A continuación os transcribo las
diferentes noticias aparecidas sobre la restauración del Molino Grande.
El
Molino Grande luce casi restaurado en el antiguo caz del río Azuer
Artículo de Noemí Velasco
Enclavado en el antiguo caz del poco
caudaloso, pero vital, río Azuer entre chopos ya desaparecidos, fue allá por el
siglo XVI uno de los centros neurálgicos del Manzanares del cereal y la uva
cuando el trigo, la cebada y las legumbres constituían la base alimenticia de
los paisanos y de sus mulas, puercos y cabras, en una comarca que hace honores
a la llanura manchega en la que era inviable cualquier sistema de producción
basado en la energía del viento. Con tres sistemas de piedras para moler
diferentes, el Molino Grande o Molino Villalta, el mejor conservado de los
cuatro hidráulicos que existen en el cauce del Azuer en Manzanares y uno de los
de mayor tamaño de este afluente del Guadiana, promete impresionar a los
manzanareños y a cualquier turista sediento de historia y tradición en los
próximos meses tras la restauración emprendida por el Ayuntamiento de
Manzanares desde 2011 y que espera estar apunto para la primavera de 2015,
aunque los trabajos de conservación del edificio están a punto de terminar.
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La primera relación topográfica del molino data del reinado de Felipe II, entre
finales del siglo XV y principios del siglo XVI, aunque el concejal de Cultura,
Manuel Martín-Gaitero, explica que “es probable que ya existiera anteriormente,
porque este tipo de construcciones hidráulicas vienen del medievo y fueron
utilizadas además durante la ocupación árabe”. La fecha que dejó de funcionar
sí es recordada por los manzanareños, pues el último molinero, Alfonso
Villalta, “lo tuvo en funcionamiento hasta los años 70”, y todo ello a pesar de
la construcción en 1902 de la fábrica harinera que absorbería toda la
producción de cereal durante el siglo XX con la llegada de la electricidad a la
localidad.
La existencia de este tipo de molinos en el cauce del río Azuer no era algo esporádico ante la ausencia de zonas altas con viento en la zona, por lo que Gaitero comenta que “a pesar de que el río no tenía demasiado caudal, y que incluso en verano algunas zonas se secaban, como el caz de Manzanares, existen estudios que confirman la existencia de unos treinta o cuarenta molinos hidráulicos en este afluente”. Así pues, aunque con la llegada de la electricidad, los molinos, y en concreto el Molino Grande de Manzanares, aprovecharían la innovación para mantener la producción de harina y piensos durante todo el año, el concejal de Cultura confiesa que “en los primeros siglos de funcionamiento, los productores guardaban harina en invierno para todo el año, pues el molido de cereal paraba en los meses estivales ante la escasez de agua en el cauce del río”.
En una época en la que el cereal era la base de la alimentación de la población en la comarca, junto al vino y el aceite -aunque este último escaseaba en la zona-, los molinos eran fundamentales para el abastecimiento de las 15.000 personas aproximadamente que llegaron a vivir en Manzanares entorno al siglo XIX. El concejal de Cultura cuenta que “los molinos eran propiedad de gente con posibilidades, pues los agricultores dependían de ellos para sacar rendimiento a su producción”, a la vez que señala que “ante la existencia de varios molinos en la zona y de la necesidad de regular el caudal en el caz, llegó a existir una especie de tribunal que fijaba normas comunes para todos los molineros y que coordinaba el sistema de compuertas”.
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Visita
al Molino Grande
Tras pasar por un patio con un
porche y varias habitaciones adosadas que pudieron ser pocilgas para cerdos o
cuadras para las mulas a juzgar por los abrevaderos y los mechinales de las
palomas en los muros de piedra -jalbegados con cal y con techos de vigas de
madera-, al llegar en la actualidad a las puertas del Molino Grande la historia
de Manzanares conduce al verdadero corazón del molino, el lugar donde todavía
resisten al paso del tiempo esas grandes piedras, las soleras y las volanderas,
que movidas por dos sistemas diferentes de captación de la fuerza del agua,
molían cualquier tipo de grano. Rodeado de artilugios, entre ellos un elevador
para mover las piedras o varas de alivio para regular la presión del agua,
Manuel Martín-Gaitero explica que “este molino destaca por tener dos sistemas
diferentes de tipo hélice para conseguir el movimiento de las piedras del
molido: uno basado en un rodete, en el que la turbina va al descubierto, y otro
con un regolfo en el que la hélice va dentro de un cilindro de piedra”.
Martín-Gaitero comenta que “hay constancia de que en primer lugar el molino
tuvo dos rodetes y luego pasó a dos regolfos, como sistemas más avanzados, pero
ante el mal funcionamiento de uno, acabó con dos fórmulas diferentes”.
Pero todo no queda ahí, pues el Molino Villalta avanzó con la innovación y no dejó escapar la oportunidad de moler durante los meses estivales, de ahí, la inclusión de otras piedras para moler en una nueva sala que se llamó con el tiempo ‘el molino de verano’. El sistema era similar, según explica el concejal: “el elevador subía el grano depositado en la tolva, para que cayera en el agujero de la piedra volandera, y luego se molía con el choque con la piedra solera para salir por las estrías a través de los cauces preparados para llenar los sacos de harina”. Después, el cernedor, un gran aparato de madera, con un cilindro hexagonal interno y sedas, era el encargado de separar la harina, “primero la de flor y por último los moyuelos y el salvado, dirigidos a los animales”.
Desde la sala más alta del edificio, con ventanas enrejadas, Martín-Gaitero explica el funcionamiento externo de un molino que ha conservado perfectamente los muros que permitían la formación de la balsa que retenía de forma permanente el agua, o el peine, que según señala, “separaba las ramas o los troncos que venían en el cauce”. Ya en el interior, todavía los cárcavos, esos huecos por los que entraba el agua directa a la turbina y que accionaban el sistema insinúan el recuerdo de unos años en el que en esta tierra de grandes superficies dedicadas al cereal, el molino era una pieza fundamental en la vida del agricultor.
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Fases
de las obras
El concejal de Cultura de
Manzanares, Manuel Martín-Gaitero, confirmó que “las obras de restauración del
edificio, con fijación del suelo, arreglo de los tejados y de los techos, y el
encalado de las paredes, terminarán en el Molino Grande en los próximos días”,
y señaló que de forma inmediata “un equipo de especialistas procederá a la
restauración de las piezas de maquinaria”. La primera intervención fue en 2011,
con varias actuaciones de urgencia, y durante 2013 y 2014 los operarios
municipales han continuado con la consolización de este edificio, que aunque no
estaba en muy malas condiciones, sí había sufrido bastantes desperfectos y
algunos techos estaban hundidos sobre todo a partir de las lluvias intensas de
2009 y 2010. Con intención de abrirlo al público en la próxima primavera,
Martín-Gaitero señaló que “el objetivo del Ayuntamiento es convertirlo en un
museo, en un centro de interpretación con visitas concertadas y guiadas que
permita hacer entender al visitante el funcionamiento de un molino hidráulico y
de la economía de la época”. Las obras han contado de momento sólo con
financiación propia, aunque, Manuel Martín- Gaitero señaló que Red Electrica
Española financiará con 26.000 euros la restauración de la red eléctrica del
molino de verano. Las obras en total han contado con un presupuesto de 120.000
euros para la construcción civil y de 55.000 euros para el arreglo de la
maquinaria. A estas cifras, el concejal señaló que “habrá que sumar el coste de
musealizar el espacio”. El Ayuntamiento de Manzanares adquirió el Molino Grande
en 2011, resultado de la donación de Juan Antonio Giraldo, que compró la
construcción al último molinero, Alfonso Villalta, con intención de
restaurarlo, aunque no lo llevó a cabo.
Convenio
de colaboración entre el Ayuntamiento y Red Eléctrica para la recuperación del
Molino Grande
El Ayuntamiento de Manzanares inició
el pasado mes de julio de 2013 la 1º fase de recuperación del Molino Grande,
situado en el Camino de Daimiel junto al río Azuer. A través de la firma de
este convenio, Red Eléctrica colaborará con el Ayuntamiento para continuar el
proyecto de recuperación de uno de los edificios más antiguos de Manzanares. La
cantidad que aportará la empresa será de 26.000 euros, íntegramente destinados
a la adecuación de la maquinaria de molienda del Molino.
El Ayuntamiento de Manzanares inició el pasado año un proceso con el que pretende, endiversas fases, consolidar el edificio a través de materiales adecuados. El objetivo final es que, tras su restauración, el Molino Grande se convierta en Museo Etnográfico.
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Por su parte, Red Eléctrica de España, tiene entre los fines básicos que rigen
su Política de Responsabilidad Social Corporativa el desarrollo económico y
social, además del respeto al medio ambiente y el fomento del progreso y el
bienestar social con el fin de crear valor permanente.
El convenio de colaboración entre el Ayuntamiento de Manzanares y Red Eléctrica finalizará en la fecha de terminación del proyecto recuperación previsto del Molino Grande.
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