Interesante artículo de Sergio C.
Fanjul en El Viajero de El País
Preñados de carbón, en la superficie
de los valles mineros asturianos pelea la exuberante vegetación con los
vestigios de un glorioso pasado industrial: minas que van quedando en el
olvido, construcciones oxidadas y vías de ferrocarril que son como un esqueleto
mecánico de las comarcas. Las cuencas mineras, las de los ríos Caudal y Nalón,
tienen a sus espaldas un pasado de duro trabajo, luchas, huelgas y, a veces,
cierta prosperidad. Y por delante, con el fin de la minería, fuente de su
economía, un futuro incierto, tal vez negro como el negro mineral. Por eso hay
quien quiere potenciar la arquitectura industrial y los valores turísticos,
naturales o gastronómicos de esta zona, cuyos centros urbanos más importantes
son Mieres y Langreo.
10.00 Misterio
ramirense
Si uno entra en las cuencas por el
sur, procedente de la meseta, la primera población importante con la que se
topa es la de Pola de Lena. Allí se encuentra Santa Cristina de Lena (1).
Aupada en una colina y rodeada de hermosas montañas, es uno de los más
importantes ejemplos del prerrománico asturiano (junto con otros como Santa
María del Naranco (2) o San Miguel de Lillo (3), en
Oviedo, con los que guarda similitudes), un estilo arquitectónico único. No
existe referencia a esta construcción en los documentos de la época, ni se
conoce su finalidad (¿iglesia?, ¿capilla de la realeza?), pero se considera la
última del periodo ramirense, el de mayor auge del arte asturiano, durante el
reinado de Ramiro I (842-850), y es patrimonio mundial (visitas llamando al 985
49 05 25). La célebre naturaleza asturiana, exagerada, frondosa y verde oscuro,
se encarama aquí a las montañas. Para conocerla de cerca está el parque natural
de Ubiña (4), en Lena, reserva de la biosfera de la Unesco.
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O el parque natural de Redes (5) (Prau
la Feria, s/n. Campo de Caso; www.parquenaturalderedes.es), en el que, además
de flora y fauna, encontramos la Casa del Agua, el Museo de la Apicultura, y el
de la Madera y la Madreña, ese calzado autóctono, fabricado en madera, que
permite caminar por senderos embarrados y caminos sin asfaltar. Otra forma de
conocer la zona es pedalear en el anillo ciclista (6), que recorre
seis municipios: Aller, Lena, Mieres, Morcín, Ribera de Arriba y Riosa.
12.00 La
jaula de oro
Hubo un tiempo en que los grandes
empresarios, motivados por su piedad cristiana, quisieron dar una vida decente
a sus trabajadores. El poblado minero de Bustiello (7) (a unos 12
kilómetros de Lena), terminado de construir en 1925 por el marqués de Comillas
para sus obreros de la Sociedad Hullera Asturiana, es el epítome de este
paternalismo industrial. En esta jaula de oro vivían los mejores mineros (y los
más obedientes). La iglesia, en lo más alto; después, las casas de los
ingenieros, y, abajo del todo, las de los trabajadores. En la taberna no se
servía alcohol y solo podía leerse la prensa del marqués. Esta curiosa y
perversa utopía se recrea en el Centro de Interpretación de Bustiello. La
experiencia se puede completar bajando a la antigua mina del Pozu Espinos.
14.00 La
‘huelgona’
Mieres (unos 42.000 habitantes) es,
junto a Langreo (unos 44.000), la ciudad más poblada de las cuencas mineras,
una especie de capital. Su ajetreada historia la convierte en centro neurálgico
de las luchas mineras, desde la revolución de 1934 hasta la huelga de 1962: la huelgona,que
desde el pozo mierense Nicolasa se contagió a toda Asturias y, de ahí, a
España.
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Allí hay una estatua en homenaje a
todos los mineros muertos del mundo y otra dedicada a un escanciador de sidra.
En Mieres (8) se puede disfrutar por doquier de platos
asturianos como la fabada, el pote, el cachopo (filetes de
ternera rebozados con jamón y queso, de moda en la región) en lugares como El
Cenador del Azul (Aller, 51),L’albar (Teodoro Cuesta, 1) o Casa
Flora(San Juan, 7).
16.00 Mineros
al tren
Si Mieres es la cabeza de la cuenca
del Caudal, a 8,5 kilómetros, Langreo (9) cumple un papel
similar en la del Nalón. Aquí está el famoso pozo María Luisa (10),
uno de los seis todavía en activo, cuatro de cuyos mineros muertos se recuerdan
en la famosa canción Santa Bárbara bendita. En Langreo hay
múltiples museos sobre lo que aquí antes daba de comer a la gente y ahora no
tanto. En el Ecomuseo Minero Valle de Samuño (11) uno puede
montarse en un tren minero, pequeñito y amarillo, y adentrarse en la montaña
hasta la primera galería del pozo San Luis. Luego, en superficie, se conocen el
resto de instalaciones, de estilo modernista, y cómo eran las difíciles
relaciones laborales en la mina. Armando Palacio Valdés publicó en 1903 la
novela La aldea perdida, donde narra cómo un
idílico paraíso campesino se convirtió en un duro escenario industrial. En su
pueblo natal, Laviana (12), a 15 kilómetros de Langreo, una
Casa Museo y Centro de Interpretación recuerdan su figura y se documenta
el traumático cambio.
18.00 Una
historia contra el dolor
El Museo de la Siderurgia (13) (MUSI.
Ciudad Tecnológica de Valnalón en Langreo) ocupa lo que era una enorme torre de
refrigeración, ahora pintada en vivos colores, de una antigua fábrica siderúrgica.
El museo fue reinaugurado el pasado diciembre y cuenta el proceso de
fabricación del acero y el origen de la minería en las cuencas desde mediados
del siglo XIX, cuando se empezó a explotar el carbón masivamente. Como
complemento, visita a un barrio obrero y a una de sus viviendas, o la ruta La
máquina y el tiempo, centrada en locomotoras de vapor.
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La línea ferroviaria que conectaba Langreo con
el puerto de Gijón, fundada en 1846, fue la cuarta creada en España y la
primera de carácter industrial. Otra exposición, cedida por la empresa Bayer,
cuenta la historia de la aspirina, pues, actualmente, Langreo es el único
productor mundial de ácido acetilsalicílico. Mientras que en El Entrego se
puede visitar el Museo de la Mineria y la Industria (14) (MUMI.
El Trabanquín, s/n), un acercamiento más al mundo de la extracción subterránea.
21.00 Bajo
el puente atirantado
Pitu de caleya, merluza del pinchu a
la sidra o ragú de pixín son algunos de los platos de Casa
Adela (15), en la cercana Lada. Otros restaurantes para comer en
Langreo sonLa Toscana (Ramón Bautista Clavería, 10), atención a su
premiado cachopo; la sidreríaOlimar (Gregorio
Aurre, 33), recomendable su arroz con bogavante, o Casa Olivo (Celestino
Cabeza, 14), donde destacan las fabes con almejas o el
lechazo. Después de la comilona, paseo por la ribera del Nalón para observar el
gran puente atirantado (16), diseñado por Javier Manterola, e
imaginar mejores tiempos vividos en esta tierra; cuando, decían, el Nalón
bajaba negro, teñido del negro carbón.
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