Lugar:
Sala exposiciones
Bancaja-San Miguel de Castellón.
Fecha:
Hasta el 6 de enero
de 2013.
La
llegada del ferrocarril
Desde
finales de 1829 se suceden en España una serie de peticiones al gobierno de
España, a través del Ministerio de Fomento y su ministro Francisco de Luxán, de
la construcción de ferrocarriles. La primera línea férrea concedida en España
fue el 23 de septiembre de 1829, aunque no llegó a construirse entonces; fue
promovida por José Díez Imbrechts para exportar los vinos de Jerez a través de
un ferrocarril de 7000 varas de longitud, entre la ciudad de Jerez de la
Frontera y un muelle en el río Guadalete. Fracasó al no obtener el concurso de
inversores necesario (400 acciones). Imbrechts traspasó el proyecto a uno de
sus socios, un empresario español afincado en Londres,Marcelino Calero y
Portocarrero, que lo reformuló en la línea llamada de la Reina María Cristina
de Borbón, cuyo tendido había de ir desde Jerez al Puerto de Santa María y
desde esta ciudad a Rota y Sanlúcar de Barrameda. El proyecto fue aprobado por
Real Orden de 28 de marzo de 1830. Existe un cuaderno impreso en la Imprenta
Española de don M. Calero, en Londres, aquel año 1830, donde se contiene la
reglamentación y plano.
Sí se llegó a realizar, en cambio, la que se puede decir que es la primera línea de ferrocarril en la Península Ibérica, con 28 km, el 28 de octubre de 1848 de Barcelona a Mataró, como concesionario D. José Mª Roca, que es abierta al público el 1 de noviembre de 1848. En 1849 se solicita la concesión a la Línea de Madrid a Aranjuez con 49 km; a partir de ahí, el número de solicitudes obligan al gobierno a realizar un proyecto de ley de ferrocarriles. No obstante, la primera línea ferroviaria española fue propiamente en Ultramar, en Cuba: el ferrocarril de La Habana a Güines, inaugurado el primer tramo hasta Bejucal el 19 de noviembre de 1837, financiado con capital público y tecnología estadounidense y estrechamente vinculado a las explotaciones azucareras del occidente de la isla.
Este medio de transporte era visto como un vehículo de progreso, la evidencia de la modernización necesaria en España y una respuesta al desarrollo industrial de la época que requería que las mercancías pudieran desplazarse con mayor rapidez llegando a puntos de venta más alejados. Así, tres años después, en 1851, la reina Isabel II, inauguraba la siguiente línea, que unía Madrid y Aranjuez, a la que seguirían la de Barcelona a Granollers, y también a Molins de Rey; prolongándose en 1859 hasta Martorell. De este modo, en apenas seis años, se construyeron en nuestro país más de 400 kilómetros de ferrocarril.
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En 1855, tras la revolución liberal y bajo el Gobierno de Espartero, se
promulgaría la primera Ley General de Ferrocarriles. Con ella se facilitaba la
entrada de capital extranjero. Muy pronto surgieron grandes compañías
ferroviarias que impulsarían definitivamente este medio. Así, hacia 1860, ya
había numerosos nuevos tramos abiertos, como los que unían Sabadell con Lérida;
Pamplona y Caparroso; Valladolid, Palencia y Burgos; Madrid con Zaragoza y
Albacete; Gijón y Sama de Langreo, Alicante con Chinchilla o Jerez con Sevilla,
entre otros. Este ritmo de expansión facilitó que para 1865 se hubiese completado
buena parte de la red ferroviaria prevista, con un claro desarrollo radial que
partía de Madrid y que permitía que las zonas mineras e industriales de la
cornisa cantábrica, el Levante y el sur estuviesen también comunicadas con el
resto de España. La conclusión es que puede afirmarse que, aunque algo lento
debido al retraso industrial existente en la España de la época, el ferrocarril
fue el responsable directo de traer consigo un cierto desarrollo económico al
país, acortó las distancias entre poblaciones y, en las ciudades, las nuevas
estaciones imprimieron un aire de modernidad y progreso.
Castellón
Por lo que respecta a Castellón hay que tener en cuenta que tras fracasar la concesión de 1847 del ferrocarril de Madrid a Valencia a la empresa inglesa “The Madrid & Valencia Railway Cº Ltd”, y debido a que se seguían solicitando prórrogas de dicha concesión, José de Campo, Marqués de Campo,pudo comprar en 1850 los derechos de la línea de ferrocarril del “Mar a San Felipe de Játiva, pasando por Valencia” para la que constituiría la Sociedad de Ferrocarriles del Grao a Játiva en 1851. La línea entre Valencia y Castellón formó parte de la tercera concesión que se le concedió a esta sociedad. La primera había sido del Grao de Valencia a Valencia; la segunda de Valencia a Játiva y la tercera, el 6 de junio de 1853, de Valencia a Castellón.
Así el ferrocarril llegaría a nuestra ciudad finalmente el 26 de diciembre de 1862 con la apertura del tramo Nules-Castellón de la línea que pretendía unir Valencia con Tarragona. El proyecto había sido redactado por el ingeniero inglés James Beaty y desarrollado por la Sociedad Valenciana de Fomento junto a la Sociedad Catalana General de Crédito, si bien el Marqués de Campo actuó como contratista de la línea. Las obras corrieron a cargo de la Sociedad de los Ferrocarriles de Almansa a Valencia y Tarragona ( AVT) que previamente y bajo otros nombres había logrado unir Valencia con Almansa y que acabaría siendo la tercera compañía en España por la dimensión de su red además de ser la única compañía española que operó, construyó sus líneas y se desarrolló con capital netamente español.
El tren llegaría a Benicásim el 16 de noviembre de 1863. De Tarragona a Amposta en marzo de 1965 y finalmente, el 21 de junio de 1868 fue abierto a la circulación el puente de hierro de 227 metros de longitud sobre el Ebro. Sin embargo, durante el periodo de la tercera Guerra Carlista el ferrocarril fue saboteado continuamente, por lo que el servicio se suspendió durante año y medio. Como consecuencia de este conflicto la compañía del AVT no se recuperó financieramente, viéndose abocada a vender sus líneas a la Compañía de los Ferrocarriles del Norte de España el 25 de mayo de 1891.
La estación del tren
Por
lo que respecta a la estación de Castellón, y como era habitual en la época, el
primer recinto fue una estructura provisional que se sustituyó en 1864 por una
estación definitiva obra del ingeniero Alejandro Mendizábal. Esta primera
estación era de planta rectangular y estaba formaba por un cuerpo central de
una altura y dos torres de dos alturas en los extremos. Tenía un aspecto sobrio
y simétrico. Una escalinata daba acceso a la misma con un frontón central que
recogía la mención "Ferrocarril del Norte". La estación conservó
dicho diseño sin grandes variaciones hasta 1966 fecha en la cual RENFE titular
de la estación desde 1941 realizó reformas en ella. Finalmente, el 23 de marzo
de 1994 el Ministerio de Obras Públicas, la Generalitat Valenciana, la
Diputación Provincial de Castellón, el Ayuntamiento de la ciudad y RENFE
firmaron un convenio para la construcción de la variante de Castellón que
pretendía soterrar parte del trazado a su paso por la ciudad construyendo un
túnel bajo los barrios occidentales. El Convenio incluía la construcción de una
nueva estación. Para ello se celebró un concurso de ideas que ganó el proyecto
titulado "Destino Luz" presentado por Navarro-Nossenta-Nogal
Arquitectos. Las obras se iniciaron en 1998 y concluyeron dos años después.
Esto supondría el cierre de la antigua estación ubicada a escasos metros de la
nueva y el desarrollo del paisaje urbano que presenta la ciudad de Castellón
hasta el día de hoy.
Fuente
texto La Plana al Día
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