Artículo de Paco Moreno
Triste artículo que describe el lamentable estado de ruina en el que se encuentra el Molí Nou de Campanar, en Valencia. Debido a la falta de mantenimiento, la desidia y los daños provocados por innumerables expolios y actos vandálicos han terminado convirtiendo este antiguo molino, de posiblemente el siglo XVIII, en una construcción declarada en ruina por el ayuntamiento. También habla brevemente de otros ejemplos de construcción preindustrial existentes por la zona y en un estado de conservación también bastante lamentable.
A continuación os transcribo el artículo.
Pasear por la huerta de Campanar un día soleado invita a la reflexión, aunque inevitablemente a la tristeza. La vista se detiene sin querer en las al querías, molinos y fábricas abandonadas entre los campos de huerta. El último caso es la declaración de ruina inminente del antiguo Molí Nou, junto al camino conocido como de las Cañas, prácticamente desecha por el explio continuado de estos años.
La ficha que habla de esta construcción en la revisión del Plan General habla del primer molino medieval de la acequia de Mestalla y uno de los más importantes de este sistema de riego. El término 'Nou' se debe, según los investigadores que trabajaron en el proyecto, a que es posterior al siglo XIII, es decir, que no tiene un origen musulmán. La primera documentación que existe del también llamado Molí de la Saidia, procede del siglo XV.
Desde entonces, el molino se transformó en una fábrica con naves añadidas que desdibujaron por completo la estampa tradicional. En todo caso, tanto la parte nueva como la antigua han sufrido robos, actos de vandalismo y el paso de tiempo sin ningún tipo de conservación del patrimonio.
El presidente de la asociación de vecinos de Campanar, Eduard Pérez Lluch, fija la construcción actual a partir del siglo XVIII y lamenta que es un ejemplo más de lo que ya no se hace desde la Dirección General de Patrimonio Histórico. «Antes había protección y seguimiento, mientras que ahora, con la crisis económica que padecemos, eso ha pasado a la historia».
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Pérez Lluch consideró que el Molí Nou albergó una de las industrias papeleras más pujantes de la ciudad, gracias a los sistemas hidráulicos colocados junto a la acequia de Mestalla. Después, en su etapa más reciente la nave se dedicó al curtido de pieles.
«Me acuerdo cuando estaba en marcha, era al final un almacén de construcción», asegura un vecino al ser preguntado por LAS PROVINCIAS. «De lo antiguo no queda nada y la chimenea está reventada», afirma señalando a la construcción más elevada del viejo complejo.
La resolución aprobada por el Ayuntamiento dice que no se han encontrado a los antiguos propietarios, y que la inspección de la Policía Local ha dictaminado que el inmueble se encuentra en un «peligroso estado de conservación».
El molino cuenta con un nivel 2 de protección patrimonial y se encuentra en suelo no urbanizable declarado agrícola. «Su estado ha rebasado el umbral de la seguridad, presentando un peligro real para personas y bienes».
Es difícil encontrar una zona más rica en patrimonio arquitectónico rural. En el estudio coordinado por Miguel del Rey para el Ayuntamiento se habla de que en sus inmediaciones se encuentran «además de la acequia de Mestalla, la de Rascanya y la de Tormos, además de los molinos de Llobera y dels Frares, junto con el azud de Rascanya. Todos estos elementos quedan enmarcados en un paisaje de huerta en explotación y buenas condiciones, que mantiene los usos».
Desde que se redactó la ficha, hace ya varios años, la situación no es la misma y buena parte de los campos están abandonados. Más cerca del casco urbano de Campanar, la alquería dels Frares, famosa por albergar frescos del siglo XVII de la batalla de Salses, una ciudad del Rosellón francés donde se produjo un famoso asedio.
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La construcción está tapiada para impedir el acceso y que sufra un mayor expolio. Situada a escasa distancia de la acequia de Rascanya, su recuperación se perfila muy complicada debido a que está aislada por completo en la huerta.
Eso sí, las fachadas están repletas de pintadas y en un rincón se amontona un vertedero de escombros y basura de todo tipo. Al otro lado, hacia el sur, se perfila el casco urbano de Mislata. Pérez Lluch comprende la dificultad de que sobreviva una construcción de este tipo, una propiedad particular, por lo que insiste en que la Administración se implique en la conservación de este paisaje rural. Su ruina es una consecuencia más de la crisis económica, con la pérdida de inmuebles únicos en la ciudad por su valor histórico.
Las Provincias
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