El profesor y experto en Patrimonio
Industrial Julián Sobrino Simal ha realizado este artículo sobre el Mercado de
Legazpi, Patrimonio Industrial de Madrid el cual está en el punto de mira por
el proyecto tan desproporcionado e inadecuado que propone la administración
para el mismo.
EL
VALOR DEL LUGAR EN EL MERCADO DE LEGAZPI
Julián
Sobrino Simal arquind@us.es
Profesor titular de la Escuela
Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla.
El
mercado de Legazpi constituye un territorio desconocido, territorio en el
sentido polisémico de: tierra-dominación, tierra-materia, tierra-suelo,
tierra-continente, tierra-comarca. Como espacio de conflictos entre lo político, lo social, lo
técnico y lo habitado.
Como
espacio complejo de aperturas y fronteras. El mercado de Legazpi permanece en
el olvido desde hace más de tres décadas. Durante este nuevo tiempo/no-tiempo,
sus antiguos pobladores se han dispersado o han desaparecido.
Los
antiguos edificios, una vez que cesaron los usos que contenían, han iniciado
una nueva vida, resultado de una recombinación compleja
de fuerzas y de acciones mecánicas, físicas, químicas, orgánicas, etc. Las
calles se han convertido en caminos. Ha aparecido una vegetación espontánea
aprovechando las nuevas condiciones edafológicas resultantes de los usos de
mercado. La lluvia a redibujado las topografías anteriores, generando una
microcuencas de pequeños arroyos, regatos y lagunas.
Pero,
claro, los humanos, necesitamos este lugar. En algún sitio está escrito que
todo nos pertenece, de hecho, a esos documentos, los llamamos escrituras de
propiedad.
Por
tanto, este Mercado, este lugar, constituye una semioesfera donde se
entrecruzan varios relatos, varios conflictos, varias historias: la social, la
natural y, ahora, la patrimonial.
Esta
podría ser una buena oportunidad para conciliar esas narraciones, resultado de
los acontecimientos ocurridos en el lugar, de las traducciones que del espacio
original ha hecho la sociedad, transformando el territorio Legazpi en una malla
de nodos y redes, a partir de un proceso de morfo--génesis en el que podemos
descubrir conflictos, desajustes e intereses. Por tanto, es, como decíamos
antes, una excelente ocasión para plantear las preguntas apropiadas al lugar -mercado:
¿Qué
hacer con los testimonios de ese pasado de luces y sombras? ¿Los perdemos para
siempre? ¿Intentamos que se transformen en una herramienta de conocimiento y en
un factor de socio-desarrollo? ¿Por qué la herencia de la cultura del trabajo
es también parte integral del patrimonio cultural? ¿Cuál es el carácter
significativo del pasado industrial? ¿Puede conservarse el legado
inmaterial? ¿Para qué sirve la
protección del patrimonio industrial? ¿De qué manera han de ser re-habitadas
estas arquitecturas singulares, con sus materiales industriales, sus espacios
complejos, sus cambios de uso?
En
definitiva, cuál es la sabiduría de este lugar, para pensar en procesos, que
abarcan: desde la proto-tipología del mercado preindustrial, a la tipología codificada
de la industrialización del siglo XX, a la des-tipología de las tres últimas
décadas del XX, para llegar a la trans-tipología de la re-habitabilidad del
siglo XXI.
El
lugar como forma, como centro, como uso, como relación, como escenario, como
laboratorio, como diseño, como gestión, como paisaje, como emoción.
Hoy
las condiciones de la crisis pos-capitalista nos obliga a repensar críticamente
el lugar: desde la democracia, desde lo común, desde la libertad, desde la
participación, desde la arquitectura y
el urbanismo, desde el patrimonio, desde la sociabilidad y desde la innovación.
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