La
primera fábrica de Vigo permanece bajo tierra sin remedio.
Artículo de Jorge Lamas para La Voz
de Galicia
Es la fábrica más antigua que se
conoce en Vigo. Fue construida por los romanos a finales del siglo I y elaboró
pescado en salazón para otras partes del Imperio durante casi dos siglos. Hoy,
está enterrada en pleno centro de la ciudad, esperando a que el Concello y la
Xunta de Galicia se pongan de acuerdo para convertirla en un museo que permita
a los ciudadanos comprender los orígenes industriales de esta población. La
factoría de salazón fue localizada hace quince años en el solar correspondiente
al número 41 de la calle del Marqués de Valladares. La empresa inmobiliaria
Playamar había adquirido los solares 39 y 41, así como el edificio
correspondiente al número 43 con el objetivo de iniciar una promoción
inmobiliaria. La localización de los restos, muy bien conservados, así como un
novedoso sistema de abastecimiento de agua dulce a través de pozos, llevó a la
Dirección Xeral de Patrimonio a decretar su conservación in situ. A partir de
ese momento, la inmobiliaria tuvo que paralizar sus proyectos en la zona para
adaptarse a la obligación establecida por la Xunta. La Dirección Xeral de
Patrimonio Cultural acordó conservar los restos arqueológicos de Marqués de
Valladares 41, in situ, para musealizarlos. Fue en la época en que tanto la
Xunta como el Ayuntamiento estaban gobernados por el PP. Posteriormente, todos
los partidos (el bipartito PSOE-BNG en la Xunta y PP en el Concello, primero, y
el bipartito autonómico y local, después) mantuvieron la intención y acuerdos
precisos para conservar la factoría de salazón.
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El propietario del solar (Playamar,
en aquel momento) cedería la propiedad de más de 200 metros cuadrados de la
parcela al Concello de Vigo, y la Xunta correría con los gastos de protección,
finalización de la excavación y obra de construcción del contenedor (muros y
cubierta) y de la musealización de la factoría romana. Cambio de propietarios. Después
llegó la crisis económica y Playamar, perteneciente al grupo Vialmar, quebró.
El solar pasó a manos del BBVA. El banco, a través de su empresa inmobiliaria
Anida Operaciones Singulares, comenzó pasado el año 2010 los trámites para
edificar en ese solar. Al mismo tiempo, Playamar presentaba una demanda contra
la Xunta y el Concello, que ganó parcialmente a través de una sentencia del año
2018. Esa sentencia fue recurrida por el Concello y la Xunta y aún está
pendiente de resolución judicial. Ahora, con la aparición de nuevos restos, que
completan los aparecidos hace quince años, se reactiva la oportunidad de
afrontar la musealización del espacio. Pero quedan varias cuestiones en el
aire: si el convenio urbanístico firmado por Playamar ata también a la empresa
sucesora en la propiedad, tanto en las cargas como en los beneficios; o si la
obligación de conservar los restos arqueológicos in situ, musealizados y teniendo
en cuenta la indemnización patrimonial a la empresa promotora anula la
compensación en volumen edificatorio que preveía el convenio urbanístico. De
momento, y a pesar de que este periódico realizó las oportunas preguntas al
respecto a la Xunta y al Concello, ambas instituciones guardan silencio. Los
nuevos restos fueron hallados durante los trabajos previos a la rehabilitación
de un edificio de la plaza de Compostela, que deberá esperar a que la Dirección
Xeral de Patrimonio decida si ordena ampliar los estudios arqueológicos. Hace
algunos años, otra factoría también de época romana, ubicada en la plaza de
Compostela, fue desmantelada durante los trabajos de rehabilitación de un
edificio próximo a la central de Correos. En los primeros siglos de la era actual,
el borde marítimo vigués era un complejo industrial volcado en la explotación
marina. La gran abundancia de pesca, especialmente de sardina, permitía su
exportación a otras partes del Imperio. La conservación de ese pescado era
posible a través de un proceso industrial que requería de grandes cantidades de
sal. La procedencia de ese producto era local. La Salinae permite ver parte de
la gran salina de evaporación existente en el actual Areal y Rosalía de Castro.
El pescado, una vez sometido a un procese de salazón, era exportado por vía
marítima hacia el sur de la península.
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