El
sueño de un museo ferroviario en tres sedes, Canfranc, Casetas y Caminreal
Artículo de óscar Nieto para Heraldo
Hay personas que coleccionan sellos,
monedas, libros o postales. Otras atesoran discos, antiguas máquinas de coser o
estilográficas. Y, también, hay gente que conserva trenes y tranvías clásicos
de verdad, ejemplares de varias toneladas de peso que en el siglo pasado
recorrieron parte de España llevando y trayendo pasajeros de un lado a otro del
país. En Zaragoza, la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril yTranvías (AZAFT) cumple ahora 40 años de vida «con una de las mejores
colecciones de Europa, pero sin un museo donde restaurar, conservar y, sobre
todo, mostrar su legado», cuenta su presidente, Carlos Abadías, desde el barrio
de Casetas, donde guardan la mayoría de las piezas en una nave de 7.319 metros
cuadrados junto a la estación. «Son trenes –la mayoría coches de viajeros de
entre 1900 y 1970– que han viajado por todo el mundo y tienen una calidad y un
prestigio increíbles», añade Abadías.
Con 56 trenes en Casetas, en unos
terrenos que ADIF cedió a finales de 2018 al Ayuntamiento de Zaragoza, y otros
tantos en Canfranc, la asociación de amigos del ferrocarril sueña con un museo
de sede compartida para su colección que también incluiría Caminreal, en
Teruel, donde se expondrían alrededor de una quincena de vehículos.
Desde el Gobierno de Aragón se busca
financiación europea para el proyecto, tras el fracaso pasado para construirlo
junto a la hoy Estación de Delicias de la capital aragonesa. El plan de
Zaragoza Alta Velocidad de principios del siglo XXI, en el que se invirtieron
unos cinco millones de euros, quedó en nada. «Nosotros tenemos el contenido del
museo, tan solo queremos que los trenes se puedan ver y visitar, es un rico
patrimonio industrial que no podemos perder. Tenemos el material para la
exposición, pero no un continente donde poder enseñarlo», afirma Adrián
Baquero, miembro de la asociación.
Una colección de lujo
La llegada de los Expresos en la
década de los ochenta del siglo pasado dejó fuera de servicio a máquinas y
vagones que habían circulado por España desde los años 30. Es el caso de la
locomotora de vapor Baldwin I, que en 1986 llegó a la colección cedida por
Endesa desde Andorra cuando en su camino a la chatarrería en Aranda de Duero se
averió en Zaragoza y aquí quedó. La máquina formó parte de una exposición en el
palacio de Sástago de Zaragoza y se exhibió en la plaza de España. Fue, por
cierto, una de las exposiciones más visitadas del museo, superada, no obstante,
por otra llevada a cabo dos años antes en el mismo espacio sobre tranvías de la
ciudad, que habían estado funcionando hasta 1976. Ambas exposiciones fueron
impulsadas por José María Valero, arquitecto encargado de la restauración del
Palacio de Sástago, y uno de los impulsores de la colección.
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En las últimas cuatro décadas, la
asociación ha rescatado de la chatarra a casi un centenar de vagones
históricos, aparcados la mayoría en cuatro vías de 250 metros cada una en
Casetas. Algunos de ellos han sido recuperados y se encuentran en un estado de
conservación impecable. Como el coche de autoridades, «el Falcon de los años 60
en España», con un diseño inspirado en los vagones de la Compañía Internacional
de Coches Cama (fundada en 1872), gestora de los trenes europeos del Orient
Express. El vagón se conserva aún forrado de madera por dentro, con una larga
mesa y butacas en su estancia principal, que «en más de una ocasión ha
aparecido en el Nodo en alguno de los viajes de Franco o de algún ministro o
alta autoridad de la época», recuerda Abadías. El coche cuenta, además, con
camas y servicio, incluido un orinal inclinado bajo el lavabo, para que al
abrir el grifo el agua permitiera su limpieza.
En 1990, la asociación salvó del
desguace 25 vagones de la Compañía Internacional de Coches Cama que estuvieron
funcionando hasta 1980 y se los quedó para la colección. Junto al vagón
presidencial, está enganchado un coche pullman de madera de la misma empresa
que, probablemente, sea uno de los más valiosos de la colección. Solo quedan
cinco vehículos de este tipo en el mundo.
Colectivo de 280 voluntarios
Además de los coches, la asociación,
movida por un grupo de 280 voluntarios entre los que se juntan algunos
ferroviarios y otros que no lo son y donde nadie cobra nada, cuenta entre sus
joyas con las veteranas locomotoras de vapor de Endesa (la Baldwin 130 Aragón,
fabricada en EE. UU. en 1920 y la Jung 242T Escatrón), así como otras
eléctricas (Renfe 1005 –España, 1927– y 7702 –Inglaterra, 1952–).
Se trata de una colección de cine y,
precisamente, el alquiler de alguna de sus piezas para participar en rodajes de
películas ha servido para la compra de varios coches cama de la Compañía
Internacional.
La última cinta, aún no estrenada,
donde aparecerán dos vagones de mercancías de la colección es ‘Terminator 6’,
del actor Arnold Schwarzenegger, rodada en 2018 en Toledo. Otro de sus
vehículos, en concreto un coche restaurante y las locomotoras de vapor Escatrón
y Baldwin, aparecieron en el filme ‘En brazos de la mujer madura’ (Manuel
Lombardero, 1997), rodado en Canfranc y protagonizado por Faye Dunaway y Juan
Diego Botto. «Con el dinero que ganamos por el rodaje pudimos comprar siete
coches cama», dice Abadías.
Desde largometrajes, como ‘The
promise’ (Terry George, 2016), rodado en Albarracín (Teruel), a anuncios de
televisión, como uno donde el actor malagueño Antonio Banderas habla de su
colonia Diavolo, los trenes de la asociación han sido reclamados por Hollywood
que «paga muy bien por nuestros servicios».
Fuente
de la noticia https://www.heraldo.es
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