Patrimonio Industrial nacional e internacional

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miércoles, 8 de febrero de 2017

Crónica de los molinos pitiusos. Islas Baleares

Artículo de Joan Costa para Diario de Ibiza
En plena Guerra Civil, en el año 1937, se creó en España el Servicio Nacional del Trigo, que impuso fuertes limitaciones a la cantidad de cereal que cada molino podía moler y los kilos que debían entregarse al Gobierno. Tal medida llevó a muchos molineros a trabajar en la clandestinidad, con nocturnidad y en cuadrilla, de forma que muchas noches, a la luz de un simple fanal colgado en una pared, grupos de vecinos se juntaban en algunos molinos para pasarse la noche moliendo grano a escondidas.

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En no pocas ocasiones, tal actividad se realizaba con la connivencia o la complicidad de los guardias civiles, que, a cambio de su silencio, recibían algunos panes gratis dejados por los trabajadores nocturnos en algún lugar convenido, como alijos en tiempos de crisis. Hubo épocas, incluso, en las que los molinos eran precintados para evitar que se trabajara en ellos, pero los agentes proveían a los molineros compinchados con precintos nuevos con los que poder sustituir, al amanecer, los rotos al caer la noche.

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La historiadora Cristina Palau, técnica de Patrimonio Cultural del Consell de Ibiza y experta en molinología pitiusa, recuerda los testimonios orales de tiempos del estraperlo que permiten conservar historias como ésta. Y explica que, cuando el trigo pasó a ser un producto intervenido por el Gobierno y el agricultor se vio obligado a dar cuenta de su producción anual, se abocó a Ibiza y Formentera a un periodo de miseria y pobreza; el cereal debía entregarse al Servicio Nacional del Trigo a un precio tan bajo que sólo cultivos intensivos podían permitirse subsistir en tales condiciones, y no era el caso de los payeses de las islas, que mantenían producciones básicamente de autoabastecimiento.
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