Artículo de Mª Amelia Brenes
Aunque en los últimos tiempos la
industria jiennense ha ido languideciendo hasta casi desaparecer, en su
momento, la provincia fue uno de los centros del sector de la mano de unas
minas que dejaron tras de sí una
estela de chimeneas, maquinaria y explotaciones bajo tierra que
conforman un paisaje muy particular.
Con 125
inmuebles registrados en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de
Andalucía, el distrito minero de Linares-La Carolina es una de las mayores
concentraciones del mundo de tecnología Cornish, desarrollada en el siglo XIX. Las máquinas que quedaron en las
instalaciones, abandonadas paulatinamente, son un tesoro que hoy prácticamente
ha desaparecido.
"Lo que
queda es testimonial. Si dijera que se conserva el 15 por ciento del metal
quizás exageraría. Casi todo se ha destruido", explica el subteniente José
Susi, jefe de la unidad de Prevención de Delincuencia de la Guardia Civil de
Bailén, que hace apenas diez días encontró a dos individuos saqueando la mina
San José de Matacabras.
El
precio del cobre
"Había
un cable de 300 metros de un ancho suficiente para subir varias toneladas
varias veces al día. Ha desaparecido", cuenta el subteniente, comentando
que, hace apenas dos o tres años, la maquinaria estaba intacta y subía casi dos
metros del suelo. Actualmente, sin embargo, está destrozada. "El expolio
no es algo nuevo. Se está produciendo desde hace 40 o 50 años, aunque sí que es
cierto que los robos han aumentado un poco en los últimos tiempos como
consecuencia de la subida del precio del metal desde 2009", señala el jefe
de Prevención, apuntando que el
cobre se paga a seis euros el kilo. "Arrancando la instalación de
una farola de un polígono puede sacar 40 o 50 kilos, así que haz el
cálculo", añade.
"De
todas formas, no es tanto el incremento como el hecho de que ahora sacamos a la
luz cosas que antes no sacábamos", matiza el guardia civil, destacando en
este sentido el aumento de la regulación relacionada con la compra-venta de
metales (muy reciente) y de la conciencia social.
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"Los
propietarios de las instalaciones eran compañías que hoy han desaparecido y los
dueños actuales, en la mayoría de los casos, no daban importancia a los robos porque veían la tecnología como chatarra vieja
-cuenta-. Eso está cambiando, afortunadamente".
Alerta
ciudadana
Ahora, son
muchos los ciudadanos que llaman para alertar de expolios que la Benemérita
difícilmente podría detectar a tiempo, teniendo en cuenta la extensión que
ocupa el distrito minero donde, sobre todo, se mantienen los edificios que
guardaba esa tecnología. "Las vías se han levantado y la maquinaria casi
ha desaparecido. Quedan restos de obra", afirma el subteniente Susi,
lamentando el daño irreversible que se está haciendo en el Patrimonio
jiennense.
Y es que, aunque se consiga detener a los responsables
de los expolios, no siempre se recuperan las piezas (de hierro y
otros metales fundidos), que normalmente acaban en las funciones de Granada,
Murcia y Madrid. Las que consiguen salvarse, no pueden restaurarse. "Las
cortan, para poder desplazarlas, y luego no hay forma de que vuelvan a su
estado original".
Para evitar
que se pierda lo poco que queda, la Guardia Civil trabaja para localizar a los
culpables –a los que ya no se imputan delitos de hurto, sino contra el
Patrimonio– y, sobre todo, para fomentar la sensibilización. "Yo siempre
digo que la Guardia Civil tiene 140.000 ojos, pero España tiene 100 millones
que lo ven todo. Los estados policiales no funcionan. Son los ciudadanos lo que
tienen que participar porque nosotros somos pocos, pero ellos sí que están en
todas partes", concluye el subteniente.
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