Autor Ginés Donaire, en El País
En
plena posguerra española, el entonces Servicio Nacional del Trigo
empezó a construir por el país una red de centros para almacenar el cereal con
el que garantizar el alimento para una población que quedó maltrecha. Nacieron
entonces los silos y graneros, que dieron lugar a un paisaje nuevo en la
región. Un 15% de ese patrimonio agroindustrial está documentado en Andalucía,
la mayor parte de él en un buen estado de conservación. Y todo ese legado se
quiere ahora poner en valor gracias al empeño de un grupo de arquitectos investigadores
y el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Andalucía, que han firmado un
convenio para poner en marcha actuaciones para la reutilización y protección de
la Red Nacional de Silos y Graneros.
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Este
patrimonio empezó a levantarse en 1945 y, hasta 1990, se construyeron más de
900 unidades por el país. Desde su origen, estos edificios, que almacenaban las
cosechas de grano, forman parte de la infraestructura rural que permitió el
desarrollo de la producción agraria y alimentaria, siendo especialmente
valiosos en épocas de carencia y escasez. “Son un hito en el paisaje rural, las
catedrales del campo”, señala Jerónimo Cejudo, decano del Colegio de Ingenieros
Agrónomos de Andalucía.
Estas
infraestructuras empezaron a caer en desuso por la liberalización de los
mercados y su pérdida de funcionalidad. Y es aquí donde ha surgido el interés
de un grupo de investigadores que quieren recuperar las construcciones y que no
vuelvan a repetirse la pérdida de patrimonio que han sufrido otros sectores
como la minería, las harineras o el patrimonio ferroviario. “Es posible
integrar esta Red de Silos y Graneros dentro de las estrategias de desarrollo
urbano, social, económico y cultural en los municipios mediante su reutilización
con nuevos usos”, señala Carlos Mateo Caballos, portavoz del grupo de
investigación que impulsa la reutilización de los 131 silos y 27 graneros
existentes en Andalucía.
El
grupo que dirigen los arquitectos Carlos Mateo y David Salamanca ha inventariado
la red de la región para la Consejería de Fomento, a partir de la transferencia
de más de 10.000 planos históricos procedentes del Fondo Español de Garantçia
Agraria (FEGA). Casi el 90% están sin funcionamiento y son escasos los que han
conservado su originario uso agrícola al ser alquilados por los Ayuntamientos a
empresas o particulares.
nte
el peligro de su derribo o desaparición, algunos municipios andaluces ya han
dado el paso para aprovechar estas infraestructuras. Son los casos, por
ejemplo, del silo de Pozoblanco, en Córdoba, convertido en teatro; el de Jimena
de la Frontera (Cádiz), transformado en museo etnológico, aunque no se ha
concluido por la crisis; el de Fuentes de Andalucía (Sevilla), que se usará
como centro de recepción de visitantes y mirador; o el de Carmona (Sevilla)
destinado a biblioteca.
Las
primeras conclusiones del trabajo realizado por el grupo de investigación
www.silosygraneros.es revelan que el 75% de las unidades se encuentran en un
estado de conservación bueno o muy bueno. Esta circunstancia, señala Carlos Mateo,
otorga a la red una disponibilidad inmediata para su adecuación a otros usos.
Hay que tener en cuenta que el 80% de las instalaciones cuenta con una
superficie entre 1.000 y 5.000 metros cuadrados.
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El
grupo plantea incluso varias propuestas de intervención para una quincena de
silos y graneros actualmente en desuso. Así por ejemplo, al de Jerez se le
propone su utilización como vivero de empresas, un hotel para el de Arcos de la
Frontera, un aula ambiental en Baena, un observatorio de las aves en Fuente de
Piedra, un centro cultural en La Higuera, un residencial privado en Úbeda o la
habilitación como archivo general de las consejerías de la Junta para el silo
de Sevilla.
La
Red Nacional de Silos y Graneros contempla una red formada por 672 silos y
277 graneros en el país, a pesar de que ya se han perdido algunos. Y los
agrónomos que han suscrito el convenio consideran que el buen estado de sus
unidades supone “una ocasión irrepetible de valorización del patrimonio
industrial agroalimentario para su uso”. De otro lado, con el objetivo de
reconocer el valor de estos edificios, un grupo de fotógrafos integrado por
Alfonso Terry, Tomás Murube e Ignacio Conradi, de Meridion Photo, se han
embarcado en el proyecto de fotografiarlos y publicar un libro.
El País
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