Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

viernes, 30 de marzo de 2012

Orígenes de la vivienda digna.

Dentro del patrimonio industrial no se debe perder de vista una tipología edificatoria que vino asociada a la industrialización, os hablo de la vivienda obrera, hay muchas publicaciones, trabajos e investigaciones sobre la misma. Hace unos meses cumplía 100 años la Ley de Casas Baratas y el Club de prensa La Nueva España de Gijón celebró una conferencia sobre este tema, este artículo habla sobre la misma.
El 27 de febrero de 2012 se hizo la mesa redonda “Casas Baratas y otras viviendas obreras en Gijón”.

Artículo de Cuca Alonso
Atento a cualquier fecha que determine el devenir de nuestra historia, el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, al cumplirse el centenario de la ley de Casas Baratas, celebró en febrero de 2012 una conferencia sobre el tema en el que alternaron sus experiencias Nuria Vila Álvarez, adjunta al Centro de Documentación y Biblioteca del Museo del Ferrocarril de Asturias, y Luis Arias González, doctor en Historia. La primera se ciñó a las causas y efectos producidos en Asturias; el segundo, Luis Arias, hizo un análisis más generalizado, desde el punto de vista político social y territorial, del desarrollo de dicha ley.
En Asturias, según las explicaciones de Nuria Vila, las casas baratas presentan dos modelos básicos: el de las cuencas mineras y el promovido por los empresarios gijoneses relacionados con la siderurgia y el carbón. El barrio de San Pedro en Mieres, cuyas imágenes se mostraron en pantalla, fue uno de los primeros poblados mineros edificados durante el franquismo por impulso del Instituto Nacional de la Vivienda e inspirado en la doctrina social de la Falange. Su constructor era la empresa y ésta cobraba una renta a sus acogidos. Alrededor de las viviendas surgían los colegios nacionales, los comercios, el ocio... El barrio de Roces, en Gijón, es el ejemplo del segundo modelo, resultante de la asociación de varias empresas, y a él tenían acceso todas clase de obreros, incluso acogieron a los recuperados «niños de la guerra». Por el contrario, en La Camocha, vemos un núcleo exclusivamente minero. Pero lo más lacerante de esa época es que sólo el 20 por ciento de los obreros tenía acceso a esas viviendas, el resto permanecía en las caserías familiares o en condiciones de máxima precariedad.
Gijón, por su gran contingente de población obrera, tuvo un gran problema desde mediados del siglo XIX. Las fotografías mostraban panoramas desoladores, La Cábila, La Santina, Cimadevilla, la Ciudadela de Emilio Solar... En los archivos del Ateneo Obrero pueden leerse comentarios relacionados con la cuestión, «una burguesía inteligente haría viviendas, pero el republicanismo gijonés construye enormes iglesias y grandes chalés, pero nada para la clase obrera, aunque luego piden su voto». Fue a mediados del siglo XX cuando el franquismo, en busca de la paz social, acomete la construcción de viviendas; hasta entonces las actuaciones se debían a filántropos o empresarios. La vivienda pasa de ser una necesidad a constituir un negocio. Aparecen las subvenciones, comienza a llegar el dinero de los emigrados en Europa, y el alquiler de la vivienda va quedando atrás, los pisos se adquieren en propiedad. Es una nueva España, pero la Ciudadela de Emilio Solar, sin agua corriente, sin apenas ventilación y provista de retretes comunes aún funcionó hasta 1973.
Luis Arias, más teórico, centró su discurso en la ley de Casas Baratas promovida en 1921. Aunque la iniciativa ya se había planteado durante el reinado de Isabel II, las guerras coloniales frustraron su proyecto. Fue Sagasta, siendo ministro de Gobernación, quien firmó le ley, demasiado profusa y confusa. Su fracaso hay que achacarlo al exceso de burocracia y a la crisis consecuente de la I Guerra Mundial. La segunda ley de 1921 era más ambiciosa, pero de pocos logros. Durante la dictadura de Primo de Rivera se construyeron 4.000 viviendas repartidas en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, pero la recesión de 1929, además de acabar con la construcción, sacó a la luz grandes irregularidades. «La ley tuvo sus puntos oscuros, pero la idea de una vivienda digna y en propiedad ha quedado para siempre en nuestra conciencia», concluyó Luis Arias.
Lne

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