La intervención realizada en El
Molino de Santa Olaja busca recuperar su valor como punto de referencia en la
historia social y económica del municipio, sin olvidar su valía como recurso
patrimonial. Por este motivo se planteó una rehabilitación integral del molino
y de su entorno, que garantice su conservación y que incida en su carácter
divulgativo, didáctico y atractivo.
Se ha planteado una recuperación
integral, fiel y didáctica, tanto en la intervención arquitectónica como en la
recuperación de la maquinaria, y una puesta en valor basada en la
interpretación para que el visitante, mediante una ambientación escenográfica y
un audiovisual, comprenda cómo era su funcionamiento, cómo vivía el molinero
que lo atendía, y cuál ha sido la relación del hombre con la marisma.
Lo denominan el Observatorio de la
Marea.
Web
del Ecoparque
En
el 2011 el Ecoparque ganó el premio de la UE Eden que promociona el turismo
sostenible.
*El
Molino de Santa Olaja tiene abierto un expediente de incoación como BIC del BOE
22/10/1988.
www.turismodecantabria.com |
Situación:
Al fondo de la ría
de Quejo. Arnuero
Desde la autovía A8
(Santander/ Bilbao) en su salida 185 (Beranga/Noja/Isla). El molino se
encuentra en el pueblo de Isla, en las marismas del Joyel.
Fecha
construcción: Siglo
XVI
Noticia
sobre el molino
La
molienda del pasado.
Desde principios del siglo XVIII y
hasta 1953 diferentes generaciones de agricultores y aldeanos del municipio de
Arnuero acudieron cada día hasta el molino de mareas de Santa Olaja, en Isla,
cargados con el maíz de sus cosechas para convertirlo en harina aprovechando la
fuerza del agua. Nunca hubieran imaginado entonces que lo que para ellos sólo
era su lugar de trabajo, 50 años después, iba a ser abierto al turismo como el
'buque insignia' del proyecto Ecoparque de Trasmiera.
El Ayuntamiento de Arnuero fue el
primero en darse cuenta de que este viejo ingenio hidráulico, vinculado al
flujo de las mareas, podía despertar la curiosidad de vecinos y visitantes. Y,
allá por el año 2000, decidió devolver a la vida a este molino, abocado a la
ruina absoluta desde que se generalizará la electricidad. Para conseguirlo, se
llevó a cabo una minuciosa reconstrucción hasta convertirlo en un Centro de
Interpretación.
Los mismos pasos se siguieron años
después en Argoños, que cuenta con el molino de Jado; en Noja, tiene el molino
de Victoria; y en Escalante, que presume del molino de Cerroja, aunque, de
entre ellos, sólo en Arnuero y en Argoños se reproduce fielmente la maquinaria
que hace funcionar estos aparatos para que los visitantes puedan ver cómo se
hacia la molienda antaño. En los otros dos, ésta se aprende a través de
material audiovisual que se completa con paneles de la flora y la fauna de las
marismas.
Imagen de la noticia |
Atractivos turísticos
En estos meses de verano, todos se
erigen como los grandes atractivos turísticos de sus localidades. Son muchos
los visitantes que mientras pasean por las marismas de Joyel ven, casi por
casualidad, con el Santa Olaja. Y aunque es preciso concertar cita (676 486
111) si todavía queda un hueco no se resisten a entrar. Son tres euros.
Marco Pérez Ansola es uno de los
guías del Ecoparque de Trasmiera que enseña las entrañas de este molino de
mareas, levantado en 1702 por los propios canteros de Arnuero. Lleva casi diez
años haciendo ésto. Y aunque tanto tiempo puede dar pie a hablar de monotonía
asegura que «ninguna visita es igual a otra». Todo depende de quien esté
delante. A los niños les ayuda a conocer. «Intentamos que sean activos y que
ellos mismo hagan de molineros». A los ancianos les ayuda a recordar otras
épocas y costumbres pasadas. «Ha habido grupos de mayores del propio Isla que
se han animado a cantar canciones de cuando venían al molino, a contar
anécdotas, y hasta se les han saltado las lágrimas». Y, en conjunto, unos y
otros, aprenden la importancia que tuvo la energía del agua. «Limpia y renovable»,
repite el guía.
La visita se divide en tres partes.
A las puertas del molino, Marco cuenta a los turistas la historia del proyecto
del Ecoparque de Trasmiera y les habla de las mareas que hacen funcionar a
estos artilugios. «Cada marea dura seis horas y hay cuatro al día», explica.
Un vez dentro toca conocer el
proceso de molienda a través de las cuatro ruedas existentes.
Lo primero que se debe saber es que
el molinero trabajaba en las horas de bajamar. «Cuando la marea está alta se
retiene el agua en la presa y cuando baja se suelta todo ese agua y empiezan a
girar los rodetes», que transmiten su movimiento a la rueda de moler a través
del eje. Cada rueda va sumando piezas a modo de puzzle hasta llegar a la última
donde se observa el proceso completo. Es importante tener en cuenta que dichas
demostraciones están condicionadas al horario de las mareas.
Objetos de museo
El estruendo de piedra contra piedra
se escuchó en Santa Olaja hasta la reconversión industrial, que hizo de ello un
'trasto' antiguo. En 1953 se cerró y cayó en el olvido. Fue el último molino de
la zona en cerrar sus puertas y, curiosamente, el primero en volver abrirlas ya
como museo. Y no es para menos ya que este molino fue uno de los de mayores
dimensiones de la comarca de Trasmiera, sólo superado por el instalado en La
Venera, en el municipio de Meruelo.
En la última parte de la visita está
la denominada sala del molinero, donde se observan los materiales que empleaba
para arreglar la madera y se puede imaginar cómo era su vida y oficio. Y aún
queda otra parada para ver un vídeo de aquellos años de abundantes cosechas en
los que sólo en la marisma de Joyel llegaron a existir hasta siete molinos que
funcionaban en cadena, constituyendo una auténtica industria harinera que daba
lugar, entre otras muchas cosas, al popular pan de borona.
Reportaje del periódico El País de
2005
De
molinos de marea a museos.
El País
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