La Concejalía de Medio Ambiente del
Ayuntamiento arandino se ha propuesto conferir un atractivo añadido al proyecto
de restauración paisajística que se está acometiendo en las riberas del río
Bañuelos fruto de la renovación del colector de la margen izquierda,
financiado por la Junta dentro de las subvenciones aportadas para Las Edades
del Hombre.
Las labores de desbroce que se han
llevado a cabo en la orilla del cauce fluvial han permitido sacar a la
luz las ruinas de un viejo molino harinero que el equipo de gobierno quiere
poner en valor para convertirlo en un área de recreo a disposición de todos los
arandinos y visitantes. Unas instalaciones situadas al pie de la presa de
Fuenteminaya, frente a la cual se alza el antiquísimo alfar de Félix Martín.
El responsable municipal de Medio
Ambiente, Diego Velázquez, se muestra muy ilusionado con este proyecto y ya ha
encargado a una empresa especializada en temas arqueológicos la realización de
una memoria para hacer frente a esta actuación.
«Creemos que es un molino de finales
del XVII o comienzos del XVIII que se instaló aprovechando un salto natural y
es de los más antiguos, sino el más antiguo de Aranda. Es bastante interesante,
que en pleno centro de Aranda tengamos eso ahí, lo vamos a recuperar, porque es
parte de nuestra historia, y puede quedar un área natural muy bonita y
atractiva para que se acerque la gente a disfrutarla», explica.
Imagen de la noticia |
Una intervención con la que se
quiere poner también el punto de atención sobre el puente románico del
siglo XIII, cuyo arco semicircular sobre es completamente visible aguas
abajo desde la margen derecha, conocido como Puente de Minaya y vinculado al
camino que salía por la puerta de la muralla de Cascajar.
La actuación, al menos inicialmente,
pasaría por la limpieza y consolidación de los restos, entre ellos el caz
pétreo del molino primigenio que se sospecha que estuvo situado algo más alto y
unos metros curso abajo. Asimismo la actuación se podría complementar con
la instalación de unos paneles explicativos sobre la ancestral tradición
molinera de la capital ribereña -uno de los elementos destacados del
plano de 1503 es una aceña de dos ruedas situada en la margen derecho del Duero
aguas abajo del puente sobre este río- así como sobre el funcionamiento
de estos ingenios hidráulicos y sus diferentes componentes.
El molino ya aparece citado en
1753 en las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, a las que ha tenido
acceso DB a través de la página web del Ministerio de Educación, Cultura y
Deportes. Se alude a que en Aranda existían tres aceñas, sobre el río
Duero, dos molinos en el río Arandilla, uno con tres ruedas y otro dos, y otro
en «sobre el río Bañuelos con dos ruedas harineras perteneciente a Antonio
Fuentenebro, vecino d e esta villa, que lleva en arrendamiento Flores de la
Cuesta por el que paga cada año 48 fanegas de trigo y a otro precio de
doce reales valor quinientos setenta y seis» .
La instalación bien pudo acoger
posteriormente u n batán y que según el Diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, de
Pascual Madoz, Aranda contaba en 1860 con un batán de telas de lana, aguas
arriba del Duero, aguas bajo la aceña del Santo Cristo, y un poco más lejos un
molino, luego fábrica de harinas. En el Arandilla estaban situados dos molinos
y un batán, y en el Bañuelos, un molino y un batán. Y con esta esta
última denominación aparece reseñado en esa misma ubicación en el Plano de
Aranda de 1868 elaborado por Francisco Coello.
Según explica el exconcejal de
Obras, Alberto Villahoz, aficionado a bucear en pos de datos históricos de la
capital ribereña, el citado molino funcionó hasta pasada la segunda mitad del
siglo XX., Según testimonios de algunos arandinos veteranos se conocía como
‘del Garrapata’, algo a lo que alude Luis Díaz ‘Sulidiza’ en su libro
‘Estampas Arandinas’ dentro del capítulo dedicada a los cocederos que
sitúa «allá por los la años veinte» donde recoge que «...la tía Garrida
saca mejor pan con la harina que la hace el Garrapata...».
El molino, con su correspondiente
presa y derecho de aguas -si es que no se ha extinguido- según revela Villahoz,
es actualmente propiedad municipal, fruto de un proceso de expropiación
iniciado en 1997, cuando ya estaba en ruinas, a instancias de los herederos de
su último propietario, Publio Rico Buela.
Una finca de 1.000 m2 que aparecía
como «a expropiar» en el Plan Especial de Reforma Interior, Conservación y
Valaoración Histórico Artística del Casco Antiguo de Aranda de Duero, aprobado
el 6 de abril de 1990, que destinaba esos terrenos a Parque Urbano Público, sin
atribución de aprovechamiento lucrativo alguno y sin incluir en unidad de
ejecución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario