El chocolate, esa dulce tentación que crea pasiones, y que durante más de un siglo ha identificado a los oñatiarras, tendrá un espacio expositivo propio dentro de la oferta turística local. El Ayuntamiento y la cofradía de chocolateros Klaxk han dado luz verde a la puesta en marcha de un Centro de Interpretación que, bajo el epígrafe 'Txokolatea ezagutu', difundirá las características del denominado 'manjar de los dioses' y profundizará en la historia del chocolate en Oñati como pieza importante de su patrimonio etnológico.
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El museo que durante tantos años ha reclamado la cofradía y muy especialmente su 'alma máter', Antón Azpiazu, se hará realidad este año, así que no es de extrañar el sentimiento de satisfacción que invade a este apasionado del chocolate. «Por fin se va a cumplir un sueño por el que llevo muchos años luchando. Estoy muy contento. Este mes iba a cerrar la chocolatería, finalizaba el contrato de alquiler que firmé hace cuatro años, y al ver que no se había dado ningún paso hacia el proyecto museográfico, decidí arrojar la toalla», explica.
«El alcalde se enteró, vino a verme y me dijo que siguiera hasta finales de año, y que le explicara el proyecto. Les gustó y van a apostar por él», continúa. «No hacen falta grandes inversiones. Solo un local apropiado y céntrico, cuyo alquiler pagará el Consistorio, todo el material del Centro de Interpretación (artículos, intrumental, fotografías, envoltorios y la ingente documentación que he recogido durante toda una vida de afición) lo pondremos nosotros. En cuanto al modelo de gestión, la Agencia de Turismo y Desarrollo se ocupará del Centro de Interpretación y Klaxk de la tienda».
La idea es clara: desatascar este viejo proyecto con la mínima inversión, y ver cómo funciona porque creen que la tradición chocolatera oñatiarra merece que se den pasos al respecto.
Klaxk como cofradía siempre ha defendido la importancia de una instalación de estas características que difunda y exalte las virtudes y características del chocolate y profundice en la historia local como pieza importante del patrimonio.
Así que Azpiazu se embarcó en una aventura empresarial, no exenta de riesgos, con la que luchar por la implantación de un museo del chocolate, que finalmente, cuando parecía que el sueño se desharía en añicos, tendrá final feliz.
Disfrutar con los 5 sentidos
El Centro de Interpretación permitirá disfrutar del chocolate con los cinco sentidos. Se podrá ver, oler, tocar, oír y comer el producto, mientras se hace un recorrido visual por la historia del chocolate. Y es que el espacio expositivo permitirá recorrer el proceso de elaboración desde la plantación de la semilla del cacao hasta el consumo de la tableta o bombón.
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Un molino de piedra que se reconstruirá con piezas que Azpiazu conserva de los de Maiztegi y Confiteruena compartirá espacio con tostadores, morteros y cribas. Pero además podrán verse envueltas de mediados del siglo XX de las últimas siete empresas de Oñati, carteles, anuncios publicitarios, una maqueta de un galeón del siglo XVI (réplica de los barcos que se utilizaban para el transporte del cacao), grabados y fotos con motivos del cacao, chocolateras de distintas épocas (jícaras, metates etc.) y mapas y rutas del cacao del siglo XVIII, así como abundante documentación que acercarán a todos los que se acerquen al Centro de Interpretación la historia del chocolate y los chocolateros oñatiarras, de familias que durante décadas vivieron del llamado alimento de los dioses.
Se trata de permitir que los más mayores recuerden y los más jóvenes descubran y conozcan la historia de Maiztegui, Orbea, Loyola, Onena, Garaicoechea, Guereca, y cómo no de la única superviviente de aquella rica tradición local: Zahor, ahora Natra.
El conocimiento es uno de los ejes del centro, pero los más golosos disfrutarán sobre todo con la cata, del manjar que ellos mismos verán hacer antes de degustar con los cinco sentidos.
«La vista analiza el color del chocolate. El tono depende del cacao. Hay algunos más amarronados, otros más rojizos y otros casi negros», explica Azpiazu que ha protagonizado charlas y catas en colegios y otros escenarios. Tras la fase visual se huele. «Con él sabremos si el chocolate es maduro o nuevo y la manteca utilizada entre otras cosas. Tras tocarlo y sentir su textura lo oímos, se parte el alimento y se estudia el sonido, 'el Klaxk' que produce al ser roto. Un buen chocolate producirá un sonido nítido y seco. El sabor es otro factor importante en la degustación -concluye-. Su fusión en la boca y posterior sensación, determinará si es dulce o amargo o ligeramente ácido».
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La nota la darán los visitantes que tras su tour por la tradición chocolatera oñatiarra sabrán mucho más de este manjar divino, y además se irán con un excelente sabor de boca. Un dulzor con mucha historia.
Diario Vasco
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