Autora:
Teresa Lacenta
Aragonés.
Precio:
16 euros.
Editorial:
Abisal. http://abisal.bullent.net
Este libro ha ganado el Premio
Bernat Capó de difusión de la cultura popular- 2012
La
industria del tabaco estuvo siempre sustentada por mujeres. Cuando la
elaboración era manual, sus manos arrullaban con destreza las hojas de tabaco
cumpliendo largas jornadas a destajo; más tarde, cuando se impuso la
industrialización, las mujeres siguieron haciendo cigarrillos al frente de las
máquinas. La proporción considerablemente mayor de empleadas que de empleados
ha propiciado unas condiciones y prerrogativas específicas que la han
diferenciado de las de cualquier otra industria. En pocos oficios, las mujeres han
podido desarrollar un trabajo fabril que se haya extendido tanto en el tiempo,
casi cuatro siglos, y en el que se haya mantenido una consanguinidad tan
constante y estrecha: trabajaban las abuelas, las hermanas, las madres y las
hijas porque el trabajo se heredaba. Mujeres e industria tabaquera en Alicante
recoge las vivencias de las últimas trabajadoras y trabajadores de la extinta
Fábrica de Tabacos de Alicante. Con ello, pretende acrecentar el interés
etnográfico sobre el trabajo de la mujer en las fábricas de tabaco por su
peculiar sistema laboral, en relaciones y derechos, cuyo conocimiento puede
ayudar a mejorar los sistemas actuales.
Noticia
sobre el libro
Las
antiguas cigarreras trabajaban acompañadas de sus hijos, según un libro.
La historia de la antigua fábrica de
tabacos de Alicante, en la que llegaron a trabajar más de 5.000 mujeres, las
condiciones laborales de éstas y las relaciones de amistad que surgieron
conforman el libro "Mujeres e industria tabaquera en Alicante",
escrito por Teresa Lacenta.
Tras entrevistar a más de medio
centenar de antiguas trabajadoras y recopilar un ingente material etnográfico,
Lacenta desvela en su obra aspectos humanos, económicos y laborales de esta
fábrica, que inició su actividad a principios del siglo XIX y de la que salió
el último cigarrillo elaborado el 18 de diciembre de 2009.
Esta obra será presentada el próximo
viernes en lo que hoy es el Centro Cultural "Las Cigarreras" y que
durante casi dos siglos fue uno de los centros industriales más importantes de
la provincia.
Lacenta estará acompañada por una
antigua trabajadora, Mercedes Villar, y por el edil de Cultura de Alicante,
Miguel Valor, han informado hoy fuentes municipales.
La autora sostiene que la fábrica
llegó a dar trabajo a 5.000 mujeres de Alicante y de su entorno cuando la
población de esta demarcación no alcanzaba las 25.000 personas.
A pesar de este importante peso
económico y de empleo, la vida interna de la industria y sus relaciones
laborales "no eran conocidas fuera de los altos muros de la fábrica".
De hecho, la escritora, según las
mismas fuentes, sostiene que la fábrica, que fue la tercera de España en
importancia detrás de las de Sevilla y Cádiz, permitía a las trabajadores tener
consigo, en sus puestos de trabajo, a sus hijos pequeños.
Con el paso del tiempo, estos
últimos aprendían el oficio a pesar de su corta edad.
Con este sistema, la fábrica se
ahorraba el pago de aprendices y las mujeres iban preparando "las
condiciones para que sus hijas las relevaran en el empleo", han
manifestado fuentes municipales.
También ha llamado la atención de
Lanceta los profundos lazos de amistad que se generaron entre las trabajadoras
y sus familias. Tal es así que todavía, años después del cierre de la fábrica,
quedan para verse.
En 2010, la multinacional Altadis
desmontó su fábrica en Alicante y puso fin a una larga tradición de esta tierra
con la industria del tabaco, que se remonta a 1801, cuando la extinta
Institución de la Renta del Tabaco abrió en la ciudad su tercera planta, tras Sevilla
y Cádiz.
Dedicada al tabaco negro, de sus
instalaciones salieron los conocidos "Farias", los
"Ducados", los "Sombra", entre otros muchos.
Además de impulsar la actividad
económica de Alicante desde comienzos del XIX empleando a miles de cigarreras de
toda la comarca, la fábrica de tabacos aún permanece en el imaginario local a
raíz de un espectacular incendio ocurrido el 20 de mayo de 1844 en el que no
falleció ninguna de las 3.000 cigarreras que se encontraban ese día en el
recinto.
Según la tradición popular y
católica, a ese milagro ayudó la Santa Faz, reliquia conservada en el
monasterio alicantino del mismo nombre, y lugar de peregrinación el segundo
jueves después de cada Viernes Santo.
Diario Vasco
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