Artículo de Isabel Arozamena
La inauguró el Rey Alfonso XIII en el año 1927. Con 85 años de historia, la fábrica B3 Cable de Maliaño, la antigua Standard Eléctrica, atraviesa sus peores momentos. Con un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) a sus espaldas que no se puede ejecutar por falta de financiación, declarada en preconcurso para eludir la suspensión de pagos, y con la producción prácticamente paralizada por carecer de cobre, su futuro se presenta incierto. La palabra cierre está presente en la mente de sus 318 trabajadores, una plantilla que vive con zozobra los días previos al desenlace que se producirá mañana, lunes, cuando un administrador impuesto por el banco americano PNC se haga cargo de la gestión.
El origen de la fábrica tiene a Standard Eléctrica como valor principal. «Era el buque insignia de la zona, se pagaba muy bien, trabajábamos durante doce horas y acumulábamos stocks para Telefónica. La producción iba a todo el mundo, Sudamérica, China...», relata a este periódico uno de los antiguos empleados.
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Fueron los mejores tiempos de la compañía, cuando en los años 60 llegó a tener más de 1.200 operarios, muchos de ellos mujeres. Ahora son 318, la mayoría hombres, pero con la aplicación del ajuste laboral derivado de la crisis no superarán los 200. La planta de Maliaño ha dado trabajo hasta a tres generaciones de cántabros, fundamentalmente de Camargo, Maliaño y Santander, aunque «había gente de toda la provincia, hasta de Selaya». Varios han sido los dueños de las instalaciones. En 1986 pasó a denominarse Alcatel. Pero hubo más cambios.
En 2001 Alcatel España la vendió al Grupo Nexans y fue en 2008 cuando parte de las instalaciones pasaron al grupo británico B3 Cable, con sede en Manchester. Antes, todavía con Nexans, el complejo se segregó y Draka se quedó con la especialización en fibra óptica mientras que la hoy B3 se centró en el cable de cobre. Ante la caída del mercado en este sector y el auge de las nuevas tecnologías la firma abordó hace un año la fabricación de fibra óptica, que tenía intención de ampliar antes de que estallara esta última crisis.
Cuando el grupo británico adquirió en 2008 la planta, nada hacía presagiar la delicada situación que se vive actualmente. En aquella ocasión, directivos del grupo y del holding inversor Aston Ventures, visitaron la factoría y comunicaron a los trabajadores su intención de potenciar nuevas líneas de trabajo y realizar inversiones.
En sus comienzos, Standard Electric orientó su negocio a la rápida difusión de la telefonía en España y en países como México, Cuba o Argentina. En 1946, y durante 20 años, se convirtió en suministradora exclusiva de Telefónica. En 1955 firmó un acuerdo para la entrega de cables a la norteamericana Wester Electric. Fue la época dorada. La expansión continuó hasta los años 60, cuando alcanzó una plantilla fija de más de 1.200 trabajadores. Posteriormente, distintos problemas limitaron su crecimiento y en los años 80 y 90 la empresa experimentó dos fuertes crisis.
Se pasó el bache con la intervención de la francesa Alcatel que efectuó numerosos reajustes y recortes de plantilla. Ahora, la crisis económica ha pasado de nuevo factura a la planta cántabra que está herida de muerte si no aparece pronto un inversor.
El Diario Montañes
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