Autora: Verónica Viñas, en Diario de León
El
Patrimonio leonés se hunde. El Pozo Ibarra, emblema de cien años de historia
minera, es el tercer BIC que ingresa este mes en la Lista Roja, una relación de
construcciones en ruina. León tiene ya en esta nómina 18 monumentos, aunque la
realidad es más cruel. Sólo Soria y Palencia están por delante en un ránking
que evidencia el desmoronamiento de iglesias, ermitas, castillos, palacios y,
ahora también, el patrimonio industrial.
El
Pozo Ibarra de Ciñera está en la lista de Hispania Nostra a petición de
Ecologistas en Acción, porque corre el riesgo de desaparecer, «por
enterramiento», bajo la escombrera de la explotación de carbón a cielo abierto
Corta Pastora que hay a escasos metros y que la Hullera Vasco-Leonesa prevé
ampliar. La empresa minera había planificado desplazar 200 metros el imponente
castillete del Pozo Ibarra, auténtica obra maestra de la ingeniería de su
tiempo (1930), una especie de ‘torre Eiffel minera’, pero los ecologistas
consideran que ello supondrá «descontextualizarla».
El
castillete con el ascensor de bajada a la mina, formado por una estructura de
hierro, se mantuvo en uso hasta 1997 y fue declarado BIC con categoría de
Conjunto Etnológico en 2011.
En
el Diario de León de la época, a propósito de la inauguración del pozo se
publicó lo siguiente: «Es un modelo de instalaciones modernas, pues van
completamente aunados la instalación industrial con todos los adelantos
modernos y el confort obrero, haciendo que un minero, después de terminar su
labor, al abandonar las negras entrañas de la tierra, se encuentre con un cuarto
de aseo donde puede quitarse la suciedad y llegar a casa tan decente como si
viniera de una oficina». Ahora, 83 años después, el conjunto industrial goza de
la máxima protección y tutela que reconoce la legislación de Patrimonio
Cultural, de ahí que los ecologistas consideren que «no tiene amparo legal la
pretensión de la Hullera Vasco Leonesa de preservar únicamente el castillete
del pozo, separándolo del conjunto para reubicarlo en otro lugar, destruyendo
el resto de los inmuebles protegidos por la declaración, así como el suelo y
subsuelo donde se asientan».
Todo
un ingenio
El
pozo de Ciñera se encuentra en unos terrenos donde ya se explotaba el carbón en
el siglo XIX. Según el espléndido archivo de la Hullera —con más de un
kilómetro de documentos— Francisco Miñón vendió su concesión a los socios de
Hulleras de Ciñera, una sociedad que se constituye en Bruselas en 1900. La
compra de Hulleras de Ciñera en 1910 por 1.195.000 pesetas a Enrique Faura fue
la primera operación de gran envergadura de la Hullera Vasco-Leonesa para
crecer de tamaño y afrontar una organización más compleja.
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En
1929 el informe del ingeniero Mario Zapatero —que con anterioridad había
trabajado en Duro Felguera— describe que el ‘pozo maestro’ tiene ya una
profundidad de 112 metros y también alude al castillete, cuyo peso estima en 55
toneladas y un coste de 50.000 pesetas.
En
1930 se termina de profundizar el pozo en los 150 metros proyectados, se
terminan las casas de máquinas y oficinas y se monta la máquina de extracción,
así como el castillete, obra de Construcciones Juliana (Gijón). La inauguración
del pozo se produce en noviembre por el recién nombrado presidente de la
Hullera, Francisco de Ibarra, que acababa de llegar al cargo al fallecer en
agosto el marqués de Mac Mahon.
El
pozo también sufrió el zarpazo de la Guerra Civil. En septiembre de 1937, fue
escenario de enfrentamientos entre ambos bandos. Hubo muertos y las
instalaciones fueron destrozadas e incendiadas.
Ahora,
el Conjunto Industrial del Pozo de Ibarra figura en la Lista Roja de Hispania
Nostra como «abandonado» y «en proceso de desmantelación». Este mismo mes la
Lista Roja de Hispania Nostra admitía otras dos construcciones en un
delicadísimo estado de conservación: el palacio de Orallo y la iglesia de Valdavida.
Diario de León
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