Reportaje de Diario Actualidad
La
historia de hoy comienza el 12 de julio 1917, en un pueblito de La Pampa. Allí,
en Trenel, llegaba a este mundo Juana Joaquina Turrión - Juanita para todos-
unas de las pocas mujeres que trabajó en el sector de costura del antiguo
Molino Fénix. En esta charla recordamos los tiempos entre máquinas y bolsas de
harina, además de sus diferentes oficios y la vida en Villegas por aquellos
años. Hoy en Mujer, Juana Joaquina Turrión de Carro.
Imagen del artículo |
¿Qué
fue El Molino Fénix?
Se
trataba de un molino harinero donde trabajaba muchísima gente, como sesenta
personas. Era enorme; había bolseros -que eran los que traían el trigo- y en el
molino había máquinas que lo molían para hacer la harina. Luego se embolsaba y
empaquetaba, hasta en bolsitas de un kilo. Las bolsas más grandes se
comercializaban y se preparaban para los panaderos. Recuerdo que había dos
grandes máquinas con las que se cosían las bolsas.
¿La
costura estaba en un sector especial del molino?
Ah,
sí sí. Nosotras teníamos una piecita aparte y ahí se cosían las bolsas de yute;
y luego ya quedaron las bolsas harineras blancas. Nosotras generalmente
teníamos que remendarlas, ampliarlas. Ahí en ese cuartito estaba la máquina
industrial para coser las bolsas gruesas, y teníamos otra máquina común para
coser las sedas.
¿Para
qué se usaban las sedas?
Eran
unas zarandas que se ponían de base para ir pasando y tamizando la harina, y
todo eso luego se iba por unos tubos y se iban embolsando.
¿Cuántas
mujeres trabajaban en la costura?
Éramos
dos, y rotábamos en dos turnos que iban de las cinco de la mañana hasta la una
de la tarde, y luego de la una hasta las nueve de la noche. ¡Había un montón de
trabajo! Remendábamos las bolsas, ya sea las de yute o las blancas. Muchas
veces las bolsas se lavaban y eso las achicaba, entonces nosotros la cortábamos
y le agregábamos un pedazo.
Juanita,
¿recuerda a qué edad comenzó a trabajar allí?
Treinta
y tres años, ¡la edad de Cristo! Y trabajé veinticinco años en el Molino.
Sucede que yo tenía a mi marido enfermo, con reuma psoriásico. Hasta ese
momento él era cocinero del Hospital, pero que no pudo más por su enfermedad
entonces yo salí a trabajar.
¿Y
cómo llegó al Molino?
Un
amigo de la casa vino un día y dijo que faltaba una costurera allí y, como yo
estaba sin trabajo y él enfermo, fui.
¿Y
tenía experiencia en ese tipo de costura?
A
mí nadie me enseñó nada. Llegué un día a la mañana solita, salí de mi casa a
las cuatro y media y fui caminando porque entraba a las cinco. Yo no conocía la
máquina y nadie me dijo cómo tenía que hacerlo?¡pero Dios me ayudó! Y así
empecé a trabajar, trabajar, trabajar. Me tuve que arreglar sola. Pero la gente
en el Molino era todo muy buena? era un Molino muy antiguo, muy viejo, y
finalmente lo cerraron en 1971, más o menos.
Recuerdo
que a las doce tocaba una sirena y ahí salían todos los empleados. Trabajábamos
las ocho horas corridas pero yo me llevaba para tomar el café con leche. Tenía
un calentadorcito en el cuartito y allí lo preparábamos.
Cuando
venían los patrones tenían una habitación con dos camas chiquitas. A mí a veces
me pedían de preparar el cuarto, hasta me llevaba las sábanas para lavar en
casa. Uno de ellos recuerdo que tenía que comer el yuyo llamado Lengua de Vaca
porque estaba muy enfermo. Y siempre nos decía: Ustedes sí que son ricos,
¡porque si se quieren comer un rico asado lo pueden hacer!
Los
compañeros eran buenísimos, nunca tuvimos un sí y un no. Eso sí, yo tampoco
delataba si veía algo. Me jubilé de allí a los 55 años.
¿Algo
como qué?
Y?
¡por ahí se dormían arriba de las bolsas! Una vez un muchacho me dijo ´Uy
señora estoy de cansado, anoche salí, así que me voy a acostar arriba de las
bolsas´. Y yo no dije nada, pero se ve que alguien le avisó al jefe. ¡Igual
cuando me vinieron a preguntar yo les dije que no había visto nada!
¿Dónde
nació Juanita?
En
Trenel, La Pampa. Mi marido era de una ciudad cercana, Ingeniero Luigi, y nos
conocimos aquí en Villegas.
¿Hasta
qué edad vivió allí?
Más
o menos hasta los nueve años. Éramos siete hermanos y todos tuvimos que
trabajar. Mi hermana la mayor, Margarita, y yo fuimos a la Estancia de
Echenique, en Banderaló. Ella era cocinera y yo cuidaba a los niños.
¡Pero
usted era muy jovencita!
Sí,
tenía unos nueve años. Recuerdo que la señora, nuestra patrona, era una mujer
buenísima. Ella me hizo tomar la Comunión y me ayudaba a estudiar el Catecismo.
Además para ese día me prestó un vestido de su hija, ¡en mi vida había usado
una cosa así de linda! Tenía dos hijas, Zulema e Isabel. Yo salía con los
chicos a caminar, eran muy buenos. Empecé a trabajar desde pequeña de niñera,
¡será por eso que me gustan tanto los chicos! Porque viste que por ahí las
personas viejas mucho no aguantan a los chicos (risas) ¡Pero a mí me encantan!
Y
luego ya nos vinimos para Villegas y empezamos a trabajar en casas de familia.
Estuve mucho con la señora de Lowe. ¡Qué señora! Y salí de la casa de ella para
casarme, tenía veinticinco años. Siempre fue muy dulce conmigo. Ella todos los
días a las diez de la mañana venía a tomar mate y cuando nació mi hija me
regaló la cuna, el bañito, la ropita. También trabajé mucho con la familia
Piña, por eso conocía de chiquitas a Raquel y Helena. Fueron muy muy buenos
conmigo.
Cuando
tenía diecisiete años trabajaba en lo de Emín, que en ese entonces estaba en
Rivadavia y Arenales. Se llamaba Blanco y Colorado, ¡y no sabés lo que me pasó!
Yo limpiaba y un día me tocó lavar los vidrios. Ellos tenían una escalera bien
empinada y no va que la apoyo contra el vidrio y pasa de largo. El brazo me
quedó clavado ahí, se me abrió todo. Me tuvieron que dar un montón de puntadas.
Y me salvé porque Dios me dio una mano. Me ayudó Salomón, un tío de Emín. ¡Pero
bueno, no era mi hora!
¡Otra
vuelta también me salvé! Iba caminando para el trabajo de madrugada, a la
cuatro y media, ¡y encima había una neblina de Padre y Señor mío! Y pasé por
debajo del paso a nivel y estaba el tren estacionado, y no va que termino de
pasar y arranca. ¡Por eso digo que Dios ha estado al lado mío muchas veces!
Me
dijo que usted y su marido eran pampeanos pero se conocieron aquí. Imagino que
se iba mucho a los bailes?
Sí,
eran muy lindos, en el Prado Italiano. Había que ir siempre con la mamá,
¡siempre iban a cuidarnos! Mi hermana la mayor nos cosía los vestidos para
todas, se daba mucha maña para hacernos la ropa. Antes también se hacían bailes
en la Plaza Principal, tocaban orquestas y se bailaba. Generalmente los
domingos, desde la tardecita hasta las doce de la noche.
MOLINOS FENIX, la historia
Don
Emilio Werner, su fundador, llegó a la Argentina en 1885 enviado por la firma
Allis Chalmer Mfg. CO. para la cual se desempeñaba como Técnico molinero. En
ese momento su empresa lo contrató para modernizar un establecimiento molinero
ubicado en el puerto de Rosario.
Finalizado
su trabajo, desistió de volver a los Estados Unidos para quedarse en un país
que ofrecía enormes posibilidades a personalidades emprendedoras como la de Don
Emilio.
Su
capacidad de gestión, sumada a su determinación le permitieron en poco tiempo
adquirir a mediados de 1889 un molino que ya venía explotando en arriendo en la
localidad de Casilda. Siete años más tarde el molino de Casilda contaba con uno
de los primeros silos en la Argentina.
En
1918 se constituyó la Sociedad Anónima Molinos Fénix, para ese momento la
empresa contaba con establecimientos en San Urbano, Río Cuarto, Venado Tuerto y
Villa María. Poco tiempo después, se anexaban las plantas de General Pico,
General Villegas, Cañada Verde, Villa Mercedes, Laborde y América.
Para
la década del 50/60 Sociedad Anónima Molinos Fénix se erigía como la 3º empresa
del sector en cuanto a volumen de producción. Sus marcas de Harina
"Victoria" y "Victoria Regia", que se comercializaba a
nivel mayorista y minorista eran destacadas con varios premios nacionales e
internacionales por la calidad de su elaboración
Actualmente,
la empresa cuenta con dos modernas plantas operativas situadas en las
localidades de Villa María y Laborde.
Fuente
de texto e imágenes Diario Actualidad
Más
información
No hay comentarios:
Publicar un comentario