Ante el anuncio de ayer por parte del Ayuntamiento de Madrid que quiere confirmar la construcción de un nuevo proyecto en donde se encuentra la antigua fábrica CLESA, obra del arquitecto Alejandro de la Sota, la Fundación no tiene más remedio, una vez más, y con el mismo sentimiento de frustración pero también de transparencia, que transmitir su total desacuerdo con esta decisión.
Desde el
punto de vista de esta institución, la obra presentada no “honra a Alejandro de
la Sota” como manifestó la Vicealcaldesa del Ayuntamiento en el acto de
presentación de ayer, ni rehabilita su obra ni salvaguarda el valor de su
arquitectura, según los objetivos del concurso Reinventing Cities. No
entendemos un final así para un camino tan largo desde que la sociedad civil,
los ciudadanos y unas pocas instituciones conseguimos detener su demolición
hace ya años. Ni la protección formal del edificio ni la convocatoria del
concurso Reinventing Cities lo han logrado. En su convocatoria el concurso
dice: “se espera que el proyecto resultante respete el ambiente los valores y
el espíritu de la obra original…” Nada de esto puede esperarse de las
decisiones tomadas por el Ayuntamiento.
El concurso
tuvo tres proyectos finalistas y dos de ellos mostraban un esfuerzo real por
responder a la arquitectura del proyecto original con la admiración y el
convencimiento sincero de ser una obra de arquitectura cargada de sentido, de
poética, de emoción y de futuro. Como toda obra singular es un ejemplo lúcido
para los arquitectos y un espacio brillante para ser disfrutado por los
ciudadanos. No es el momento de recordar su larga influencia y su papel central
en el patrimonio de la arquitectura industrial española.
Por lo que conocemos del proyecto aprobado, la documentación de arquitectura que se presentó al concurso, la fábrica CLESA de Alejandro de la Sota se convierte en un mero contendor de lugares comunes desvirtuando de manera irreversible la fuerza del proyecto original. Generar espacios estandarizados puede ser útil cuando se quiere hacer un edificio de nueva planta; hacerlo sobre un edificio patrimonio de la arquitectura industrial, es un error. No hablamos pues de funcionalidades para el edificio, hablamos de conservar sus valores arquitectónicos, los que le hacen singular para los arquitectos, para los ciudadanos del barrio en el que se encuentra, para el futuro de la arquitectura industrial, tan escaso y maltratado, de Madrid. El Delegado del Ayuntamiento de Madrid se equivoca profundamente, el patrimonio también se destruye si lo que se conserva pierde totalmente su razón de ser.
Desde la
participación en el jurado hasta el día de hoy, la Fundación ha intentado colaborar
con el Ayuntamiento, sobre quien cae la responsabilidad última de la
rehabilitación y conservación. No ha sido posible y en este desencuentro cada
uno tendrá su punto de vista y su responsabilidad. La Fundación en ningún
momento ha sentido que esta colaboración pudiera llegar a influir en el
resultado final ni tampoco que se respetara su independencia.
Entendemos
que la Comisión para la Protección del Patrimonio del Ayuntamiento de Madrid
aún tendrá que intervenir. Quizás estemos a tiempo.
Su abandono
durante muchos años por parte de la propiedad era un síntoma, la incapacidad
del Ayuntamiento para salvar su valor arquitectónico es la realidad de hoy, al
parecer ineludible. Entendemos que es un nuevo fracaso colectivo pero que tiene
responsables concretos. Si no hay ninguna voluntad de cambio, solicitaríamos
que se retire el nombre de Alejandro de la Sota de cualquier referencia futura.
Después de todo, nos quedará el proyecto original en sus planos y en sus fotos
y en los muchos trabajos de arquitectos que han sabido ver en él una obra de
referencia internacional.
Fuente de
texto e imágenes
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