Hoy os pongo como imagen del día algo que tristemente se ve a diario por todas nuestras ciudades, se trata del destrozo y daño sobre el patrimonio edilicio, en este caso industrial. Es muy común ver pintadas, e incluso algunas nos pueden parecer obras de arte, el problema viene cuando se está dañando un edificio que es parte de nuestro patrimonio; pero ya no solo son las pintadas es dañar y destrozar el exterior o interior de un edificio por el mero hecho de hacerlo, como divertimento…habría que enseñar más civismo a todos aquellos que se dedican a estropear el patrimonio edilicio de las ciudades, pues aunque ellos no se den cuenta es de todos incluso de ellos y forma parte de su memoria histórica y lo único que están haciendo es estropearlo y echarlo a perder.
Yo me dedico a estudiar patologías de la edificación y he de admitir que uno de los agentes que más daño termina haciendo a nuestros edificios es el mismo ser humano (algunos de ellos) y encima de manera intencionada. La imagen que muestro es de un molino dañado de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) de una noticia aparecida en prensa el día 05/11/2011. Es una de las muchas imágenes que os podéis encontrar sobre este tema.
Imagen de la noticia |
Jóvenes al servicio del destrozo
Autor del artículo: Alberto Mallado
En diversos formatos y con distintos métodos de ejecución no exentos de dosis de una fantasía puesta al servicio de los instintos más bajos. El vandalismo es una lacra moderna que sacude muchas de las mañanas de Alcalá de Guadaíra, sobre todo los fines de semana, con destrozos sobre cualquier cosa que esté en la calle y que la hagan un lugar más agradable. El catálogo de agresiones es variado y está sujeto incluso a modas.
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El patrimonio es otra de las obsesiones de los vándalos. Hace poco su último «entretenimiento» fue destrozar un molino recién rehabilitado, con notable ensañamiento. El molino de Vadalejos, junto al puente del Dragón sufrió primero pintadas en sus paredes. Luego hubo arranque de cuajo de las fuertes rejas de sus ventanas y apertura de boquetes de grandes dimensiones en sus muros exteriores. Se siguió con derribo de sus paredes interiores, y para rematar la faena, fogatas en su interior con la intención de quemar los techos de madera. Un «tratamiento» similar ha sufrido el molino del Realaje, uno de los más monumentales de la cuenca del Guadaíra.
El patrimonio diseminado por zonas rurales es blanco fácil para los gamberros. El dolmen de la Cueva del Vaquero, tiene 5.000 años y es una de las construcciones más relevantes del conjunto prehistórico de Gandul. Se restauró en 2009. Sólo unos meses después ya había sido expoliado y sometido a la acción de los vándalos. Ahora se ha hecho necesario un nuevo proyecto de restauración para recuperar de nuevo lo ya restaurado.
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ABC Sevilla
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