El proyecto de rehabilitación de la
fábrica de hilado de cáñamo más antigua de Callosa de Segura persigue recuperar
uno de los tesoros más valiosos de la arquitectura industrial del municipio.
Tras permanecer varios años en el olvido y haber sido objeto del saqueo de los
vándalos, esta emblemática factoría se reconstruirá para ponerla en valor e
incluirla en la ruta patrimonial sobre la producción y manufactura de esta
fibra vegetal que impulsó la economía local durante décadas. La primera fase de
las obras, financiadas a través de un taller de formación y empleo dotado con
600.000 euros, de los cuales la Generalitat subvenciona el 80%, comenzará en
pocos días y se extenderá durante todo el 2014.
Con toda probabilidad habrá un
callosino que seguirá con especial atención la evolución de este proceso de
recuperación del edificio enclavado en la falda de la Sierra que corona la
ciudad. Es José Manresa Espadas, el hombre que levantó piedra a piedra esta
construcción de mampostería entre los años 1958 y 1961. A sus 80 años tiene
grabado a fuego en su memoria el esfuerzo que supuso acudir cada domingo a
extraer del macizo rocoso la piedra con la que fue dando forma a las paredes de
la propiedad, un trabajo para el que contó con la ayuda incondicional de su
padre.
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La fábrica está ubicada en un barrio
deteriorado por el paso de los años pero que antaño congregó el núcleo
industrial más importante de la ciudad callosina. En este enclave y sus
alrededores se localizaban hasta 12 empresas donde se manufacturaba el cáñamo
para convertirlo en diferentes tipos de hilo. La factoría, de 555 metros
cuadrados, estuvo operativa tan solo entre 1961 y 1963, porque el desarrollo de
los nuevos procesos de producción de fibras sintéticas se impusieron sobre los
trabajos del cáñamo. Clausurada la actividad, las máquinas de hilado, que
quedaron desfasadas, se vendieron como hierro al peso y se echó el cerrojo.
Desde entonces el edificio perdió su
actividad productiva, en la que habían llegado a trabajar hasta ocho personas,
aunque Manresa Espadas lo mantuvo limpio y cuidado mientras sus fuerzas le
permitieron acceder por las empecinadas callejuelas que llevan hasta el lugar
en el que está enclavado.
Museo
En los últimos años el interés por la actividad de la producción y manufactura de esta fibra natural ha crecido en el municipio gracias al impulso de la Escuela de Trabajos Artesanales del Cáñamo que dirige Roque Albert, y a la actividad del Museo Etnológico del Cáñamo, de propiedad municipal. Son ya muchos los grupos universitarios y visitantes de diferentes rincones de la comunidad los que se han desplazado hasta Callosa para conocer cómo se cultivaba y se trabajaba esta fibra.
En los últimos años el interés por la actividad de la producción y manufactura de esta fibra natural ha crecido en el municipio gracias al impulso de la Escuela de Trabajos Artesanales del Cáñamo que dirige Roque Albert, y a la actividad del Museo Etnológico del Cáñamo, de propiedad municipal. Son ya muchos los grupos universitarios y visitantes de diferentes rincones de la comunidad los que se han desplazado hasta Callosa para conocer cómo se cultivaba y se trabajaba esta fibra.
Debido al interés que este asunto
estaba despertando, José Manresa cedió la propiedad de su antigua fábrica al
Ayuntamiento en 2011 para que se convirtiera en museo, pero la falta de
cuidados y el vandalismo han condenado este edificio a ser sólo la sombra de lo
que un día fue.
Espadas ha recibido con alegría la noticia de que por fin va a ser recuperado y desea que en el futuro su pueblo pueda disfrutarlo y utilizarlo para recordar la actividad agrícola e industrial que alimentó
A
un paso de la declaración de Bien de Interés Cultural de la actividad
relacionada con el cáñamo.
Una delegación de la Dirección
Territorial de Cultura visitó hace unos días Callosa de Segura para seguir de
cerca el trabajo que se viene desarrollando para conseguir que se reconozca el
interés etnológico de la actividad relacionada con el cáñamo y que el Consell
lo declare Bien de Interés Cultural, un paso fundamental para garantizar su
protección que está apoyado por la Universidad Miguel Hernández y la
Universidad de Alicante, según destaca la edil de Cultura que trabaja en este
proceso, Almudena Guilló. El objetivo final es poder engrandecer las rutas para
dar a conocer la historia de este proceso a través de una visita que comienza
en la huerta para mostrar la producción y las tradicionales balsas en las que
se introducían las fibras, que sigue en algunos de los viejos obradores
emplazados en las casas particulares y que finaliza en las fábricas en las que
se hilaba el cáñamo como ejemplo de arquitectura industrial de esta zona.
Callosa
de Segura, ciudad gracias al cáñamo.
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