Artículo de R. Pérez Barredo para
Diario de Burgos
Se podría decir que la villa de
Pradoluengo, otrora singular exponente de la industria textil patria, ha
quedado atrapada por la melancolía. Ese pretérito esplendor tiene hoy más que
nunca un relumbre decadente.Cierto es que todavía hay producción, si bien
residual, vinculada a este sector, pero la realidad es que la actividad textil
de la villa ya sólo es un hermoso recuerdo.Sin embargo, los 500 años de
dedicación a este industria han legado valiosísimos vestigios de lo que fue una
boyante economía. Y hete aquí el principal problema con el que se está topando
Pradoluengo: si la Junta de Castilla y León no se implica, todo el patrimonio
generado por esta actividad corre el peligro cierto de desaparecer. Y se trata
de un patrimonio único. Espectacular. Para GonzaloAndrés, profesor de la
Universidad de Burgos y principal experto en la historia de la industria en la
provincia, el panorama es desolador. «Hay un patrimonio industrial muy
importante que se está perdiendo y es una verdadera pena: naves que se caen, tejados
sin mantener, gente que no puede hacer nada... Pero es uno de los principales
centros industriales de Castilla y León del siglo XIX y primeros del XX junto
con Béjar. ¡Hay máquinas de los siglos XVIII y XIX intactas llenándose de polvo
y echándose a perder! La situación resulta vergonzosa», resume con tristeza.
En Pradoluengo consideran que ese
patrimonio puede constituir un recurso importante para la villa. Y es cierto
que se han desarrollado iniciativas para su puesta en valor, principalmente
particulares, pero tamaño legado exigiría de un proyecto integral. Sucede que
el Ayuntamiento carece de los recursos suficientes, de ahí que recaiga sobre la
administración regional la responsabilidad de liderar un proyecto antes de que
sea demasiado tarde. Fue la propia Junta la que, hace algo más de un año,
encargó la redacción, en el marco de un plan director encaminado a proteger
este patrimonio industrial, de un estudio técnico de viabilidad a partir del
cual obtener una radiografía de ese patrimonio para detectar qué acciones
llevar a cabo, empezando por lo más urgente: la consolidación y el
mantenimiento de los bienes textiles en peor estado. El estudio fue entregado.
Y hasta ahora.
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En la villa textil hace tiempo que
cundió el desánimo. Llevan años escuchando promesas de todo tipo; pero la
realidad, siempre terca, quiebra sus ilusiones. Y el tiempo pasa cada vez más
rápido. Y corre en contra de este valiosísimo patrimonio industrial. Antonio
Sáez, teniente alcalde de la villa textil y gran conocedor de su próspero
pasado, se muestra pesimista. «El riesgo es total. Y se está acrecentando por
momentos y de manera exponencial. Hay máquinas que están siendo enviadas a
chatarra o que se están vendiendo a peso. El 60 por ciento de la maquinaria ya
se ha vendido. Y la que queda tiene los días contados si no hacemos algo
rápidamente. Estamos ante la última oportunidad», señala. Para el edil, la
Junta de Castilla y León es la única alternativa. «No sólo es la única con
capacidad económica, sino que es la que tiene la competencia. El plan director,
que llevábamos años reclamando, está muy bien. Pero ahora hay que actuar»,
apostilla Sáez.
El Consistorio pradoluenguino acaba
de recibir en donación una antigua fábrica de boinas, un edificio que está
protegido por Patrimonio de la Junta. «Los dueños se han encontrado con que no
la pueden arreglar pero tampoco hacer otra cosa con ella. No se puede tocar. El
Ayuntamiento no tiene posibilidad económica alguna. Hay que tomar conciencia y
entendemos que no hay por qué arreglar todo de golpe, pero sí que se puede
empezar a hacer alguna intervención poco a poco, por fases, entre todos». El
estudio técnico cifraba una inversión mínima de 800.000 euros para poder
‘salvar’ tan ingente patrimonio, explica Sáez, cifra que en su opinión no
resulta exagerada máxime cuando la administración regional realiza inversiones
mucho más altas en asuntos de que no tienen tanto interés o valor.
«El patrimonio material es
importante, pero también el inmaterial, porque esa forma de vida que hemos
tenido en Pradoluengo durante 500 años y que ahora está desapareciendo. Y lo
que está pasando es que llevamos tantos años dando vueltas a proyectos sobre la
industria de la villa que no llegan a ningún sitio que la gente está ya cansada
y harta.Y ese es otro peligro. La realidad es que estamos viendo casi cada día
desaparecer patrimonio y es como si te quitaran dedos de una mano o pedazos de
alma y de la memoria. Este no sólo es un patrimonio de Pradoluengo, sino de
Burgos y de Castilla y León. De todos», concluye Antonio Sáez.
Fuente
de la noticia http://www.diariodeburgos.es
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