Artículo
de Alejandro J. García Nistal
Los
inventores de la nueva arquitectura industrial proceden en su mayor parte de
Inglaterra, concretamente de los planteamientos para hacer frente al
crecimiento de la ciudad de Londres, donde hoy encontramos funcionales lofts y
barrios modernos que emergen sobre estructuras empresariales centenarias.
Nuestra Comunidad es de la que menos ha desarrollado el fenómeno de la
industrialización salvo contadísimas excepciones, en donde contamos con
muestras de un patrimonio industrial en su mayor parte abandonado a su suerte.
El
fenómeno del arte industrial rehabilitado como patrimonio arquitectónico por su
«feísmo» aparente nació con clara funcionalidad y no para la contemplación y el
deleite de los sentidos. En una región con casi la mitad de los monumentos de
España cuesta trabajo apreciarlo en su justa medida.
Sin
embargo, ejemplos hay: la Plaza del Mercado de Valladolid o de Abastos, en uso
aún, tiene todos los boletos para albergar nuevos gastrobares donde el
minimalismo decorativo se enmarcaría con el modernismo de su estructura. La
propia Casa Lis de Salamanca. El Museo de la Energía de Ponferrada antigua
térmica de la MSP...
Nuestro
paisaje rural y urbano cuenta con fábricas harineras, estaciones, explotaciones
mineras, fábricas de ladrillos y un sin fin de elementos arquitectónicos de
nuestra historia y vida pasada que, con poca inversión, mucha imaginación y
algo de inteligencia, bien pueden volver a dar rendimiento económico a la par
que rescate cultural para las poblaciones donde se ubican.
Esta
es una de las asignaturas pendientes en una Castilla y León donde se ha sido
ejemplo de continuas políticas de conservación del patrimonio monumental,
artístico y religioso. Añadamos el industrial.
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