Autor: Gabriel Guillem, historiador.
El
patrimonio industrial de Alcoy parece estar maldito. Una vez más en una larga
serie de errores que el tiempo hará históricos el proyecto de un museo de la
industrialización muere antes de nacer. La decepción no la produce
sólo el hecho en sí, que ya es costumbre, de abandonar a una mayor pérdida y
desaparición la memoria más significativa de nuestra ciudad, sino las formas y
argumentos de este último episodio.
Por
una parte sorprendió a las personas que alguna vez hemos asesorado en
cuestiones de patrimonio industrial a Esquerra Unida que fuera la manzana de la
antigua fundición de Rodes el emplazamiento propuesto para un futuro museo. En
una formación política caracterizada por la participación ciudadana en la
redacción de sus líneas de actuación, por el constante recurso a reuniones y
consultas en largos procesos de generación de ideas, la elección del lugar de
la antigua metalurgia ha sonado desde el principio a un “brindis al Sol”. Dos
son las posibles lecturas de lo ocurrido. La primera de ellas que se ha actuado
con buena fe pero con precipitación, la segunda que hemos asistido a un ardid
político con evidente intencionalidad; dado que el grupo de Compromís ha tenido
desde hace años en su programa el proyecto de crear un parque empresarial en la
antigua fundición de Rodes y la propuesta incluida en los presupuestos
municipales chocaba con sus planteamientos. Con la excusa del patrimonio
industrial el gobierno municipal ha introducido un falso tema de negociación.
Una baza perdida de antemano para ganar la partida de los presupuestos.
Por
otra parte la respuesta del portavoz de Compromís David Abad ha hecho evidente
la falta de visión de futuro que nuestra clase política, en general, tiene
sobre el patrimonio industrial como activo económico. Sus palabras en el pleno
del debate de los presupuestos quedarán para la posteridad: “Necesitamos
propuestas que mejoren la economía, no museos. Los museos llegarán cuando
mejore la situación económica”.
Unas
palabras que responden a una concepción muy pobre e inculta de lo que es un
museo de la industrialización, que no es un mero contenedor de piezas sino un
motor de recuperación de la memoria colectiva, la que muere con cada antiguo
trabajador y desaparece con cada máquina que termina en la chatarra. Un museo
es ahora en Alcoy una necesidad económica. ¿Por qué? Porque estamos viviendo un
tiempo en el que si Alcoy no recupera su marca de referente histórico en la
industria de España perderemos uno de sus mayores activos.
La
marca Alcoy necesita de su historia. Toda empresa bien gestionada, con
proyección en el tiempo, tiene en su pasado un elemento de prestigio que da
fuerza a su imagen. Algo tan básico, tan fácil de comprender, no es concebible
para nuestros representantes políticos.
Y
mientras ellos, quienes dirigen esta ciudad, no actúan, quienes roban la
historia sí lo hacen. En los últimos meses hemos asistido al derribo,
literalmente, por parte de ladrones de metales, de parte del Molí d’Albors. Una
propiedad municipal, patrimonio industrial protegido, víctima de la desidia de
varias legislaturas. Otra propiedad municipal, Algezares, 27, edificio singular
de un ingenio hidráulico de época moderna se deja arruinar tal vez para excusar
mejor su demolición.
Los
errores en la gestión del patrimonio industrial de Alcoy, como el derribo de la
Máquina de Guillem en la Beniata, bien patrimonial catalogado, sin un estudio
histórico previo, serán el recuerdo indeleble de una legislatura que empezó
siendo un tiempo de confianza en que el patrimonio industrial pasaría de ser un
tema de oposición política a ser un tema de gobierno.
La
falta de una gestión básica para la recuperación de los testimonios de los
trabajadores y empresarios que atesoran las últimas páginas de la historia que
hizo grande a Alcoy demuestra que el patrimonio industrial no está maldito por
la falta de dinero sino por la falta de voluntad e iniciativa. No faltaron las
inversiones millonarias para contarnos la historia de los bomberos, para
transformar el Monte de Piedad en un contenedor vacío o para restaurar un templo
parroquial sin apenas feligreses.
El
rechazo en los presupuestos municipales del 2014 al inicio de un proyecto de
creación del museo de la industrialización hace patente que el futuro de la
cultura industrial de Alcoy, de su historia, patrimonio y memoria colectiva, no
tiene cabida real en la voluntad política de ninguno de los partidos que
actualmente rigen la ciudad.
Fuente
artículo
2 comentarios:
Es una verdadera lástima lo de Alcoi. Como expreso en mi comentario al artículo, en la página donde se publicó (Radio Alcoy) en mi visita técnica -en julio de 2012- la impresión era que todo el equipo de gobierno estaba totalmente dispuesto a impulsar el patrimonio y el turismo industrial. Para mi el problema es que cada uno de los partidos tenía "su" propio plan previsto para hacerlo.
Ciertamente, Alcoi debería ser un referente en el turismo industrial, porque el patrimonio que su historia ha dejado, así lo exige. De otra forma, es imposible explicar la ciudad que vemos.
Muchas gracias por el comentario Josep Maria. La verdad es que Alcoy es una verdadera ciudad industrial, la cual, como bien dices, se debería tener más en cuenta en el turismo industrial, se debería impulsar ese gran valor que tiene, su historia industrial, la cual le ha hecho ser lo que es.
Y bueno con respecto a los políticos, la experiencia que tengo por todos los casos que he estudiado, es que dicen mucho y luego no hacen ni la tercera parte. Y el patrimonio industrial sigue abandonado y descuidado, no solo en Alcoy, sino en toda España.
Una pena
Publicar un comentario