Patrimonio Industrial nacional e internacional

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miércoles, 11 de septiembre de 2013

“Fabricantes”: cuando las mujeres estiran el hilo. Bunyola

El 22 de julio os hablé de la solicitud de ayudas que habían realizado Paquita Canals, Caterina Garcias y Bàrbara Suau para poder realizar el Proyecto “Fabricantes de Bunyola”.


Consiguieron llegar a su objetivo y podrán hacer realidad el proyecto, desde aquí quiero darles mi enhorabuena, y espero poder seguiros hablándoos de este trabajo y de la exposición que se va a realizar.

Hoy os pongo una noticia aparecida sobre el proyecto el 1 de septiembre de 2013

Artículo de Margalida Bonnes de Arabalears

"Ahora pasan las fabricantes ", dice alguien. Asoma por la ventana y una multitud de mujeres-en alguna época eran más de ciento bajan la calle hacia una dirección común: la fábrica de tejidos, el trabajo.Algunas de ellas protegidas con una sombrilla. Estamos en Bunyola en algún año del siglo XX. Hoy, año 2013, la fábrica es un bloque de pisos y una historia que sólo conocen, en trozos, los que la vivieron. Dos de aquellos parasoles que protegían las trabajadoras del calor, ahora desgastados y con algún descosido, se exhibirán en una exposición que conmemorará el centenario de la inauguración del que todavía se conoce como "sano Fábrica". Los muestran, orgullosas, las tres mujeres que la han hecho posible y que se han propuesto rescatar del olvido la historia de la fábrica que marcó la vida de Bunyola durante más de setenta años y transformó su paisaje económico y social.

Bárbara Suave, Caterina Garcias y Paquita Canals han trabajado durante cuatro años para reconstruir el relato de las fabricantes . Lo que en un principio iba a ser la grabación del testimonio oral de algunas antiguas trabajadoras, ha surgido un documental y una exposición que darán luz a una parte esencial de la historia contemporánea del pueblo.

"Nuestra inquietud, cuando empezamos, era buscar la voz de las mujeres para recobrar la memoria, su patrimonio intangible, y ponerlo en valor", dice Garcias. "Casi todas las familias de Bunyola tienen alguien que ha trabajado en la fábrica", explica Suave, pero eso no significa que hablen.Tampoco existe ningún estudio histórico. Por este motivo, al principio se esperaban encontrar tan sólo una docena de testigos, pero ahora tienen más de cien. Alguna de las entrevistadas, desgraciadamente, no podrá ver el trabajo terminado porque ha muerto durante estos años.

Imagen del artículo
La tarea de tejer la historia de estas mujeres ha sido laboriosa y llena de alegres coincidencias. Suave, Garcias y Canales han realizado varios viajes a Barcelona, ​​donde han contactado con descendientes de los que fueron regentar la fábrica en su época de máximo esplendor, como el empresario textil Manuel Perdigón y Cortés, miembro de la burguesía catalana y aficionado a la fotografía. Algunas de sus imágenes, inéditas, se podrán ver en la muestra.

La fábrica
La fábrica de tejidos de Bunyola se inauguró el día de San Mateo de 1913.Hacía dos años que había llegado la electricidad al pueblo y uno que se paraba el tren. Las buenas comunicaciones, el acceso a una mano de obra barata y la "paz social", explica Bárbara, fueron seguramente los motivos que empujaron unos empresarios sollerenses a fundar esta fábrica en el pueblo vecino.

Sus trabajadores, un 80% de los cuales eran mujeres, pasaron del campo, un trabajo duro, mal remunerado y esclavo de la meteorología, en la fábrica, un puesto de trabajo a cobro, con un sueldo seguro y hasta un contrato que les podía garantizar una pensión. Con ellos, Bunyola entró en la época industrial y muchas familias lograron una cierta estabilidad económica.

Siete generaciones
El telar dio trabajo a siete generaciones de mujeres. La mayoría de ellas trabajaban hasta que se casaban o tenían un hijo. Eran, por tanto, muy jóvenes. "Nos cuentan aquella época como una etapa muy feliz de la vida", dice Suave. Seguramente, el contraste con el trabajo en el campo, la juventud y el recuerdo lejano hace que no tengan en cuenta las condiciones duras de trabajo que probablemente debían soportar, según explican las investigadoras.

Cuando la fábrica cerró definitivamente en 1984, se vació por completo.Nadie valoró el material como un patrimonio que se tuviera que conservar y su historia quedó esparcida en trocitos, en la memoria de los que habían trabajado y en los documentos y utensilios que uno u otro podía guardar.Es por eso que no se sabe ni siquiera qué cantidad de trabajadores exacta tenía. El testimonio oral de las fabricantes se ha convertido, por tanto, el hilo conductor con el que se ha comenzado a reconstruir la historia fabril de Bunyola.

*Texto original en catalán

Un proyecto de búsqueda presente y activo en la red.
*Texto original en catalán

El recuerdo es mejor que la realidad de la vida en la fábrica.
*Texto original en catalán
http://www.arabalears.cat

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