Hoy comparto con vosotros este
interesante artículo que me ha enviado Juan Manuel Cano, doctor en arqueología
y especializado en arqueología industrial.
Autor:
Juan Manuel Cano
Sanchiz
From the glory banks of the Severn.
En
Coalbrookdale muchos quieren ver la cuna de la Revolución Industrial. Otros la
encuentran en las fábricas textiles del valle del Derwent, no sin razón. En
fin, digamos que, como fenómeno complejo y diverso en temporalidades e
intensidades, la Revolución Industrial no tuvo una única madre; ni una única
cuna. En cualquier caso, la producción de hierro a gran escala y bajo coste
comenzó en Coalbrookdale. Fue allí, en un horno un tanto rudimentario, donde
Abraham Darby I se las arregló, en 1709, para fundir hierro por primera vez
utilizando carbón mineral destilado. O sea, sin las sustancias que hacían el
hierro quebradizo y, por tanto, medio inútil. Dicho combustible, el coque, no
solo resultó ser mucho más barato que el carbón vegetal (de elevado coste económico
y ecológico), sino que además funcionaba mejor en los hornos al permitir,
gracias a su mayor consistencia, una mejor circulación del aire necesario para
alcanzar los 1543 grados centígrados que hacen falta para fundir el hierro.
La
cosa es que de repente la humanidad, y más concretamente la humanidad inglesa,
tuvo a disposición una cantidad enorme de hierro que podía transformar en
diversas cosas, como utensilios de cocina (la fundición de Darby alcanzó fama
internacional en el siglo XVIII fabricando ollas), cilindros (el corazón de la
máquina de vapor; otra madre, o tía, de la Revolución Industrial), locomotoras
y sus raíles y un largo etcétera. Y, claro, también puentes de hierro.
La boca del horno de Abraham Darby I, en Coalbrookdale, frente al Museum of Iron (fondo) y el Ironbridge Institute (izq.) (foto: JMCS, 2017)
|
En
el siglo XVIII, construir un puente utilizando únicamente hierro era, más que
un desafío, una locura. Tal vez por ello la idea entusiasmó desde el primer
momento a John Iron-Mad Wilkinson, quien, asociado con Thomas Farnolls
Pritchard y un nieto de Abraham Darby (Abraham Darby III), se puso manos a la
obra para conectar sobre seis costillas de hierro las dos riberas del caudaloso
e imprevisible Severn.
No
sin algunas dificultades, el puente se dio por finalizado en 1779, lo que fue
celebrado con una importante cantidad de cerveza. La repercusión de tal hazaña
no se hizo esperar. Tanto es así que el nuevo y flamante Iron Bridge incluso
vino a cambiar el nombre de la zona sur de Coalbrookdale en la que fue
levantado, y que hoy se conoce como Ironbridge. Considerado el primer puente
enteramente de hierro del mundo entero, pronto se convirtió en un icono del
progreso y de los nuevos tiempos, un elemento digno de admiración y un objeto ciertamente
inspirador.
La
cosa es que por todos estos avances y por su contribución a la evolución
cultural de la especie humana, un buen pedazo de la garganta del río Severn fue
designada Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1986. En dicha denominación jugó
un papel relevante la estructura museográfica que hoy día gestiona el Ironbridge
Gorge Museum Trust (https://www.ironbridge.org.uk).
El puente de hierro que da nombre a Ironbridge y sentido al territorio, actualmente bajo un intenso programa de restauración (foto: JMCS, 2017)
|
Los
museos de Ironbridge celebran en 2017 su 50 aniversario. Medio siglo de
museología en uno de los paisajes más relevantes de la Revolución Industrial.
Esta fecha conmemorativa evidencia, en cierta forma, otra cuna. Ironbridge es
también un lugar fundamental en la aparición y desarrollo tanto de los museos
de la industrialización como de la arqueología industrial (disciplina que sigue
teniendo en el Ironbridge Institute de Coalbrookdale uno de sus principales
centros de investigación en todo el mundo).
El
Ironbridge Gorge Museum Trust reúne un total de diez museos y un sinfín de
colecciones, sitios y edificios. En fin, en Ironbridge el museo es el
territorio. Difícilmente pueden mencionarse otros lugares donde la gestión y
musealización del territorio se desarrollen con tanto mimo y semejante nivel de
detalle. A ello contribuye, también, el Severn Gorge Countryside Trust (http://www.severngorge.org.uk),
que custodia y activa lo que podríamos denominar “parte natural” del paisaje.
Pero si la distinción entre patrimonio cultural y natural ya tiene poco sentido
en términos globales, en Ironbridge no tiene sentido ninguno. El territorio es
uno, moldeado por una actividad humana que, a su vez, es moldeada por los
recursos y características del territorio.
La
cosa es que el Ironbridge Gorge Museum Trust es el mayor museo privado en todo
el Reino Unido y un modelo de gestión, conservación, puesta en valor,
educación, investigación y transferencia. Y por todo ello hay que ir a verlo.
Una escena en Blists Hill, la joya de la corona del IGMT, donde el visitante puede sumergirse en una ciudad victoriana.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario