía no somos capaces de
ofrecer una oferta turística más allá de lo convencional y lo tópico... Por
ejemplo, la Real Fábrica de Tabacos, que podría ser un recurso turístico de
primer orden, no da al visitante ni una maldita fotocopia en la que se explique
su origen y el significado del edificio en las distintas etapas de la historia.
-Pero volvamos a los ingleses. ¿Tuvieron importancia en la industrialización de Sevilla?
-Hubo una serie de empresarios, de origen
inglés, fundamentalmente, que le dieron un gran impulso a la ciudad. De hecho
hay una etapa que la historiografía no reconoce como tal pero que yo denomino
como la Sevilla Pickman, que va aproximadamente desde 1840 a 1880. Es una
época mágica, de esplendor en todos los sentidos, marcada por el liberalismo y
que recoge el testigo de la Sevilla ilustrada de Olavide. Sirva como ejemplo el
que durante esta época, en 1865, se lleva a cabo en Sevilla, en el cortijo de
Gambogaz, la primera demostración en España de una trilladora a vapor. Estos
nuevos empresarios no estaban estrechamente relacionados con el antiguo poder
latifundista señorial, sino que pertenecían a nuevas fortunas que se habían
forjado en el comercio y la industria. Es la época del Puente de Triana, del
Mercado del Barranco, del Teatro de San Fernando, de la reordenación del Paseo
de Colón, de la modernización del Puerto de Sevilla con Pastor y Landero... Una
sociedad que empieza a ser burguesa.
-Sin embargo, siempre se ha dicho que Sevilla
nunca ha sido una ciudad burguesa al estilo de Barcelona o Málaga. Nuestro
modelo social es el aristocratizante.
-Bueno, el propio Pickman empezó como
empresario y terminó como marqués. Es verdad que a finales del siglo XIX,
durante la época de la Restauración, se produce una aristocratización de todos
estos empresarios que habían tenido una ideología liberal y un comportamiento
innovador. Se produce un adormecimiento.
-¿El patrimonio industrial está abandonado en Andalucía?
-¿El patrimonio industrial está abandonado en Andalucía?
-Completamente abandonado. No hay una tutela
eficaz, a pesar de que la ley obliga a ello. Desde el 2008, año en el que le
presenté a la entonces consejera de Cultura, Rosa Torres, el borrador del Plan
Estratégico del Patrimonio Industrial de Andalucía, no ha habido ninguna
respuesta seria, formal y razonada por parte de la Junta de Andalucía. Es
verdad que se han protegido algunos edificios, como es el caso de la Fábrica de
Vidrios de La Trinidad, pero esto no ha impedido que se encuentre cada vez más
degradado y sometido a un profundo expolio. La situación del patrimonio
industrial es gravísima y a la Junta no parece importarle. Desde la
Coordinadora de Colectivos Andaluces de Patrimonio Industrial hemos solicitado
una reunión con el consejero de Cultura, el cual nos ha derivado a la
secretaria general, ésta a la directora de Bienes Culturales y no sé si nos
seguirán derivando hasta encontrarnos con nosotros mismos. No es una cuestión
de exigir más dinero, lo que pretendemos principalmente es que las inversiones
que están realizando las distintas consejerías en patrimonio industrial se
coordinen en un plan global para racionalizarlas y jerarquizarlas.
-Su malestar con la Junta es evidente. Recientemente dimitió de la Comisión Andaluza de Bienes Inmuebles.
-Sí, dimití fundamentalmente porque esa
Comisión no se reunía nunca cuando existen asuntos muy importantes que aún
están pendientes. Mandé una carta y no recibí siquiera un acuse de recibo.
-Por su parte, el Ayuntamiento de Sevilla anunció dentro del proyecto B-Team un plan de reutilización de espacios industriales abandonados, algo en lo que no se ha avanzado mucho.
-Después de las promesas del Ayuntamiento,
ninguno de esos espacios está activado y su deterioro es progresivo. Yo fui,
junto al arquitecto Julio Larive, uno de los investigadores principales de
B-Team para Sevilla. Concluimos varios puntos. El primero fue que una gran
cantidad de edificios industriales de Sevilla se habían rehabilitado sin
ninguna estrategia ni planificación, como son la Consejería de Agricultura, la
Nave Singer, el Teatro Alameda o la Estación de Plaza de Armas. El segundo, que
la intervención en esos espacios no contempló criterios relacionados con una
conservación estricta de lo que llamamos patrimonio industrial y se les había
despojado de sus antiguos valores. El tercer punto fue que, mientras no hubiese
un plan director definitivo para esos espacios, se debería trabajar con una
metodología de transición a la que denominamos metodología del "mientras
tanto". Por ejemplo, se podían usar estos edificios en iniciativas como el coworking con las que dar una oportunidad a los más jóvenes para
que puedan emprender iniciativas de autoempleo.
-Es decir, que vuelvan a ser centros de trabajo.
-Hoy en día estamos demandando que estos
edificios se rehabiliten no como centros culturales o deportivos, sino que
vuelvan a albergar actividad económica. El problema de Sevilla es que tenemos
más de un 30% de desempleo y ya no se puede pensar en museos o espacios
artísticos de elite, sino en lugares que ayuden a resolver, por ejemplo, la
inserción de los jóvenes en el mercado laboral.
-Lo cierto es que estamos hablando de edificios con muchísimos metros cuadrados y algunos no necesitan una gran inversión para ponerlos en marcha.
-Todo el espacio industrial histórico abandonado de la ciudad de Sevilla ocuparía, aproximadamente, la mitad del casco histórico. Esto es increíble, cualquier urbe europea de las dimensiones de Sevilla se daría con un canto en los dientes por disponer, por ejemplo, de un triángulo de edificios como el que forma la Fábrica de Artillería, el Mercado de la Puerta de la Carne y la Estación de San Bernardo junto al corazón de la ciudad. La ciudad de Sevilla tiene que recuperar objetivos estratégicos, como que el Paseo de Colón vuelva a ser un bulevar como el que vemos en las litografías antiguas.
-Dígame una acción de la que se sienta especialmente orgulloso.
-Que la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía
de 2007 contemple un título, el séptimo, dedicado al patrimonio industrial pese
a la oposición de la Consejería de Cultura. Lo conseguimos gracias a una
iniciativa ciudadana que yo lideré.
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