El edificio, de sencilla pero
original arquitectura, es observado con cierta nostalgia por numerosos
viandantes desde que hace algunas semanas se han visto cerradas sus puertas. Ya
en 1916 esta empresa, que paseó con prestigio su harina por diferentes puntos
del país, recibió un Diploma de Honor.
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No ha sido en principio por el
“boom” inmobiliario ahora paralizado, ha superado no pocas situaciones
complicadas, pero al final, cerró sus puertas. Una empresa modelo, referente de
la comarca durante décadas. Tarancón se queda sin fábrica de harinas, la marca
"La Palma" ha dejado de moler hace algunas semanas. Ya en 1916 en
Barcelona recibió un Diploma de Honor, Harina Palma, de entonces Antonio
Serrano, luego Viuda de Antonio Serrano; paseó con prestigio su harina por
diferentes puntos del país. Una empresa referente en la fabricación de harinas
y además también de bodega (ésta última hace más de tres décadas dejo de
elaborar los caldos, pero la fabricación de harina ha continuado hasta hace
unas semanas).
La fábrica, ubicada en la calle Olmo, con Recaredo Gómez y entrada de vivienda principal en avenida Miguel de Cervantes, de una arquitectura singular, con mucha madera en el interior, se conserva con una extraordinaria limpieza y orden.
Con el cierre de esta fábrica de harina, Tarancón ha pasado de contar en el siglo XX con tres importantes fábricas que molían y distribuían harinas a diferentes puntos de España a quedarse sin ninguna. Desde hace más de tres décadas comenzó a perder la primera de ellas, La Rosa, más tarde La Concordia y ahora Palma.
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En principio parecía que al menos una oficina con carácter comercial podría
quedar abierta en esta fábrica, pero al parecer al final tampoco es así, y la
cartera de clientes ha pasado a la fábrica de la capital conquense. En los
últimos años, ha ido reduciendo la plantilla que además, como en otra empresa
de Tarancón, siempre ha sido muy fiel a la empresa. Trabajadores que se
mantenían en esta fábrica durante décadas, en muchos casos hasta la edad de
jubilación, pero que se ha ido reduciendo y últimamente, al parecer, estaban en
torno a la decena.
El edificio de sencilla pero original arquitectura es observado con cierta nostalgia por numerosos viandantes, desde que se ha visto cerradas las puertas.
Adiós
a la Fábrica de Don Antonio Serrano.
Tarancón se queda sin la última
fábrica de harinas que permaneciera todavía abierta. La fábrica de Don Antonio
Serrano, como se la conocía popularmente, ha dejado de moler harina de la marca
"La Palma" desde hace unas semanas.
Había superado no pocas situaciones
complicadas, pero al final, ha cerrado sus puertas, una empresa modelo, dentro
y fuera de la comarca.
La harina que se producía en la
fabrica de Don Antonio Serrano, "La Palma", recibió un Diploma
de Honor, en 1916, en Barcelona.
Cuando murió su propietario, la
fabrica pasó a manos de su viuda y después a los sobrinos de ella.
Con el cierre de esta fábrica de
harina, Tarancón ha pasado de contar en el siglo XX con tres importantes
fábricas que molían y distribuían harinas a diferentes puntos de España a
quedarse sin ninguna. La primera en cerrar fue la Rosa y e más tarde la Concordia.
Los edificos fueron derribados y, en su salares, se construyeron edificios de
pisos, algunos todavía pendientes de venderse. Y ahora, le ha tocado a "La
Palma".
En principio parecía que podría
quedar abierta en la fábrica una oficina comercial, pero finalmente la cartera
de clientes ha pasado a la fábrica filial de la capital conquense. En los
últimos años, la fabrica ha ido reduciendo la plantilla de trabajadores. Una
plantilla que, como ha ocurrido con otras empresas de Tarancón, se mantuvo
siempre muy fiel a la empresa, siendo muchos los trabajadores que han
permanecido hasta su jubilación. En la actualidad contaba con una decena de
trabajadores.
Desde que ha cerrado su puertas, el
edificio, una construcción de principios del siglo XX con una soberbia fachada
de ventanales y una imponente arquitectura de madera en su interior, es
observado por muchos taranconeros con nostalgia y algo de temor por su posible
demolición, que es la suerte que corren todos los edificios que forman parte de
la historia de Tarancón..
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